Las mordeduras de serpientes y arañas venenosas son incidentes dolorosos que amenazan la vida de quienes tienen la mala suerte de sufrir el ataque de estos animales ponzoñosos. No obstante, un equipo de científicos acaba de descubrir que el veneno introducido en el cuerpo de la víctima podría ser incluso más peligroso de lo que se creía.
El veneno de serpientes y arañas tiene efectos muy desagradables que abarcan desde la destrucción de tejidos en la zona de mordedura hasta parálisis cuando las toxinas dañan el cerebro y el sistema nervioso periférico.
Además de peligrosos, también se cree que el veneno animal es una sustancia estéril. Es decir, no contienen bacterias porque, al menos en teoría, esas toxinas están repletas de sustancias antimicrobianas.
Aun así, alrededor de 75 por ciento de los 2.7 millones de víctimas de mordeduras ponzoñosas desarrolla infecciones en el área afectada. Esta complicación es atribuida a las bacterias que ingresan en la herida abierta más que a los patógenos que pueda transferir la mordedura misma.
Sin embargo, los científicos ya no están tan seguros de eso. Un grupo de investigadores del Reino Unido obtuvo pruebas contundentes de que las bacterias son capaces de evolucionar para sobrevivir en las glándulas venenosas de los animales; e incluso en el veneno líquido, pese a su alta toxicidad.
BACTERIAS MUTANTES
Mientras estudiaban los venenos de cinco especies de serpiente y dos variedades de araña, los investigadores británicos encontraron que todos contenían ADN bacteriano.
Luego de secuenciar dicho ADN, el equipo descubrió que las bacterias en cuestión habían mutado para volverse resistentes al ambiente implacable del veneno.
“Es [un hallazgo] extraordinario, porque el veneno es una suerte de coctel de antibióticos tan concentrado que ninguna bacteria debería ser capaz de resistirlo”, declara el comunicado que emitió el Dr. Sterghios Moschos, profesor asociado de ciencias celulares y moleculares en la Universidad de Northumbria, Reino Unido, y autor principal del estudio.
“Ahora resulta que no solo resistieron, sino que mutaron dos veces usando los mismos mecanismos”, añade.
Los científicos identificaron una bacteria muy particular (Enterococcus faecalis) en el veneno de la cobra escupidora de cuello negro (Naja nigricollis).
Moschos explicó que, una vez aislada, sus colegas expusieron la bacteria a las concentraciones del veneno más altas que pudieron conseguir, y observaron que el microbio “crecía felizmente” en aquellas condiciones tan tóxicas.
UN ESQUEMA DE ANTIBIÓTICOS
A modo de comparación, el científico señala que una bacteria nosocomial típica habría muerto casi de inmediato al entrar en contacto con el veneno.
En opinión de los investigadores, el hallazgo demuestra que, además de las medidas necesarias para combatir la toxicidad del veneno, el tratamiento para las víctimas de animales ponzoñosos debe incluir un esquema de antibióticos.
“Estos resultados confirman que las bacterias evolucionan para sobrevivir en uno de los ambientes más extremos del planeta. Y que la terapia para las mordeduras venenosas también debe incluir medidas para combatir infecciones”, escriben los autores en su estudio.
Titulada “Bacterial Adaptation to Venom in Snakes and Arachnida” (Adaptación bacteriana al veneno de serpientes y arácnidos), la investigación figura en la edición del 23 de mayo de 2022 de la revista Microbiology Spectrum. N
(Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek)