En los últimos 50 años, Estados Unidos ha sido gobernado por republicanos y demócratas en la presidencia, y como mayoría en el Congreso de manera alternada.
Los acontecimientos más recientes han demostrado que, mientras los demócratas parecen centrarse casi exclusivamente en ganar la presidencia y el Congreso, los republicanos buscan no solo ganar a este nivel, sino también a nivel estatal, a sabiendas de que las legislaturas estatales determinan los distritos electorales federales en cada estado.
De hecho, las legislaturas estatales son las responsables de gestionar las elecciones federales. En muchos estados gobernados por los republicanos, se aprueban normas y leyes electorales que pueden dificultar el voto de las minorías.
Estas minorías suelen votar por los demócratas, y las disposiciones que estipulan que las credenciales de identificación con foto sean un requisito (muchos pobres no pueden sacar licencias de manejar), que hacen que las casillas de votación sean de difícil acceso, y que reducen o eliminan el voto anticipado o el voto por correo, pueden marcar la diferencia en unas elecciones al Congreso.
En consecuencia, los republicanos ganan escaños en la Cámara de Representantes en un número mucho mayor de lo que supondría su voto agregado. Esto, a su vez, permite que una minoría de votantes se convierta en mayoría en la Cámara, como se espera que ocurra este próximo noviembre.
Cada uno de los estados también desempeña un papel relevante en la definición de la gestión electoral a nivel federal, como vimos en 2020, cuando el candidato republicano perdedor intentó que los secretarios de Estado y los gobernadores revirtieran el resultado a su favor.
REPUBLICANOS COMPROMETIDOS CON LA DIFUSIÓN DE MENTIRAS
Aunque no tuvo éxito, puso en evidencia el riesgo inherente al ignorar este potencial de corrupción del sistema por parte de los republicanos a nivel federal, que en este caso mostraron su desprecio por la ley.
El hecho de que la mayoría de los republicanos sigan planteando que las elecciones fueron robadas indica que el partido está plenamente comprometido con la difusión de mentiras para obtener el poder.
¿Cómo se ha llegado a este punto? En la década de 1970, los conservadores crearon una red nacional de emisoras de radio AM por medio de las cuales bombardearon sus mensajes las 24 horas del día.
Se enfocaron en dos temas fáciles de comprender: revertir el caso Roe vs. Wade sobre los derechos de las mujeres a abortar y rechazar cualquier forma de control de armas.
Consiguieron convencer a figuras republicanas clave, como Ronald Reagan. Como gobernador de California en los años 1960, Reagan firmó proyectos de ley más liberales a favor del aborto. También cuestionó por qué la gente necesitaba fusiles AK-47 para ir de compras.
La aparición de esos programas de radio en AM dejó ver el apoyo popular de la derecha a sus dos mensajes, y Reagan invirtió sus posturas antes de ganar la presidencia en 1980.
Cuando Rupert Murdoch creó FOX News en 2001, contrató al estratega republicano Roger Ailes para dirigirla. Con el firme apoyo de Murdoch, Ailes creó una eficaz máquina de propaganda para los conservadores de derecha.
Esta máquina republicana no tardó en crear su propia narrativa de falsedades que evolucionó hasta el punto en que hoy en día cuenta con la mayor audiencia de las noticias de la televisión por cable en Estados Unidos y sus espectadores habituales la consideran una verdad salida del evangelio.
VERSIONES ALTERNATIVAS DE LOS HECHOS
Rara vez FOX News invita a personalidades con un punto de vista que vaya en contra de la narrativa republicana. Cuando lo hace, suelen quedarse solos en medio de aduladores republicanos. De este modo, FOX News filtra la información y los puntos de vista que llegan a sus espectadores, y el resultado son versiones alternativas de los hechos.
Todo bajo el control de los republicanos. Además, los republicanos comenzaron a trabajar hace 50 años para cambiar la balanza a su favor en la Suprema Corte. Finalmente tuvieron éxito con Trump, que nombró a tres jueces conservadores. El resultado fue la revocación de Roe vs. Wade, y pronto se esperan más revocaciones a derechos fundamentales de minorías y el manejo del medioambiente.
Con los republicanos del Tea Party en 2010 y, más tarde, con Trump, los extremistas de derecha se han apoderado del partido, dejando marginados a los republicanos moderados.
Los demócratas no han tenido tanto éxito. Solo tienen 22 gubernaturas de 50 y controlan únicamente 50 por ciento de las dependencias estatales de las secretarías de Estado, que son las principales responsables de las elecciones.
En la actualidad, solo controlan 44 por ciento de las legislaturas estatales, los órganos que definen los distritos electorales y garantizan que los votantes de grupos minoritarios que suelen votar por los demócratas permanezcan como una minoría.
Los estrategas demócratas se centran más en las dependencias nacionales y, en consecuencia, pagan el precio cuando no pueden obtener una mayoría en las elecciones federales.
LOS DEMÓCRATAS CARECEN DE PARTIDARIOS
A los demócratas también les hace falta un mensaje fundamental que resuene entre los electores de centro y de izquierda, y también carecen de partidarios entusiastas en el centro. En lugar de votar por Hillary Clinton en 2016, muchos se quedaron en casa protestando para expresar descontento por su candidatura frente a la de Bernie Sanders. Y Trump ganó.
Los demócratas también se pelean entre ellos y muchas veces presentan mensajes contradictorios a los votantes que buscan un enfoque de centro por parte de un candidato que quiera lograr resultados para los electores. La actual lucha entre los demócratas de izquierda y los de centro ha hecho que el presidente Joe Biden parezca impotente e incapaz de controlar a su partido y unir al país.
Para ganar, los demócratas deben encontrar la manera de emular la apuesta al largo plazo de los republicanos. Para ello, deben reafirmar los valores fundamentales que defienden y desarrollar temas políticos clave que puedan apoyar unidos y que motiven al núcleo más amplio de partidarios demócratas, en especial a los menos comprometidos, a salir a votar.
También harían bien en buscar un grupo de líderes más jóvenes para que defiendan estos mensajes. Sus actuales dirigentes en la Cámara y el Senado son octogenarios, al igual que el presidente. Esto no tiene gran resonancia entre los votantes más jóvenes, que exigen acción en lugar de reflexión y que parecen querer líderes que se lancen a la yugular.
Dada la realidad actual, aunque es probable que Estados Unidos siga dividido, si los demócratas no ajustan su enfoque, podemos esperar que la derecha siga dominando, quizá a costa de la democracia estadounidense. N
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Eduardo del Buey es diplomático, internacionalista, catedrático y experto en comunicaciones internacionales. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.