Emilio Lozoya dejó Petróleos Mexicanos en la peor crisis financiera de su historia. Su salida representa también la fractura en el círculo más estrecho del presidente Enrique Peña Nieto, frente a los desastrosos resultados de las llamadas reformas estructurales. La llegada de José Antonio González Anaya, concuño de Carlos Salinas de Gortari, se ve como una medida cosmética para rematar lo que queda de la petrolera.
La salida de Emilio Lozoya Austin de la dirección general de Pemex no se reduce al cambio de un funcionario en el gabinete presidencial. Evidencia desencuentros y fracturas entre el círculo más estrecho de Enrique Peña Nieto y, en gran medida, los tropiezos del presidente para la implementación de la más importante de sus llamadas reformas estructurales.
Coordinar la promoción de Peña Nieto en el extranjero, ante representantes de consorcios financieros, compañías trasnacionales y figuras políticas, le valió a Lozoya Austin la dirección de la petrolera que se enlista entre las principales del mundo. Aunque primero se le promovió como secretario de Relaciones Exteriores.
Previamente, Lozoya fue parte esencial en el equipo de campaña y transición. Se encargó también de las relaciones internacionales de Peña y, en diciembre de 2012, el economista se anunció como nuevo CEO de la paraestatal que, además de ser la más lucrativa de México, es la principal compradora de insumos y contratante de servicios privados.
Cuando recibió la petrolera, mediante la explotación de 449 campos en sus 12 activos, Pemex producía en promedio 2 millones 548 000 barriles diarios (mbd) de crudo; 74 por ciento de la producción llegaba de los activos Ku-Maloob-Zaap, Cantarell, Litoral Tabasco y Abkatún-Pol Chuc, ubicados en las regiones marinas.
En su gestión, sin embargo, la producción se redujo: Pemex dejó de producir en promedio 281 000 barriles de crudo diarios. Y el barril de petróleo de la mezcla mexicana, que en 2012 se vendía en promedio en 100 dólares por barril, hoy se vende en 25.7 dólares, de acuerdo con cifras oficiales de la Secretaría de Economía. Al mismo tiempo, el endeudamiento pasó de 6100 millones de dólares a 15 000 millones.
Simultáneamente, mientras los reflectores se centraban en el desplome internacional de los precios de petróleo, Pemex dejaba de producir el hidrocarburo y priorizaba la importación de gasolinas, en tanto, en distintas áreas de subsidiarias y filiales se desincorporaban bienes inmuebles y equipos para su enajenación a particulares.
Además de los números rojos de la petrolera, hace unas semanas su director apareció implicado en el escándalo del consorcio español Obrascón Huarte Lain (OHL), para el que trabajó como parte de su Consejo de Administración en tiempos en que este fue de los principales beneficiarios de contratos para obra pública y servicios en el Estado de México, con Peña Nieto como gobernador.
En las escuchas telefónicas que durante el año pasado fueron filtradas para su difusión en YouTube, Lozoya no es el único funcionario del gobierno mexicano implicado. También figuran Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes; Enrique Ochoa Reza, director de la Comisión Federal, y hasta el propio Enrique Peña Nieto.
Nada ha cambiado desde aquel Pemex del que se sirvieron los familiares y amigos del presidente en tiempos de Vicente Fox. Los negocios que realizan grupos económicos, financieros y contratistas vinculados a la actual administración son exactamente iguales. / Foto: DIEGO SIMÓN SÁNCHEZ/CUARTOSCURO
LA MANO DEL EXPRESIDENTE
En 2012 Emilio Lozoya volvió de Europa, en donde fungía como director en jefe para América Latina en el Foro Económico Mundial. Regresó para sumarse a la campaña de Peña, siempre trabajando coordinadamente con Luis Videgaray. Irónicamente su salida del gabinete se habría dado por sus desencuentros con el secretario de Hacienda.
