El chef chocolatero José Ramón Castillo, al igual que Willy Wonka, tuvo padres dentistas que tampoco le permitían comer golosinas para no dañar su dentadura, y es probable que de ahí naciera su profundo interés por el chocolate.
Basada en el extraordinario personaje de Charlie y la fábrica de chocolate, el libro infantil más icónico del escritor Roald Dahl y una de las obras infantiles más vendidas de todos los tiempos, la película Wonka cuenta la maravillosa historia de cómo el mayor inventor, mago y fabricante de chocolate del mundo se convirtió en el amado Willy Wonka.
Wonka es calificada como “una embriagadora mezcla de magia y música, caos y emoción, todo contado con un corazón y humor fabulosos”. Protagonizada por Timothée Chalamet en el papel principal, este espectáculo irresistiblemente vívido e inventivo de la gran pantalla presenta al público a un joven Willy Wonka lleno de ideas y decidido a cambiar el mundo con un bocado delicioso, lo que demuestra que las mejores cosas de la vida comienzan con un sueño.
EL WILLY WONKA MEXICANO, GANADOR DE MÚLTIPLES PREMIOS POR SUS CREACIONES
La historia de este personaje con un sueño hecho realidad lejos está de quedarse en las páginas de un libro o en las pantallas de cine. Este país vio nacer al nombrado “Willy Wonka mexicano”: el chef chocolatero José Ramón Castillo Pedrero, fundador de QUE BO! Chocolatería Mexicana Evolutiva y el Centro de Formación de Chocolateros Aula QUE BO!, precursor del cacao mexicano.
José Ramón Castillo Pedrero ha sido calificado como “el máximo representante del cacao a nivel latinoamericano”. Ello porque “marcó el inicio de una nueva forma de producir y consumir chocolate en Latinoamérica, combinando la técnica artesanal con un conocimiento profundo de la cocina moderna”.
El chef comenta: “Entre las similitudes con Wonka no solamente está la creación de los chocolates, sino la lucha por emprender un negocio y que además tenga éxito. Tras salir de México para estudiar en el extranjero regresé con el desafío de establecer una tienda que cambiara o rompiera con los cánones”.
Entrevistado por este medio, dice que, como el personaje de la trama, “yo también tenía una intensión muy clara en la cabeza y conforme avancé en mi carrera me di cuenta de que nada era fácil, pero no por ello imposible de lograr. Y es que mientras se tenga un sueño en la mente y a diario trates de conseguirlo trabajando arduamente en un proyecto, sin duda lo conseguirás”.
LA AVENTURA SE INICIÓ EN 1997
José Ramón recuerda que, en sus inicios, los “cárteles del chocolate” en muchas ocasiones lo llevaron a dudar sobre sus posibilidades de pertenecer a este dulce mundo. “A pesar de que mi sueño era trabajar con un increíble ingrediente que el 99 por ciento de la gente adora, están aquellos que llevan mucho tiempo en la industria y te dicen que tu trabajo no es bueno, que no sirve, y sientes que como eres nuevo no eres bienvenido. Sin embargo, el esfuerzo arduo es el que lleva a la meta, al éxito y te mantiene como punta de lanza”.
La aventura de José Ramón se inició en 1997. Aquel año comenzó sus estudios en gastronomía en el Centro Culinario Ambrosía, en la Ciudad de México, posterior a ello y enamorado de la gastronomía, estudió una especialidad en el Ecole Ritz Escoffier de París, Francia.
Producto de sus recurrentes inventos, de nuevas mezclas y creaciones chocolateras, la guía internacional Le Guide de Croqueurs de Chocolat le entregó el reconocimiento como uno de los mejores chocolateros del mundo en 2012. Además, ha obtenido las medallas de Oro, Plata y Bronce en los International Chocolate Awards.
LAS JOYAS DE LA CORONA DE JOSÉ RAMÓN CASTILLO
En México, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sagarpa) le dio el nombramiento como el máximo exponente del cacao mexicano, mientras que la Universidad Cergy Pontoise en París le otorgó el título de “Maestro Chocolatero de las Américas”.
La bombonería y las trufas son las llamadas “joyas de la corona” del chef José Ramón, confeccionados con el cacao adquirido directamente de pequeños productores, indica. Los sabores son inimaginables: pulparindo, galleta oh-re-oh, arándano, motita de plátano, pay de limón, margarita, crema irlandesa, mango & chilli, maracuyá, néctar de guayaba y café de olla, por mencionar algunos.
En el catálogo, el chef José Ramón también maneja tablillas de chocolate con arroz inflado y algún sabor añadido como cardamomo, mango enchilado, té chai e, incluso, sabores veganos. Tampoco pueden faltar las florentinas, láminas de chocolate con una placa realizada de almendra fileteada bañada en caramelo y un toque de mantequilla.
El tiempo de creación de un sabor o una mezcla, comenta José Ramón, puede tomarle entre 15 días y un mes o a veces hasta algunas semanas más. Su objetivo siempre es que, al probarlo, el cliente no dude de que el sabor que está en su paladar es el mismo de la descripción de la pieza, sin dejar de lado la presentación, que también es una de las partes más importantes de un chocolate.
“Como Wonka, tuve un sueño, el tener una tienda, y aún persiste aquel donde busco que la gente sea feliz con mi producto. Y ello aplica a cualquier producto y emprendimiento que se busque crear. La idea es tener el objetivo de que tu producto genere felicidad en otras personas y dimensionar sus necesidades para después plasmarlas en este”, concluye. N