“Acuérdate de Acapulco”
Agustín Lara
En la lengua náhuatl clásica, Acapulco se traduce como “el sitio donde se destruyeron los carrizos”, siendo una composición de Acatl (carrizo), Poloa (destruir), y Co (lugar). Hace aproximadamente dos mil años, la ciudad fue fundada por los indios Tlahica, y según la mayoría de los historiadores, se le conocía como el “Lugar de Cañas”. Durante la época de la conquista, el Capitán Hernán Cortés eligió estratégicamente este puerto para la construcción de los primeros Galeones que se aventurarían a explorar los Mares del Sur, estimándose que este acontecimiento tuvo lugar a partir de 1525.
Un capítulo crucial en la historia de Acapulco se escribió en 1565, cuando don Fray Andrés de Urdaneta, en su viaje de regreso desde las Islas Filipinas, optó por desembarcar en la Bahía de Acapulco. Esta decisión marcó el inicio del famoso trayecto del Nao de la China, una ruta de navegación histórica que operó hasta el siglo XVIII y que inauguró una próspera época comercial con las valiosas mercancías provenientes de Oriente.
Hasta este punto, hemos explorado el origen de uno de los lugares donde incontables seres humanos, incluyéndome, han experimentado una inmensa felicidad. Sin embargo, en la actualidad, este lugar atraviesa una profunda crisis. Más de un millón de compatriotas, hermanas y hermanos, todos mexicanos, necesitan la compasión, el amor, el apoyo y la ayuda de personas provenientes de diversas regiones del país.
En este momento crucial, nadie puede ni debe quedarse al margen de la oportunidad de servir, de aliviar, de mostrar consideración de manera constante y tangible. Aunque no todos puedan estar físicamente presentes, me he ofrecido como voluntario, y considero que un ejemplo loable es la institución bancaria que no solo acepta las contribuciones en efectivo, sino que las duplica. Esto representa una clara muestra de generosidad excepcional, reflejando una visión humanitaria bendita. Algunos individuos de renombre internacional ya han aportado espléndidas sumas de dinero, destacando la solidaridad global en este momento de necesidad.
Por otro lado, más allá de las críticas dirigidas al Gobierno y a quienes lideran en diversos niveles y órdenes, es digno de destacar la decisión conjunta del sector empresarial con el Ejecutivo Federal. Desde el liderazgo gestado en Palacio Nacional, se ha tomado una ruta de acción valiente, viril y extraordinaria. Se han llevado a cabo las juntas y reuniones necesarias para que las festividades de Navidad y Año Nuevo se lleven a cabo en la medida de lo posible.
En este contexto, resalta la relevancia de la meta nacional para la realización del tradicional “TIANGUIS TURÍSTICO”. El monumental trabajo ya ha comenzado con el objetivo de que la reconocida oferta internacional esté operativa para el mes de abril. La meta incluye la restauración de 5 mil cuartos de hotel de los más de 25 mil afectados. Además, parece que la Asociación Nacional Bancaria tiene la ilusión de trasladar su evento anual a este lugar.
Este esfuerzo es digno de apreciación en toda su dimensión. El sector turístico está demostrando un compromiso excepcional para revitalizar este hermoso destino en menos de un año. Este logro será posible gracias al liderazgo de los 5 Titanes de la industria, auténticos genios y conocedores sin igual del bello puerto. Se anticipa que Acapulco será remozado en su totalidad prácticamente. En reconocimiento a su entrega y cariño a México y, en particular, a Acapulco, expreso mi sincero y fuerte aplauso de felicitación.
Antes de llegar al cierre de este escrito, al conmemorarse un mes desde la tragedia en esta semana que inicia, deseo compartir algunas alegrías que experimenté en el puerto. No puedo concluir sin resaltar que, desde la triste noche del 25 de octubre, no he dejado de elevar mis oraciones por mis hermanos y hermanas guerrerenses que atraviesan momentos difíciles. Les envío bendiciones y con el corazón en la mano les deseo que, como el ave fénix, pronto vuelvan a volar alto. Mis oraciones estarán con ustedes y sus familias.
Termino con un par de anécdotas muy personales, ya que considero que son los gratos recuerdos los que deben servir como cimientos para empezar de nuevo. Queridas amigas, apreciados amigos, admirados lectores y respetables acapulqueños, les agradezco por su atención y comparto estas vivencias como un recordatorio de la fuerza y la resiliencia que caracterizan a Acapulco y a su gente. En medio de la adversidad, recordemos que los momentos felices pueden ser la luz que guíe nuestro camino hacia la reconstrucción.
Hace exactamente medio siglo, sumergí mis sentidos por primera vez en las encantadoras playas de La Condesa, Puerto Marqués, La Roqueta, incluyendo Caleta y Caletilla. Quien ahora teclea acababa de cumplir 11 años en aquel entonces. Bajo la guía de mi entrañable tío Rodolfo Richard González y acompañado por mi adorada tía Yolanda Mora Quiñónez, viuda de Richard, disfruté de este inolvidable momento junto a mis primas Berzy, Haide, Lorena, Natalia y Norma, las niñas más bonitas de la Capital. Conmigo estaban también mis primos Ramón y Rodolfo (aunque creo que este último aún no había nacido, no estoy seguro).
Recuerdo vívidamente cómo nos subieron a la camioneta del año de mi tío (a él le encantaban los carros, o coches, como dicen mis hermanos chilangos). Durante más de 8 horas, transitamos por la carretera hasta llegar al entonces nuevecito Hotel Posada del Sol. Han pasado ya 50 años desde aquel día, y hasta la fecha, he tenido el inmenso privilegio de visitar Acapulco cientos de veces, principalmente por razones laborales.
La última visita, realizada apenas el pasado mes de enero de este luminoso 2023, será inolvidable por razones evidentes. Las experiencias compartidas en este hermoso destino a lo largo de los años han dejado huellas imborrables en mi memoria, y Acapulco siempre ocupará un lugar especial en mi corazón. La razón detrás de mi última visita a Acapulco es tan básica como sencilla: celebré allí mi matrimonio con mi amada Gemy. Durante una semana, fuimos y seguimos siendo la pareja más feliz del mundo. La actual situación en Acapulco nos duele profundamente en el alma. Desde lo más sensible de mi tristeza, les envío un abrazo lleno de emoción, orando fervientemente por la pronta recuperación de este lugar que consideramos el más bello del planeta tierra. Que la fuerza y la resiliencia de Acapulco prevalezcan en estos tiempos difíciles.
Hasta siempre, buen fin. N