En uno de sus viajes a Suiza, en 2011, cuando participó en la reunión del Foro Económico Mundial, Videgaray, entonces secretario de Finanzas del Estado de México, lo había invitado a trabajar con el equipo en la promoción de Peña con miras en las presidenciales. Ambos habían tenido como mentor en el ITAM a Pedro Aspe, el secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari, el mismo grupo político al que Lozoya pertenecía por estirpe, pues su padre había sido también secretario de Estado con Salinas.
El mismo estilo del Pemex de Salinas, cuando el padre de Lozoya, Emilio Lozoya Thalmann, fue transferido por el entonces presidente de la dirección general del ISSSTE a la Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal, cargo desde el cual presidiría el Consejo de Administración de Petróleos.
En su gestión, Lozoya hizo director corporativo de Administración a Víctor Díaz Solís, el exsecretario particular de su padre desde los tiempos del ISSSTE. Posteriormente, en la Secretaría de Energía, avaló también la contratación de la sobrina de Enrique Peña Nieto, Fernanda Said Pretelini quien, sin experiencia, ingresó con un salario de más de 50 000 pesos mensuales. Adicionalmente, mantuvo a toda la parentela del dirigente sindical Carlos Romero Deschamps, quienes como “comisionados” permanentes cobran sin desempeñar labor alguna.
Así que, en esencia, nada ha cambiado desde aquel Pemex del que se sirvieron los familiares y amigos del presidente en tiempos de Vicente Fox. Los negocios que realizan grupos económicos, financieros y contratistas vinculados a la actual administración son exactamente iguales.
Pero la salida de Emilio Lozoya no significa el retiro de la mano de Salinas en la petrolera; por el contrario: José Antonio González Anaya es concuño del expresidente Carlos Salinas de Gortari, pues está casado con Gabriela Gerard Rivero, hermana de Ana Paula, esposa de Salinas.
Además, González Anaya fue director de análisis económico en la Oficina de la Presidencia, en el gobierno de su hoy concuño Carlos Salinas de Gortari.
ADMINISTRACIÓN SALPICADA DE ESCÁNDALO
Antes de llegar a Pemex, Lozoya dirigía su propio fondo de inversión: JFH Lozoya Investments. Y fungía como consejero de varias compañías, entre estas, la española OHL, así como de distintos fondos de inversión, cuyos socios había conocido desde su paso por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Foro Económico Mundial.
Curiosamente, son firmas de fondos de inversión las que han sacado ventaja en su incursión en el negocio petrolero, mediante la inyección de capital a compañías medianas que ya fungían como contratistas de Pemex y las cuales, a partir de entonces, han visto sus días más boyantes con multiplicidad de contratos, particularmente para la perforación de pozos.
Mediante esta modalidad, muchas empresas de Tabasco y Tamaulipas pertenecen ahora en la mayoría de su capital accionario a fondos de inversión.
También algunas trasnacionales han sido beneficiarias de contratos multimillonarios; entre estas se cuenta precisamente OHL, pese a los escándalos de supuesta corrupción.
La relación de Lozoya con esa compañía data de los tiempos en los que ya participaba dentro del equipo de transición de Peña.
OHL fue, con Peña Nieto como gobernador, una de las principales beneficiarias de contrataciones gubernamentales en el Estado de México para la construcción, conservación y explotación de autopistas, cuyas cuotas se cuentan entre las más onerosas de mundo. La empresa es también accionista (con 49 por ciento) del aeropuerto de Toluca.
En uno de los audios que desataron el escándalo, Juan Miguel Villar Mir sugiere que Lozoya lo asesoró para asociarse con la empresa española Técnicas Reunidas, y así participar en una licitación.
