Empeora la crisis migrante en Aguascalientes: envían decenas de agentes migratorios para impedir que viajen en el tren
Esté sábado, cerca de 4 mil migrantes, en su mayoría venezolanos, fueron retenidos en los patios de Ferromex, ubicados en el municipio de San Francisco de los Romo. Cerca de las 9 de la noche, comenzaron a entrar a esta demarcación, y aún con el tren en movimiento, varios comenzaron a bajarse de los vagones al ver que había voluntarios en la Estación Chicalote (muchos de ellos niños) repartiendo agua y comida, víveres que se terminaron en cuestión de minutos.
Mientras el tren seguía avanzando, sus pasajeros gritaban “¡Viva México! y hacían sonar sus cornetas. Más adelante, al entrar a la propiedad de Ferromex, el tren se detuvo. Cerca, en un crucero en la salida de las instalaciones, otro grupo de voluntarios alistaba botellas de agua, suero, tortas, medicina y ropa. Había al menos tres familias que se organizaban y acarreaban garrafones de agua. Detrás de ellos, la Cruz Roja alistaba zapatos y se preparaba para brindar atención médica. Del otro lado de las vías, una patrulla de la policía municipal se hacía presente, manteniéndose al margen.
“Primero empezamos a repartir medicamentos, ibuprofeno, paracetamol. Tenemos casi tres semanas viniendo”, explica una de las voluntarias, que viene acompañada de toda su familia. “Cada tren llega con al menos mil personas, pero ha ido en aumento. Debido a los operativos del gobierno, en lugar de reducir el flujo, se está incrementando”, detalla Yadhira Esparza, una de las principales coordinadoras del voluntariado, y quien más tarde se enfrentaría al personal del INM. “ En este tren, vienen hasta 4 mil migrantes”, apunta. Pero su familia solo trae 100 tortas empaquetadas, agua con suero y embotellada. Todo pagado de su bolsa. Junto a ella hay voluntarios del municipio de Aguascalientes, de San Francisco de los Romo y de Pabellón de Arteaga.
Ese mismo día, más temprano, en el municipio de Cosío, otro tren cargado de cientos de migrantes ya habían sido rodeados por personal del Instituto Nacional de Migración. Querían bajarlos a todos. Pero no lo lograron.
“¡No se vayan a bajar!” Llegan agentes migratorios
En el primer punto, antes de que el tren se detuviera, los voluntarios comenzaron a gritar advertencias. “¡No se vayan a bajar, está migración!”, decían, pues sus compañeros les habían advertido de la llegada de las camionetas blancas, tipo urban. Los migrantes callaron y escucharon, pero entre los gritos, y el sonido estruendoso del tren, no lograban entender mucho.
Más adelante, en el crucero, el segundo grupo de voluntarios seguía esperando. Los minutos pasaban y el tren no avanzaba. Algunos migrantes, todos hombres, se animaron a bajarse de los vagones y a correr hacia los voluntarios. Rápidamente, tomaban agua y comida, para ellos y para sus hijos.
Pero al tratar de volver, se encontraron con una barrera de al menos una treintena de agentes migratorios. Con lámparas, destellaban a los migrantes, pero también a voluntarios y a reporteros. Ya no los dejaron volver con sus familias.
Con desesperación, los migrantes explicaban que tenían a sus familias en el tren, que solo querían llevarles agua y comida. Que tenían niños esperando, cuya salud ya se estaba deteriorando. Que no podían dejarlos solos.
Pero los agentes fueron inflexibles. Tampoco dejaban que los voluntarios acercaran agua. Y tenían un punto: estaban en propiedad privada, y ése era territorio Ferromex. Pero pese a que tienen seguridad privada, el operativo está repleto de agentes del gobierno federal, a los que más tarde se sumarían elementos de la Guardia Nacional.
Voluntarios se enfrentan al INM
“Ustedes también son padres, son esposos, compadezcanse de la gente que está ahí afuera.” decía Yadhira, parada en medio de las vías, dirigiéndose a la barrera de migración. Pero no obtuvo ninguna respuesta. El personal del gobierno federal solo destellaba sus lámparas, y vigilaba de cerca que nadie volviera a los vagones. Había migrantes que comenzaban a murmurar que les habían puesto una trampa, que les ofrecieron agua para bajarlos y separarlos de sus familias.
La desesperación aumentaba y los migrantes aún no podían regresar. Tampoco sabían si los llevarían a algún otro lado, pese a que la estación de la delegación del INM en Aguascalientes está cerrada desde la tragedia en Ciudad Juárez, cuando tras el incendio y la muerte de decenas de personas, la Comisión Nacional de Derechos Humanos cerró varías instalaciones a lo largo del país.
Aún así, en ningún momento hubo presencia de personal de la CEDH en este punto. Ni de personal de gobierno del estado.
Momentos después, tras la presencia de las cámaras de los medios, y de los cuestionamientos de los voluntarios, uno de los coordinadores de migración se acercó a ellos, anunciando que habían decidido permitir el retorno de los migrantes al tren. Los hombres corrieron, mientras los voluntarios aplaudían y les decían que se llevaran todos los víveres que pudieran.
“¡Viva México!” Gobierno Federal cede y acepta apoyar a Estados Unidos
Apenas el viernes, se llevaron a cabo reuniones entre representantes del gobierno mexicano y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU. Ahí, se acordó la implementación de medidas para lograr que el flujo de migrantes que llegan a la frontera norte pueda descender. Principalmente, se trata de impedir que se siga utilizando el tren como medio de transporte.
Y es que el cierre temporal de un puente internacional, y el paro de decenas de trenes de carga en México causó impactos económicos en ambos lados de la frontera.
Varios minutos después, cerca de la medianoche, el tren salió de los patios de Ferromex. Los voluntarios arrojaron a los vagones lo que les quedaba: algunas botellas de agua y algo de comida. Detrás de ellos, el personal de migración volvió a las camionetas, y se marchó. Los voluntarios creen que los migrantes serán retenidos en algún otro punto del país. Uno donde nadie pueda ver como los bajan del tren.
Miles de migrantes se despiden en la madrugada, gritando “¡Viva México!”.