Mal definida y no vinculante, la tregua olímpica se ha instalado en el discurso público a medida que se aproximan los Juegos de París, en nombre de una tradición antigua ampliamente reescrita. ¿Cómo y por qué motivo?
¿Qué es la tregua olímpica? Es una resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas cada dos años desde noviembre de 1993, a iniciativa del país anfitrión de la siguiente edición de los Juegos Olímpicos. Noruega, anfitriona de la cita invernal de Lillehammer en 1994, fue la primera.
Ninguno de esos textos define qué es la tregua: “Es positivo y hay poca sustancia, por eso funciona tan fácilmente: ¿quién estaría en contra de la paz?”, estima Jean-Loup Chappelet, especialista en Olimpismo en la Universidad de Lausana (Suiza).
La sede de la ONU se refiere a “la tradición sagrada de los griegos de la ekecheiria, que quería que todos los conflictos se detuvieran entre el séptimo día anterior a la apertura de los Juegos de la Antigüedad y el séptimo día posterior a su clausura”.
Pero los historiadores conceden un alcance más bien reducido a esa tregua, en un Peloponeso en guerras permanentes entre las ciudades: el de dejar pasar a los deportistas y espectadores que acudían a los Juegos sin atacarles.
“NO ES VINCULANTE”
Como toda resolución de la Asamblea General de la ONU, “no es vinculante”, recordaba a finales de abril el patrón del COI, Thomas Bach, en una entrevista a la AFP.
Rusia ocupó el territorio georgiano durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, se anexionó Crimea después de los Juegos de Sochi 2014 e invadió Ucrania justo después de los de Pekín 2022, a pesar de que Moscú había aprobado las resoluciones sobre la tregua olímpica relativas a cada uno de esos Juegos.
En un primer momento, el COI justificó las sanciones aprobadas a finales de febrero de 2022 contra el deporte ruso (privación del himno, la bandera y de competiciones internacionales en su territorio) por la violación de la tregua olímpica, pero luego prefirió apoyarse en las violaciones de la Carta Olímpica.
Finalmente, el salvoconducto concedido a los participantes en los Juegos, como en la Antigüedad, sigue en vigor, pero está totalmente desligado de la noción de tregua: se manifiesta por la “tarjeta de identidad y de acreditación olímpica” (CIOM), una derogación de las reglas habituales de entrada en el país anfitrión.
LA IDEA DE LA “TREGUA OLÍMPICA”
La instancia olímpica —a sugerencia del etíope Fekruo Kidane, exfuncionario de la ONU que se convirtió en director de gabinete del presidente del COI— se dirigió a las Naciones Unidas en un contexto muy particular: la guerra en la ex Yugoslavia.
El 30 de mayo de 1992, el Consejo de Seguridad aprobó un “embargo total” contra Serbia y Montenegro, que incluyó por primera vez sanciones deportivas y comprometió la participación de esas dos jóvenes naciones en los Juegos Olímpicos de Barcelona, que iban a ser dos meses más tarde.
España y el COI “negociaron con la ONU e inventaron una solución”, que prefigura la de los “deportistas individuales neutrales” aprobada para rusos y bielorrusos en los Juegos de París, cuenta Jean-Loup Chappelet. Serbios, montenegrinos y macedonios competirían en Barcelona 1992 como “participantes olímpicos independientes”, sin desfilar en la ceremonia de apertura.
Para consolidar su presencia internacional, el COI propuso luego a Noruega solicitar una tregua olímpica para los Juegos Olímpicos de Lillehammer, prolongada luego desde 1995 cuando Estados Unidos, anfitrión de Atlanta 1996, imitó esa iniciativa.
EL INTENTO DE FRANCIA
A mediados de abril, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, decía “hacer todo lo posible” para tener una tregua olímpica en el mundo durante los Juegos Olímpicos y aseguraba tener el apoyo de China. Pero un mes más tarde, el jefe de Estado ruso, Vladimir Putin, daba a entender que no se plegaría a ella porque los deportistas rusos no podían participan en los Juegos Olímpicos “con su bandera y con su himno nacional”.
Preguntado por la AFP a mediados de mayo, el presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, rechazaba por su parte la idea de “una tregua que haría el juego al enemigo”.
“Imaginemos por un segundo que hay un alto el fuego. Primero, no confiamos en Putin. Segundo, no va a retirar las tropas. Tercero, ¿quién garantiza que Rusia no va a aprovechar para hacer venir a sus tropas a nuestro territorio?”, dijo.
En resumen, la tradición griega de la ekecheiria, periodo en el que las guerras se suspendían temporalmente para que los atletas pudieran competir en los Juegos Olímpicos, comenzó en el siglo VIII antes de Cristo. En 1992, el Comité Olímpico Internacional rescató esa tradición y exhortó a todos los países a observar la tregua olímpica. N