Un nuevo estudio científico desacredita la difundida creencia de que beber una copa de alcohol de vez en cuando puede beneficiar la salud. A cargo de la psicóloga Rachel Visontay, candidata al doctorado en la Universidad de Sídney, Australia, la investigación determinó que, a diferencia de lo que se ha dicho hasta ahora, ni siquiera el consumo moderado protege contra el desarrollo de problemas de salud.
Esta conclusión significa que los lineamientos vigentes para el consumo de alcohol podrían ser “sustancialmente erróneos”, según afirman los autores en su artículo.
Tomemos el caso del vino tinto. Esta bebida se ha vinculado con una disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular, demencia, diabetes tipo 2 y depresión, presuntamente por los antioxidantes que contiene.
En consecuencia, las investigaciones tradicionales precedentes han sugerido que el consumo reducido a moderado proporciona cierta protección contra esas enfermedades, en tanto que el riesgo para quienes se abstienen por completo es discretamente más alto y mucho mayor para los bebedores consuetudinarios.
Si bien ese esquema ya está contemplado en las recomendaciones sobre el consumo de alcohol, el modelo conocido como “curva en J” podría estar ocasionando más daños que beneficios.
La nueva investigación del equipo australiano recurrió a metodologías mucho más específicas para analizar la influencia del alcohol en el riesgo de morbilidad [es decir, el riesgo de enfermedad]. Fue así como los autores descubrieron que los beneficios del alcohol para la salud parecen ser mucho menores de lo que se ha propuesto hasta ahora.
Por otro lado, al comparar el consumo de alcohol contra las tasas de mortalidad masculina, los investigadores hallaron que el alcohol no ofrece beneficios de protección, resultado que contrasta, drásticamente, con las investigaciones existentes.
¿EL CONSUMO LIMITADO DE ALCOHOL REALMENTE PROTEGE LA SALUD?
Aun cuando cabe la posibilidad de que “la copita” proporcione cierta protección contra algunos padecimientos, el estudio, publicado el 21 de abril de 2024 en la revista Alcohol: Clinical & Experimental Research, enfatiza que dicha protección “es, probablemente, muy limitada y está más que contrarrestada por los daños que causa el alcohol”.
Los autores aseguran que los lineamientos actuales basados en la “curva en J” cambiarían de manera muy significativa si las autoridades de salud tomaran en cuenta los nuevos resultados. Por ejemplo, en Australia, la recomendación de consumo alcohólico asociada con un riesgo mínimo podría reducirse de diez unidades de alcohol a solo dos y media por semana.
Al respecto, los investigadores hacen hincapié en que las recomendaciones pueden variar dependiendo de los factores de riesgo de cada persona. Pese a todo lo anterior, el estudio subraya que hay alternativas para obtener los escasos beneficios de protección para la salud que puedan derivar del consumo de alcohol.
Por ejemplo, señalan que la aspirina brinda el mismo tipo de protección contra la enfermedad cardiovascular. La razón es que muchas investigaciones han hallado que el consumo limitado de alcohol protege de la enfermedad cardiovascular al reducir la actividad de las plaquetas. Pues bien, la aspirina hace exactamente lo mismo.
“Cualquier efecto protector del alcohol podría reformularse como una intervención en el estilo de vida. Muchas investigaciones han reconocido la falibilidad de, incluso, los enfoques más novedosos para explorar la causalidad”, añade el resumen de los resultados.
“La vía más prometedora para esclarecer los efectos de salud del alcohol a largo plazo consiste en triangular varios métodos analíticos con las fortalezas y debilidades complementarias. En suma, ¿el consumo de cantidades limitadas de alcohol realmente protege la salud?”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)