En México, el cuidado en el hogar ha sido tradicionalmente una responsabilidad asignada a las mujeres, lo que ha limitado sus oportunidades de desarrollo profesional, y generando desigualdad de género en el mercado laboral.
La carga de las actividades del hogar, que abarca desde el cuidado de los niños hasta las tareas domésticas, absorbe una cantidad significativa de tiempo y energía, lo que impide que muchas mujeres puedan acceder a mejores oportunidades de empleo o avanzar en su carrera profesional.
La Organización Internacional de Trabajo (OIT) ha enfatizado la necesidad de reconocer la importancia del trabajo de cuidado no remunerado y su impacto en el desarrollo económico y social. La OIT ha promovido estrategias para rediseñar las políticas laborales en torno a la carga de cuidado, sugiriendo que los gobiernos adopten medidas para redistribuir estas responsabilidades y facilitar el acceso a servicios de cuidado accesibles y de calidad.
Esto no solo entregaría a las mujeres más tiempo para dedicarse a su desarrollo profesional, sino que también contribuiría a un aumento en la participación laboral de la población femenina.
A nivel global, existen varios ejemplos en Europa que pueden servir de modelo para México. Países como Suecia y Noruega han implementado políticas exitosas que permiten una mejor distribución de las tareas del hogar.
En Suecia, las licencias parentales son asignadas a ambos padres, lo que contribuye a que los hombres participen activamente en el cuidado de los hijos desde una edad temprana.
Además, el acceso a guarderías públicas asequibles y de tiempo completo ha facilitado que muchas mujeres regresen al trabajo después de tener hijos.
Otro ejemplo notable es el de España, donde se han realizado esfuerzos significativos para incorporar la perspectiva de género en políticas de cuidado, incentivando tanto a hombres como a mujeres a compartir estas responsabilidades.
Programas de sensibilización y de educación escolar han ayudado a cambiar percepciones culturales sobre el cuidado, promoviendo una corresponsabilidad que beneficia tanto a las familias como a la sociedad en su conjunto.
En México, iniciativas locales han comenzado a surgir para abordar la desigualdad de género en el cuidado.
Por ejemplo, algunos gobiernos estatales están trabajando en la creación de guarderías que permitan a las madres trabajadoras tener acceso a servicios de cuidado infantil seguros.
Sin embargo, el camino hacia una verdadera equidad en el cuidado del hogar aún es largo y requiere un compromiso colectivo de la sociedad y el gobierno.
En conclusión, el cuidado en el hogar en México representa un obstáculo significativo para el desarrollo profesional de las mujeres.
Reconocer y valorar esta labor es esencial para avanzar hacia la equidad de género en el ámbito laboral.
Al mirar hacia Europa y aprender de sus políticas exitosas, México puede implementar cambios necesarios que no solo beneficien a las mujeres, sino que también fortalezcan la economía y contribuyan al bienestar social.
La transformación empieza por compartir las responsabilidades del cuidado y garantizar que todos los individuos, sin importar su género, tengan las mismas oportunidades para prosperar en el ámbito profesional.
Por Daniella Martínez, Vicepresidenta de Mujeres Empresarias de Concanaco Servytur