La longevidad de la población, estadísticamente, está aumentando. Esto significa que los adultos mayores deben sobrellevar por más tiempo los gastos de su día a día y, por ello, una buena administración de recursos o un buen fondo de ahorro pueden hacer la diferencia.
En 2017, uno de los informes expuestos por las Naciones Unidas realizado en 143 países, demostró este alargamiento en los años vitalicios de los adultos mayores.
Asimismo, el estudio indicó que, en América Latina, los países con mayor porcentaje de este sector de la población son Uruguay (24.3 por ciento), Argentina (18.6) y Bolivia (18). Por su parte, México concentra al 11.3 por ciento entre sus habitantes.
De acuerdo con Juan Cruz Acosta, director de SFI Servicios Fiduciarios, la calidad de vida en la vejez depende de varios factores. El primero, lo ideal, es contar con un capital propio que sea suficiente para mantenerse durante determinado tiempo.
El segundo, al no existir ese fondo de ahorro personal o ser insuficiente, dependerá del Estado en forma de jubilaciones, pensiones para las personas que han enviudado o la cobertura médica y social.
El tercero corresponde a la asistencia familiar o de vecinos y amigos que puedan hacerse cargo de esa persona en términos económicos y sociales.
APRENDER A VIVIR CON MENOS GASTO
“Uno de los problemas en la región latinoamericana es que la inversión a largo plazo nunca nos ha destacado porque nuestros sistemas no están preparados para 30 años de planificación”, indica Cruz Acosta. “Asumiendo que la persona no tiene un capital acumulado, es importante que se mentalice para aprender a vivir con el menor gasto y ahorrar la mayor cantidad posible y estar preparado para llevar una vida muy austera. O de plano tener un núcleo de dependencia de quien asista a esa persona”.
Asimismo, otras vertientes que tropiezan la posibilidad de ahorro para la tercera edad, en Latinoamérica, son la inflación, la inestabilidad económica y los temas cambiarios. Estos hacen que los ahorros sean más volátiles y han generado una mentalidad del “aquí y ahora” o previsora, señala el experto.
“En México, con base en los datos del Inegi, cuando hablamos de un adulto mayor es sobre una persona de 60 años de edad. Pero este concepto tal vez hay que revisarlo porque, con la nueva longevidad, un individuo de 65 o 70 años de edad es más activo que en el pasado.
“Según los datos, hay más de 15 millones de personas de 60 años y entre ellos aproximadamente el 10 por ciento viven solos. Ellos son quienes más preocupación generan”, concreta el director.
RECURRIR A LOS FAMILIARES
Al vivir solos, muchos gastos incrementan: cuidado personal, aseo, comida, compras e higiene. Ahí es cuando el Estado no puede generar un apoyo como tal, ya que las prestaciones suelen ser económicas.
De igual forma, Juan Cruz argumenta que estos apoyos deben recalcularse de forma actuarial porque la sobrevida de la población sigue en un constante estiramiento.
Para este tipo de situaciones, en las que los adultos mayores no están enfermos, pero no pueden valerse de sí mismos para realizar sus actividades, es cuando se debe recurrir a los familiares o amigos.
Otra solución es la previsión, utilizando el dinero solo para egresos fundamentales y planificar un extra de ingresos pasivos, como rentas o asistencia de terceros.
De igual forma, la pandemia ha acelerado estas situaciones, ya que muchas personas enviudaron de manera prematura, junto a los impactos psicológicos y de salud que han empeorado la situación de los adultos mayores en nuestra región.
No obstante, cada vez hay más gente que sobrepasa los 65 y 70 años de edad, por lo que es indispensable generar diversos apoyos y precauciones para su apoyo económico.
Entre las recomendaciones para los familiares, el experto comenta que lo primero por hacer es tratar de establecer el mínimo de gastos que esa persona requiere para vivir. Ello con el fin de eliminar gastos que se pudieran evitar, como la renta de la vivienda, al mudarse con otros familiares.
VIVIR MÁS TIEMPO
También es primordial estar pendientes de la cobertura de salud, distribuir las tareas y llevar una vida relativamente austera para tener la mejor calidad de vida posible de forma integral.
“Una persona que está feliz y se siente querida tiende a ser menos demandante que alguien que se siente abandonado”, explica Acosta.
“Hay que entender que esas personas van a vivir más tiempo del que estamos acostumbrados. Entonces, la primera medida es que el Estado comprenda que una parte de su población va a tener una vejez más larga, lo cual conlleva más cuidados de salud y cuidado personal. Asimismo, permitir que la gente se jubile más tarde y promover distintas formas de ahorro, no pagando tantos impuestos a partir de cierta edad.
“Estas son ideas al aire, pero imagina que un hijo, en lugar de pagar todos sus impuestos al Estado, pueda apoyar a sus padres económicamente para tener una mejor calidad de vida en la vejez. El Estado tiene un límite y no puede estar detrás de la persona como lo hace un familiar o un amigo”.
El director de SFI Servicios Fiduciarios concluye: “Hay que tomar una postura planificadora. No hay nada peor que saber que un problema va a ocurrir, tener herramientas a disposición, y no hacer nada. Lo peor es la inacción, no hacer nada agrava el problema”. N