Harvey Weinstein, el otrora poderoso productor de Hollywood y rostro emblemático del movimiento #MeToo, enfrentó este martes el primer testimonio en su nuevo juicio por violación y agresión sexual en Nueva York. Miriam Haley, una de las tres presuntas víctimas, ofreció un relato detallado de su compleja y perturbadora relación con el acusado.
El proceso, celebrado en el Tribunal Penal de Manhattan, marca un momento clave en la reapertura del caso tras la anulación del juicio anterior en 2020, cuando Weinstein fue condenado a 23 años de prisión. El Tribunal de Apelaciones de Nueva York revocó aquella condena por errores procesales, lo que ha sido interpretado como un revés para el movimiento en contra de los abusos sexuales en la industria del entretenimiento.
MIRIAM HALEY: “ME SENTÍ HUMILLADA”
Durante el interrogatorio conducido por la fiscal Nicole Blumberg, Haley, exasistente de producción, narró cómo Weinstein alternaba entre comportamientos “encantadores” y episodios de acoso persistente. “Un día me pedía un masaje, y otro se mostraba extremadamente insistente”, declaró ante el jurado.
El testimonio se detuvo justo antes de abordar lo ocurrido en julio de 2006, cuando Haley asegura que Weinstein la forzó a mantener relaciones sexuales en su departamento en el exclusivo barrio del Soho, en Nueva York. La audiencia continuará este miércoles.
DE CANNES AL ACOSO: LOS PRIMEROS ABUSOS
Haley, hoy de 48 años, recordó haber conocido a Weinstein en un preestreno en Londres, antes de encontrarse nuevamente con él durante el Festival de Cannes en 2006. “Estaba emocionada por la oportunidad de conocerle… quería ver si había algún trabajo para mí”, explicó.
Sin embargo, el entusiasmo inicial se desvaneció rápidamente cuando, durante una reunión en el hotel Majestic, Weinstein le pidió un masaje. “Me negué. Me sentí humillada”, afirmó. A pesar de esa experiencia, mantuvo contacto con el productor y asistió a otros encuentros, algunos de los cuales consideró inicialmente “encantadores”, aunque otros incluyeron presiones para viajar juntos a París.
Mientras Haley hablaba, la fiscalía proyectaba fragmentos de su diario personal de aquella época como parte de la prueba documental.
UN JUICIO IMPORTANTE PARA EL MOVIMIENTO #METOO
Haley prestó testimonio con voz serena, evitando el contacto visual con Weinstein, quien permaneció impasible en su silla de ruedas, visiblemente deteriorado por problemas de salud. El exproductor, de 73 años, escuchó la acusación sin mostrar emoción alguna.
“Es un gran sacrificio para ella tener que revivir lo que ocurrió hace tantos años. Lo hace por una razón: la justicia”, expresó su abogada, Gloria Allred, al salir de la audiencia.
Este nuevo juicio no solo pone nuevamente a Weinstein bajo escrutinio judicial, sino que también reaviva el debate público sobre los mecanismos legales y las trabas que enfrentan las víctimas de agresión sexual para obtener justicia. Con un nuevo jurado y nuevos procedimientos, el caso será una prueba de fuego para el impacto duradero del #MeToo en los tribunales. N
(Con información de AFP)