El “experimento ruso del sueño” es el caso más impactante que quepa imaginar. En 1947, cinco hombres considerados enemigos del Estado fueron encarcelados en una instalación soviética dedicada a investigaciones militares secretas, donde estuvieron expuestos a un estimulante que inhibía el sueño.
Las autoridades prometieron liberar a los prisioneros después de los 30 días que duraría el experimento. Sin embargo, llegado el día 15, los soviéticos interrumpieron la prueba y abrieron la cámara cerrada, donde descubrieron una carnicería: un prisionero había muerto y los demás presentaban distintas formas de automutilación, incluida la evisceración (destripamiento).
Por otra parte, los supervivientes habían desarrollado una fuerza sobrehumana, así como resistencia a diversos fármacos y sedantes. Estas condiciones los llevaron a asesinar a uno de los soldados que trataron de hacerlos salir de la habitación.
A pesar de los detalles espeluznantes —muchos de ellos compartidos en línea por usuarios que aceptan la veracidad del relato—, el “experimento ruso del sueño” no es otra cosa que una de las muchas anécdotas de horror que se han diseminado en la internet en las últimas dos décadas.
CREEPYPASTA, UN GÉNERO NARRATIVO
Este género narrativo se conoce como “creepypasta”, nombre que combina la palabra inglesa “creepy” [espeluznante] con el término “copypasta”, acuñado en 2007 en el sitio 4chan y que, según explican The New York Times y el sitio Know Your Meme, hace referencia al procedimiento de cortar y pegar un texto.
Aun así, eso no impidió que esta ficción soviética llegara a la pantalla como un cortometraje exhibido en 2015.
Igual que otras historias creepypasta —y a diferencia de las leyendas urbanas tradicionales—, es posible rastrear el origen del “experimento ruso del sueño” hasta la página Wiki “Creepypasta”, afirma el Dr. Joe Stubbersfield, profesor de psicología en la Universidad de Winchester, Reino Unido, donde estudia las predisposiciones cognitivas y la propagación de la desinformación, incluidas las leyendas urbanas.
En entrevista con Newsweek, el psicólogo explica que las leyendas urbanas y la creepypasta tienen un algo en común: “Ambas se cuentan como historias verdaderas, aun cuando el narrador no las crea. La teatralidad es parte del atractivo que envuelve los dos géneros”.
¿A QUÉ SE DEBE LA POPULARIDAD DE LA ANÉCDOTA?
En el caso del “experimento ruso del sueño”, Stubbersfield dice que la historia nos parece cierta porque encaja dentro de la percepción popular en torno de los experimentos antiéticos realizados en seres humanos durante la década de 1940, incluidos los de la Segunda Guerra Mundial y los estudios de privación del sueño que la CIA llevó a cabo algún tiempo después.
Al respecto, el investigador cuenta a Newsweek sobre su visita a un museo de Budapest que opera en lo que fueran las instalaciones de la policía secreta del gobierno comunista, en cuyo sótano recrean unas celdas donde los prisioneros tenían que mantenerse de pie.
“Si obligas a un individuo a permanecer despierto durante mucho tiempo terminas por volverlo más sugestionable”, agrega. “La privación del sueño, la sugestión humana… esos factores evocan un montón de cosas que ocurrieron en el pasado. Por ello plantean la duda de que pueda haber algo de verdad en el relato”.
Por otra parte, el elemento sobrenatural —en particular, el hecho de que las víctimas fueran capaces de autoinfligirse lesiones y seguir vivas— contribuye a incrementar el atractivo de la anécdota.
Stubbersfield señala que sus investigaciones sobre leyendas urbanas demuestran el concepto psicológico de que los humanos tenemos cierta predisposición a aceptar conceptos mínimamente contradictorios.
“Los relatos, los cuentos de hadas y las leyendas urbanas más exitosos, como el ‘experimento ruso del sueño’, incluyen una pequeña cantidad de elementos contradictorios dentro del contexto general. Elementos apenas suficientes para que la historia nos resulte intuitiva o normal”, añade.
“Cuando una anécdota contiene demasiados elementos que contradicen nuestras expectativas del mundo real, la encontramos menos atractiva y menos memorable”.
EL LÍMITE ENTRE LEYENDA URBANA Y TEORÍA CONSPIRATIVA
El trabajo de Stubbersfield lo ha llevado a investigar la popularidad de las teorías de conspiración. Aunque contienen elementos contradictorios, explica, también suelen incluir algún elemento amenazador.
Trátese de teorías sobre la salud (como el extendido rumor de que las vacunas son dañinas o causan infertilidad) o de amenazas a la libertad, las teorías de conspiración plantean un tipo de peligro diferente del que contienen las leyendas urbanas, las cuales suelen centrarse en amenazas mucho más improbables, como los asesinos en serie.
“Las leyendas urbanas no tienden a ser parte importante de nuestra percepción del mundo”, afirma Stubbersfield. “En cambio, las teorías conspirativas sí lo son, porque explican cómo funciona nuestro mundo, cosa que no hacen las leyendas urbanas ni la creepypasta”.
Es posible adaptar la narrativa a un entorno o a las amenazas percibidas en el nivel local, prosigue el psicólogo. Propone el ejemplo de la campaña de vacunación antipolio llevada a cabo en Paquistán. Ahí los teóricos conspirativos afirmaron que la CIA estaba promoviendo la vacuna para esterilizar a la población musulmana del país.
Por último, Stubbersfield señala que una tendencia interesante es que el creciente número de versiones en línea está modificando el papel de la predisposición cognitiva en la transmisión de leyendas.
Hace años, las leyendas urbanas más memorables tenían mayores probabilidades de transmisión. Pero, hoy día, las comunicaciones electrónicas han vuelto innecesario que el narrador recuerde todos los detalles de la historia. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).