Una simulación apunta a que una guerra nuclear entre Rusia y la OTAN podría conducir a un escenario terrible que, en cuestión de horas, ocasionaría la muerte de millones de personas en todo el mundo.
Titulado Plan A, el audiovisual de cuatro minutos que desarrolló un equipo de investigadores del Programa de Ciencias y Seguridad Global, en la Universidad de Princeton, ha vuelto a despertar interés a consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania.
En un escalamiento significativo de la agresión iniciada en 2014, el pasado 24 de febrero las fuerzas de Rusia comenzaron a internarse en territorio ucraniano a través de varios frentes.
Y aunque nadie sabe si Vladimir Putin llegará al extremo de recurrir a las armas nucleares, el escalamiento del conflicto ucraniano está impulsando un debate sobre la posibilidad de que estalle una guerra nuclear.
“Por lo que hemos observado hasta ahora —y pese a que muchos analistas opinan que el riesgo es ‘pequeño’—, esta es la peor crisis con potencial nuclear en la que Rusia y la alianza Estados Unidos/OTAN se han enfrentado desde la Guerra Fría”, dijo a Newsweek el Dr. Alex Glaser, uno de los creadores del Plan A.
“Es de esperar que una situación como la que estamos viviendo ocasione fallos de comunicación entre las partes en conflicto. Pero este problema se exacerba debido a que Moscú y Estados Unidos/OTAN mantienen abiertas muy pocas líneas de comunicación”, prosiguió Glaser, profesor asociado de la Escuela de Relaciones Públicas e Internacionales y del Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial, ambos en Princeton.
ARSENALES NUCLEARES A LA MANO
Hace algún tiempo, Estados Unidos y Rusia abandonaron sus históricos tratados de control nuclear y ambos bandos empezaron a desarrollar nuevos tipos de armamento. A la vez, ampliaron el repertorio de circunstancias que autorizan al uso de arsenales nucleares.
Si bien fue creada inicialmente para una exhibición celebrada en 2017, en la Galería Bernstein de Princeton, los autores de Plan A decidieron hacer pública su simulación en un video divulgado en YouTube, en 2019, con el objetivo de poner de relieve las consecuencias “potencialmente catastróficas” de una guerra nuclear entre Rusia y Estados Unidos.
A decir de Glaser, luego del enorme interés inicial que despertara dicho video, la cuenta de visualizaciones no volvió a aumentar gran cosa hasta fines de febrero de 2022, cuando Rusia invadió Ucrania y Putin emitió una declaración en la que insinuó la posibilidad de recurrir a las armas nucleares. A partir de ese momento, la simulación ha recibido más de un millón de visitas.
El Plan A detalla la manera como un intercambio nuclear localizado evolucionaría, rápidamente, en una catástrofe global. Y, a juzgar por las evidencias, el escenario que presenta la simulación se vuelve muy factible.
“Nuestro equipo se basó en evaluaciones independientes sobre la postura actual de Estados Unidos y Rusia, sus preparativos para una guerra nuclear, y sus objetivos armamentistas”, reveló Glaser.
CÓMO SE SIMULÓ LA GUERRA NUCLEAR
“También utilizamos conjuntos de datos referentes a las armas nucleares desplegadas en la actualidad, su rendimiento explosivo, los posibles blancos de las armas específicas y el orden de batalla en que serían implementadas —incluidos sus objetivos y el orden a seguir en cada etapa de la guerra—, para representar la evolución del conflicto nuclear”, añadió.
“Claro está —advirtió Glaser—, no tuvimos acceso a la información clasificada. Así que, en muchos casos, recurrimos a reglas ‘simples’ para precisar el tipo de arma asignada a cada objetivo”.
A fin de determinar las bajas y la mortandad inmediatas en cada etapa del conflicto, el equipo de investigadores usó los datos de NUKEMAP, herramienta en línea que desarrolló el Dr. Alex Wellerstein, profesor de historia de la ciencia en el Instituto de Tecnología Stevens, y especialista en historia del armamento nuclear.
“Nuestros cálculos apuntan a que las primeras horas del conflicto dejarían más de 90 millones de muertos y heridos”, sentenció Glaser. “Sin embargo, la mortandad real aumentaría de manera significativa debido al colapso de los sistemas médicos, así como a la lluvia radiactiva y demás efectos a largo plazo, incluido un posible invierno nuclear de escala global”.
UN DISPARO DE ADVERTENCIA
La simulación inicia en el contexto de un conflicto convencional, en el que Rusia —en un intento de disuadir a la alianza Estados Unidos/OTAN— lanza un disparo de advertencia desde una base próxima a la ciudad de Kaliningrado, a lo que la OTAN responde por aire con un único ataque nuclear táctico.
El intercambio nuclear se extiende con rapidez por Europa, adonde Rusia envía 300 ojivas vía aérea y misiles de corto alcance para detener el avance de las fuerzas de la OTAN y destruir las bases de la organización.
Frente a la destrucción de gran parte del Viejo Continente, la OTAN recurre a los misiles estadounidenses desplegados en tierra y en submarinos para lanzar unas 600 ojivas contra las fuerzas nucleares rusas. No obstante, antes de que la alianza destruya sus sistemas de armas, Rusia dispara misiles adicionales desde silos, vehículos terrestres y submarinos.
Llegada la etapa final del conflicto, y en un intento para impedir que el adversario pueda recuperarse, tanto Rusia como la alianza destruyen las 30 ciudades más populosas y los centros económicos del otro bando. Para ello, lanzan entre cinco y diez ojivas nucleares contra cada objetivo enemigo, dependiendo del tamaño de la población.
Si bien el título del video apunta a que la secuencia de eventos descrita obedece, meramente, a un esquema estratégico estándar, una guerra nuclear de semejante escala podría considerarse el “escenario más grave”, comentó Glaser.
CONTIENDA NUCLEAR TOTAL
“Una vez franqueado el umbral nuclear, sería muy difícil evitar que las agresiones escalen a una contienda nuclear total. En otras palabras, el conflicto pasaría de un disparo aislado a una guerra nuclear táctica en Europa, con ataques de contrarréplica y, finalmente, ataques de contravalor. Es decir, la destrucción de ciudades populosas y centros económicos con la finalidad de impedir la recuperación del bando contrario”, detalló Glaser.
Aun cuando cabe la posibilidad de que el intercambio nuclear sea “limitado” y que el otro bando opte por retirarse o recurra únicamente a las armas convencionales, los responsables de tomar decisiones podrían verse muy presionados para responder de la misma manera y privar de la ventaja al bando que inició la agresión.
Como cabe suponer, una conflagración nuclear tendría consecuencias “inimaginables” para la vida en la tierra, advirtió Glaser.
“Más allá de la mortandad y el sufrimiento inmediatos, y del colapso económico y social en los años posteriores a la guerra, la catástrofe se exacerbaría con el fenómeno del invierno nuclear”, vaticinó Glaser, refiriéndose a los hallazgos de un estudio que afirmó que un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y Rusia cobraría las vidas de más de 5,000 millones de personas.
“Ni siquiera me atrevo a especular sobre el tiempo que la humanidad demoraría en recuperarse”, concluyó Glaser. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).