Inspirado por el compositor húngaro Béla Bartók y por el director de orquesta ruso Ígor Fiódorovich Stravinski, Duane Cochran, de 67 años, da pasos firmes para satisfacer las necesidades estéticas de los seres humanos mediante el arte. Bailarín, coreógrafo y pianista, encontró en esta triada una oportunidad para comunicar sus sentimientos valiéndose de la imagen y el sonido. Bajo el nombre de “Huellas D1 Historia” celebrará 30 años de su compañía Aksenti Danza Contemporánea, en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, en la capital de México, el próximo 16 de agosto.
“Cuando yo era niño, mientras tocaba mis partituras, siempre veía bailarines en mi cabeza. La imagen es todo, igual que la lectura y cine para mis creaciones”, recuerda el también pianista titular de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM). Originario de Detroit, la ciudad más grande del estado de Michigan, Estados Unidos, y primogénito de seis hermanos, tuvo su despertar por las artes a los ocho años, cuando inició sus clases de piano.
“Mi padre me decía que, para lidiar con este mundo gobernado por los blancos, tenía que sobresalir. Me enseñaron mucha cultura, en contraste con lo que en la comunidad negra eran drogas y prostitución”, comenta en entrevista con Newsweek en Español.
A pesar de sus dones artísticos, el racismo estructural de Estados Unidos lo alcanzó. El sombrío pasado de Detroit arrastró una violencia verbal en su contra. Desde inicios del siglo XX, esta ciudad recibió un gran flujo de afroamericanos que escapaban del sur, donde la raza blanca aplicó la segregación permitida por las llamadas “leyes de Jim Crow”.
“A los 18 años salí de la casa y me fui. Me becaron en la Universidad de Michigan. En la preparatoria no sufrí discriminación porque vivíamos en un gueto. En la universidad, sí; fue cuando sentí que estaba en Estados Unidos”, dice.
AMOR POR MÉXICO Y PIANISTA DE LA UNAM
A los 22 años viajó a México para vacacionar por 15 días, pero terminó por quedarse más de 40 años en el país. Entre sus remembranzas describe un verano de 1977, durante el mandato del expresidente José López Portillo. En sus planes estaba regresar a Estados Unidos para estudiar una maestría en The Juilliard School, un conservatorio de artes situado en Nueva York. Sin embargo, una oferta laboral cruzada con el amor lo hizo permanecer en tierras aztecas.
“Me ofrecieron trabajo. Como fue en verano, pensé en quedarme un par de meses, ganar dinero y después regresar porque me habían becado en Juilliard. Dije: en septiembre voy a la escuela y ya, pero pasó el tiempo. Conocí también a mi primera pareja”, menciona entre risas.
Así, su equipaje de dos semanas se convirtió en un hogar de casi 46 años. Durante sus primeros años en el país tocó en la Orquesta Sinfónica de Xalapa y del Estado de México. Posteriormente se integró a la Filarmónica de la Ciudad de México por invitación de Enrique Bátiz.
Emotivo, comparte haber disfrutado del monólogo El Diario de un loco, escenificado por Carlos Ancira, y de leer La familia Burrón, historieta de Gabriela Vargas.
“Tuve que ir preguntando el caló, pero con todo aprendes el español. Aunque había muchos estadounidenses, yo quería adentrarme en la cultura mexicana”, apunta.
“Casualidad” es el término que nombra cuando es cuestionado sobre cómo llegó a la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El pianista anterior, José del Águila, ya llevaba varios años en la OFUNAM y era momento de jubilarse, pero faltaban tres años.
En un principio, Duane comenzó por honorarios para sustituir al maestro, después se abrió la plaza y quedó contratado. Hoy lleva más de 30 años al frente.
AKSENTI Y LA RENOVACIÓN DEL MOVIMIENTO
Como complemento a su calidad artística, Duane Cochran estudió danza clásica con la maestra Denia Hernández en México. Practicó la técnica Graham con la maestra Victoria Camero y Horton, con el maestro Bernardo Benítez, director del Ballet Danza Estudio. Tiempo después, como bailarín realizó giras nacionales e internacionales.
Con su primera obra coreográfica, Lazos, participó en el XII Premio Nacional de Danza, donde ganó el primer lugar y una beca de especialización en coreografía en la escuela de Nikolais e improvisación de contacto en la de Movement Research, ubicada en Nueva York.
“La idea era desarrollar la obra y ya, pero con el premio sabía que algo debía hacer. A partir de ahí nace ‘Aksenti Danza Contemporánea‘ en 1991”, señala sobre la compañía que ha presentado más de 50 obras en estas tres décadas de trayectoria, años traducidos en esfuerzos y lecciones colectivas.
“HUELLA D1 HISTORIA”, EN EL PALACIO DE BELLAS ARTES
Para celebrar sus 30 años en la duela, Aksenti llevará una puesta en escena llamada “Huellas D1 historia”, en el Palacio de Bellas Artes. Abordará los relatos coreográficos de la compañía a través del tiempo, los cuales han dejado marca en los bailarines y el público. Dentro del programa se incluyen cuatro obras de repertorio que datan de 1990 y 2009:
- Down Under (2009): nominada a las Lunas del Auditorio, con música de Mario Lavista.
- El Cartero (1995): obra realizada tras el apoyo otorgado por el Fondo Nacional para las Culturas y las Artes (FONCA), a través del programa de Creadores Escénicos.
- Arrullo (1992): de las primeras obras de Aksenti.
- Ku-Ka-Llimoku (1996): obra encargada del Ballet Independiente para la clausura del Homenaje de los 75 años de la bailarina Guillermina Bravo.
“Como son cuatro obras, las estoy uniendo con intervenciones junto a la maestra Elisa Rodríguez, mediante una especie de entreactos. La unión es a través de cartas, porque hace 30 años era una de las maneras de comunicarse”, adelanta.
Concluye que, gracias a un estímulo fiscal para la danza, va a estrenar una obra titulada Tepalcates, de la cual refiere que “es más factible para una gira”. N