Entre los millennials (nacidos entre 1981 y 1997) y la generación Z (de 1998 a 2012) es habitual el uso de una jerga conversacional (lenguaje informal) que refleja sus intereses, emociones y visión del mundo. En las últimas semanas varios términos han ganado popularidad en redes sociales, especialmente en TikTok. Expresiones como “migajas”, “migajero” y “síndrome de la paloma” se han vuelto virales. Aunque suenen novedosas, estas conductas tienen un respaldo psicológico y se conocen como breadcrumbing, una forma de manipulación emocional. ¿Qué abarca este concepto?
“Me quedé dormida afuera de su casa porque no quería abrirme y en la mañana me despertó la chava con la que me engañaba; ella misma me llevó a casa”, compartió una usuaria de TikTok.
Otro joven relató: “El día que la descubrí se enojó porque le encontré mensajes con otra persona y al día siguiente la acompañé a comprar una postday (pastilla del día después). Me electrocutó con su teaser porque yo no dejaba de llorar”.
Una tercera historia dice: “Me hizo llorar porque me había engañado. Estábamos afuera de mi casa, me puse de rodillas; lo agarré de la pierna para que no se fuera, le dije que yo haría lo posible por parecerme a su amante”.
Aunque cientos de personas tienen una historia sobre su “etapa migajera”, como la denominan en internet, las mujeres son quienes más comparten sus historias. Acompañan sus testimonios con videos llorando, consejos para superar relaciones fallidas o simplemente reflexiones sobre “cómo dejar de conformarse con tan poco amor”.
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EL ABUSO EMOCIONAL DISFRAZADO DE “AMOR”
Según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 del Inegi, al menos 39.9 por ciento de las mujeres de 15 años o más han sufrido violencia a lo largo de su actual o última relación. El tipo de violencia más predominante fue la psicológica con 35.4 por ciento.
“Se habla de procesos lamentablemente antiguos, nada más que no habían sido claramente identificados con un nombre común para que las personas los hablen en cualquier conversación. En psicología entran dentro de otros conceptos, pero siempre han existido estas formas de abuso emocional: estrategias dirigidas a diferentes objetivos, haciendo uso de mecanismos diferentes, no tan saludables, en la forma de relacionarse”, pormenoriza en un artículo la doctora Rozzana Sánchez Aragón, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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Pero ¿qué es el breadcrumbing? En español se traduce como “miga de pan”. El sitio Ciencia UNAM explica que es una técnica en la que el victimario le suelta pequeñas boronas, dosis de lo que podría ser una relación para que quiera más, para que se mantenga alerta; pero quien emplea esta conducta no tiene ninguna intención de establecer nada formal con quien recoge las migajas.

Pasa con quienes te hacen conversaciones en chats privados, quienes reaccionan a tus publicaciones, quienes te dicen que te quieren, quienes tienen relaciones contigo y luego reducen su atención y comunicación; cuando ven que tú también reduces la atención, que estás a punto de rendirte, vuelven a otra soltar dosis, quizá más fuertes, algo que muestre más interés para alimentar tu ilusión como un “¿Y si viajamos juntos?”.
“Este concepto lo que está reflejando es poca claridad. Porque sí sé es claro, se arruina el negocio; lo que yo quiero es tener ahí al otro cuando yo quiera o lo necesite. Entonces, le lanzó una migaja, traducida en miraditas, mensajitos, salidas para que quede encantado y no se me vaya”, agrega Sánchez Aragón.
En palabras de la académica, lo que deben hacer quien son víctimas del breadcrumbing es pensar: “¿Me merezco solo una rebanadita de todo el pastel?, ¿Estoy conforme con unas moronitas de vez en cuando?”. La respuesta debe ser no; somos merecedores de todo el pastel y para eso debemos sentirnos valiosos y amarnos, apunta.
RECOMENDACIONES PARA DEJAR DE SER “MIGAJEROS”
En esa vía, la también especialista en regulación emocional recomienda lo siguiente para dejar esta práctica de lado:
- Reconocer nuestro propio valor y trabajar en fortalecer la autoestima, entendiendo que no necesitamos validación externa para sentirnos suficientes.
- Apostar por nuestro crecimiento personal y emocional, para sentirnos completos, en lugar de depender de alguien más para llenar vacíos.
- Conocernos a fondo: saber qué queremos de una relación, qué límites no estamos dispuestos a cruzar y qué cosas son innegociables para nuestro bienestar.
- Involucrar a nuestra red de apoyo —familiares, amistades o personas de confianza— en nuestras relaciones, para tener un respaldo emocional y poder tomar decisiones más seguras si la situación lo requiere.
- Observar con atención a la persona con la que comenzamos a vincularnos: cómo se comporta con los demás, cómo nos trata en público y qué actitudes muestra que podrían ser señales de alerta.
- Cuestionarnos seriamente: ¿realmente queremos estar con alguien que nos lastima, nos humilla, nos ignora, se aprovecha de nosotros, nos usa, nos miente o desaparece sin dar la cara?
- Identificar si compartimos aspectos importantes con la otra persona: valores, creencias, principios, formas de ver la vida y hábitos. Las diferencias clave pueden marcar el rumbo de la relación.
- Entender qué busca la otra persona en una relación, cuáles son sus expectativas, y evaluar si estamos en la misma sintonía o si es posible llegar a acuerdos saludables. N