Aun cuando el entonces funcionario trató de desvincularse, lo cierto es que durante su gestión en Pemex, la petrolera le adjudicó a OHL (en sociedad con otras compañías) tres muy lucrativos contratos, en los cuales se hicieron además convenios de ampliación para sus fechas de entrega:
El primero de esos contratos (y en el que OHL está asociada con otras firmas) fue para el “desarrollo de la ingeniería, procura de equipos y materiales, construcción, pruebas, capacitación, prearranque, arranque y pruebas de comportamiento” para la nueva planta generadora de hidrógeno N.2, así como para la terminación del gasoducto desde el ramal Ramones-Escobedo, hasta la refinería de Cadereyta en Nuevo León. El monto: 927 millones 676 159.35 pesos, pagados por Pemex Refinación (contrato PXR-OP-SCC-SPR-GPA—10-13).
El segundo contrato fue por más de 1000 millones de pesos (1016 881 118.96) para el “desarrollo de la ingeniería, procura, suministro, instalación, construcción, pruebas y puesta en operación de un turbogenerador de gas TG-8 de 35 MW, un recuperador de calor HRSG-2 y estación de regulación y medición de gas” en la refinería de Ciudad Madero, Tamaulipas.
En esta contratación —número ROPl00713P— la española se asoció también con otras firmas. Se estipuló como fecha para los trabajos entre abril de 2013 y diciembre de 2014, pero mediante dos convenios modificatorios se difirió la fecha de entrega hasta septiembre de 2015, es decir, casi un año después.
También el contrato PXR-OP-SCC-SPR-GPARARD-132-13, para la construcción de una estación de rebombeo para el poliducto Salamanca-Guadalajara: 453 millones 870 000.96 pesos.
En marzo de 2015, durante la presentación de los resultados de los seminarios sobre energía, cadenas productivas y cambio climático, el presidente Peña destacó lo que considera beneficios de la reforma energética. Estuvo acompañado, entre otros, por Lozoya Austin. / Foto: CUARTOSCURO
Lozoya mantuvo una álgida agenda de viajes internacionales y negocios en el exterior, en algunos de los cuales firmó acuerdos y memorandos de entendimiento con CEO de otras petroleras y gobiernos de distintos países que, evidentemente, no se reflejaron en resultados positivos para Pemex, y de cuyos términos, compromisos o implicaciones no se tiene claridad suficiente.
Así, por ejemplo, el día en que en las oficinas corporativas de la petrolera (jueves 31 de enero de 2013) se registró una detonación —que oficialmente se explicó como acumulación de gas metano—, el director estaba en Asia, continente al que había llegado después de visitar Suiza y acudir al Foro de Davos. Incluso el día 28 había posteado su fotografía frente a un buque en los astilleros de Busán Corea, donde se han construido barcos para Pemex. A su regreso a México se limitó a recorrer el siniestro y oficializar la cifra de decesos: 13.
Entre esos viajes al extranjero, en enero de 2013 estuvo en Asia, adonde regresó en abril del mismo año para sostener reuniones en China y Japón. En mayo fue a Colombia, en junio a Rusia y en noviembre viajó rumbo a Argentina.
En enero de 2014 reanudó su agenda internacional con viajes a Suiza, a Japón y Reino Unido, en noviembre. En agosto de 2015 estuvo nuevamente en Suiza para el Foro Económico Mundial; en octubre en París, en la reunión de la Oil and Gas Cimate Initiative; luego en Londres, y después en China, junto a Peña, en la visita de Estado que este realizó a Japón. En diciembre cerró el año en Nueva York.
Ante un director ausente, en las regiones petroleras los directivos subordinados continuaron con sus enquistadas prácticas de adjudicar contratos a cambio de comisiones.
Algunas de sus estancias en el extranjero fueron para acompañar a Peña Nieto a giras y eventos como el Foro en Davos. Su último viaje con Peña al mismo foro fue apenas en enero. Ese mismo mes viajó con el presidente a su encuentro con los jeques en Dubái.
En su cuenta de Twitter, Lozoya exhibió sus fotos junto al príncipe Mohamed Bin Zayed Al Nahyan y Peña Nieto. En otra fotografía, se captura el instante en el que el mismo Peña le presenta al rey de Arabia Saudí, Salman Bin Abdulaziz Al-Saud. Ataviado de traje sastre gris Oxford, Lozoya saluda al rey.
