Vivimos un PRESENTE apresurado, incluso incomprendido, nos activamos a hurgar en el pasado para encontrar restos y alicientes de lo que somos. En otra avenida nos poseemos en el futuro tratando de afectarlo con “precogniciones”, imágenes provocativas de lo inconocible. En medio, el presente se debate en el abandono y la nostalgia, la desidia y la imaginería. Se produce una evasión del ahora como nunca ocurrió, los recuerdos, las costumbres, las tradiciones…, se satisfacen con un “padecimos épocas peores en que se vivió mejor”. Se emprende una adicción a estar en lo que en el tiempo aun no es, en exageradas ideas de mostrar cómo será el mañana. Padecemos una lucha frontal entre evocación e intención. No hemos podido conectar pasado y porvenir desde el ahora.
El presente olvidado es una negación ontológica, lo que somos, lo que es “el mundo de la vida”, es abandonado por las prisas de lograr más poder, lo marginan para lograrlo en el porvenir. Un agujero negro social que pierde la gravedad para dejar un vacío lacerante. El presente no es piragua que transita de ayer a mañana, es gran avenida para ser transitada de la manera más amplia y ética, sabemos que lo que solo recuerdan nuestros ojos nos muestran la pérdida de la concentración, es preciso su unidad con el intelecto. La felicidad no se da en la evocación, ni se produce en la imaginación futurista. Hoy es la clave de la vida, es el tiempo de la vivencia, cuando nos damos cuenta de que algo ocurre.
En la esquina de enfrente se posesionan los profesionales, que tanta amargura le producen el jefe del ejecutivo federal, una pléyade de estudiosos, expertos, científicos, filósofos…, especialistas en las diversas actividades de la sociedad que ponen la vista en el faro del futuro. Parecen mujeres y hombres con talentos surgidos de las páginas de Julio Verne, Toffler, Orwell…, un ejército verdadero para las nuevas batallas, las del conocimiento, son quienes constituyen la verdadera “guardia nacional” con base en las virtudes que la cultura nos comparte y nos hereda, con las esperanzas de los pueblos generosos, una guardia nacional fundada en sueños futuristas que juzgan en “ensayo y error” lo que llegará por vía del proyecto, por eso es admirable, pues son trabajo guiados por la alteridad, el “Otro” es menester y, su gozo llegará posteriormente.
La precipitación de lo instantáneo produce un tsunami de obsolescencia sobre la actualidad moderna, el anacronismo se apodera de la realidad científica, más rápido de la tecnología, la filosofía modera las formas diferenciadas del tiempo. La posmodernidad nos abrazó caprichosa e irresponsable frente a la vertiginosidad de la velocidad de la luz como constitutiva de la nueva realidad, no hay manera de detenerla. Empero, es cuando se producen imperios de realidades anticuadas, se produce un cruce con procedimientos superados, la paradoja es que inteligencia no se detiene, el reciclaje se pone en la escena como nunca, del viejo baúl surgen modas que intentan sobrevivir “una vueltita más” salen vencedores la novedad, el diseño, los materiales, las nuevas costumbres sustentables…
Padecemos un presente político en la que el poder se apresura a más poder, en todos sentidos y con ello la afectación del tiempo de ejercerlo. Los lideres políticos son muertos prematuros, por una razón simple, no viven plenamente el instante, que es el único momento vivible, viven angustiados por la ontología de mañana, que no pueden saber cómo será. Sus discursos muestran ser fugitivos del ahora que no comprenden. Al conquistar los gobiernos pierden la ética política y se hacen solo de las formas y actitudes de poder. Este es el gran daño que el pueblo reclama y muestra en la pérdida de confianza, el deterioro de los partidos, la incredulidad en los líderes. Ello engendra confusiones, aturdimientos, entorpecimientos, enredos. Cuando el político se fuga del ahora deja a los pueblos sin evocaciones, sin esperanzas enajenación que pretende instalar “su futuro”. Por ejemplo, “las mañanitas mexicanas” son didácticas del ejercicio del poder que mucho nos sorprende y atonta, nos enajena y estresa, de un estrado surge una voz, esa voz tensa el tiempo e impone una agenda a modo y fuera de tiempo, la controversia entre conservadores y liberales como fotografía detiene el tiempo e inhibe del debate.
Vivir el presente de una manera feliz se le conoce como “resiliencia”, que de forma simple es la capacidad humana por la que se recupera de las caídas, la manera adecuada como se levanta. Un grito ciudadano frente a los políticos es ¡vivan el presente!, no se pierdan en el pasado ni deliren el futuro. Es urgente vivir feliz el presente, no idealizar el mañana, que es un anzuelo irreal de los políticos. El porvenir se atiende con proyectos.