Su permanencia en Pemex parecía sólida. Es más, fue durante el fin de semana previo a su salida cuando se enteró de que debía dejar su oficina en Marina Nacional.
En balde fue toda la promoción internacional para Peña, en la que hizo una labor muy activa. Ya con Peña como presidente electo, lo acompañó a la reunión de la OCDE en Francia, en octubre de 2012, y a las distintas reuniones que en privado sostuvo con el presidente Francois Hollande. También a las reuniones privadas que el 16 de octubre de 2012 tuvo Peña Nieto con David Cameron en Londres; y la del 11 de octubre en la reunión privada con la canciller alemana Angela Merkel, con quien tomaron café y té negro.
En septiembre habían estado en América Latina, también: en Perú con el presidente Ollanta Humala; en Chile con el presidente Sebastián Piñera; en Sao Paulo, y en Guatemala con Otto Pérez Molina.
La llegada de González Anaya a Marina Nacional es vista como una medida “cosmética” del gobierno de Peña para hacer parecer a Pemex más atractiva, y luego rematarla. / Foto: ISAAC ESQUIVEL/CUARTOSCURO
SALVAVIDAS ESTILO SALINAS
El pasado 8 de febrero, en una conferencia de prensa en la que anunció distintos nombramientos y dimisiones, Enrique Peña Nieto hizo pública la sustitución de Lozoya por José Antonio González Anaya.
Aunque el rumor comenzó a difundirse un par de días atrás, a Lozoya se le oficializó durante ese fin de semana. Incluso, hasta el cierre de esta edición, varios de sus colaboradores más cercanos aún despachaban en Marina Nacional, sin tener claridad sobre su futuro laboral.
En diciembre, Newsweek en Español publicó amplios reportajes que documentaron cómo las reformas estructurales de Peña hacían agua, entre estas la llamada “madre de las reformas”: la energética.
Y es que, para diciembre, a mitad de sexenio y a dos años de que se aprobara la reforma energética, Pemex llegó a pasivos récord en su historia. Para noviembre del año pasado acumuló pérdidas por 144 003 mdp, lo que representó un incremento de 60 por ciento respecto a 2014.
Las calificadoras más influyentes redujeron la calidad crediticia. Su producción se desplomó. Los costos de producción subieron y, encima, el robo de hidrocarburos continuó como una de las principales vías por las cuales Pemex pierde dinero de manera permanente (en promedio 50 millones de pesos diarios).
Precisamente uno de los grandes tropiezos técnicos de Lozoya fue la supuesta estrategia que implementó para frenar el robo de hidrocarburos: sacar los refinados de las terminales sin un aditivo que requieren para suministrarse como gasolinas. No funcionó. El robo continúa a escala industrial, y es una de las principales vetas de ingreso tanto de empleados de Pemex como del crimen organizado.
El otro gran tropiezo fue la falta de resultados en materia de exploración y explotación de hidrocarburos.
La llegada de González Anaya a Marina Nacional es vista como una medida “cosmética” del gobierno de Peña para hacer parecer a Pemex más atractiva, y luego rematarla.
“Aunque Lozoya logró podar en algo a Pemex, y en esa poda que hizo aquellos activos estratégicos que supuestamente no le son útiles a Pemex logró venderlos, logró colocar algunos de esos activos, pero no llegó a la profundidad que sus jefes le han requerido, así que ahora el nuevo director es el que llega a poner a Pemex más atractiva, más guapa para que sus inversionistas sigan comprándola”, dice el economista Raymundo Tenorio.
Frente al futuro inmediato de Pemex y para lo que resta de la administración de Enrique Peña Nieto, Raymundo Tenorio, director de los programas de Economía y Finanzas del Tec de Monterrey, explica:
“Lo que harán con Pemex, me parece, serán simples ajustes cosméticos de carácter técnico y algunos financieros para que a los inversionistas les sea atractivo asociarse con Pemex. De entrada no hay forma de que pueda revertirse la actual situación financiera, así que simplemente se buscará detener que toque piso esta crisis en Pemex y lograr, repito, poner atractiva la empresa para que inversionistas nacionales y extranjeros identifiquen algunos negocios en los cuales quizá pudieran asociarse con Pemex, debido a lo que ocurrió con la Ronda Cero, en donde se reservó Pemex algunos activos en los cuales se podría seguir produciendo petróleo”.
Alberto Montoya Martín del Campo, catedrático de la Universidad Iberoamericana y coautor del libro Política energética para que México sea potencia económica en el sigo XXI, considera que “la voluntad del gobierno de Enrique Peña Nieto, a través de la SHCP, Sener, CNH, FMPD, Pemex y CFE, principalmente, es destruir las ahora llamadas ‘empresas productivas del Estado’, a través de decisiones presupuestarias, de mercado, competencia, jurídicas y de comercio, que conducen a su sustitución por bancos y corporaciones privadas nacionales y extranjeras”.
El propósito, dice el analista, “es conducir a México de una condición de independencia y soberanía energético-industrial, a una condición de dependencia energética y control directo de territorios, yacimientos, infraestructuras y funcionamiento de las empresas energéticas, por corporaciones privadas y extranjeras.
“Se trata de que México entregue sus limitadas reservas probadas de hidrocarburos, suficientes para mantener la actual plataforma de producción tan sólo 9.6 años y con tasas de reposición inferiores al 100 por ciento de las extraídas; a precios incluso inferiores a la rentabilidad mínima de su ‘producción’, para satisfacer la demanda estadounidense y de importar todos los energéticos y bienes industriales de la petroquímica, con mucho valor agregado y precios internacionales aún mayores en virtud de la devaluación del tipo de cambio. La petroquímica representa un valor económico superior a 60 veces el precio del crudo. Por ello en 2015 por primera vez en la historia México tuvo una balanza comercial petrolera negativa”.
Imagen tomada en abril de 2013 en Tokio, Japón, durante la firma del Memorándum de Entendimiento y Cooperación entre Petróleos Mexicanos y la compañía japonesa Mitsui. / Foto: CUARTOSCURO
FUTURO, AÚN MÁS NEGRO
¿De qué manera impactará la situación financiera de Pemex la economía mexicana?, se le pregunta al economista Raymundo Tenorio.
“Está afectando ya vía el financiamiento de presupuesto del gobierno federal, donde cada vez será menos la contribución de los ingresos petroleros para contribuir a los ingresos de la nación, esto ya es de ahorita y será en el futuro; será una empresa que va a menos porque, además, la deuda que ha adquirido Pemex en años recientes no ha sido capital fresco para invertir, sino para pagar pasivos que van venciendo”.
En efecto, hace unas semanas Pemex colocó bonos por 5000 millones de dólares, y está próximo a colocar otros por 10 000 millones de dólares, pero es dinero fresco empleado no para invertir, sino para cubrir deudas e intereses.
Desde el punto de vista de la economía política, explica Alberto Montoya Martín del Campo, “la reducción del precio internacional de la mezcla mexicana y la acelerada suscripción de contratos para sustituir Pemex por empresas privadas, reducirán de manera acelerada el aporte fiscal de la industria petrolera, que durante los últimos 30 años tuvo en los aportes de Pemex una contribución que se situó entre 30 por ciento y 50 por ciento del total de los ingresos del gobierno federal.
Estos aportes se verán drásticamente reducidos porque con los nuevos contratos de producción compartida, los contratistas recibirán el 67 por ciento del valor contractual de los hidrocarburos y el Estado mexicano, el 33 por ciento. Más aún, en dichos contratos se establece que en la medida que aumenten los precios del petróleo, en esa misma medida aumentan los pagos para los contratistas. La renta petrolera ya está entregada a dichos contratistas a futuro y el Estado mexicano no tiene salida posible para aumentar los ingresos fiscales.