Tal vez hayas oído hablar de la atención plena y su importancia para la salud mental. Pero, ¿alguna vez has pensado en el bienestar intelectual? Es bien sabido que el alimento y el ejercicio son indispensables para la salud física. Sin embargo, igual de importante es ejercitar el cerebro, así como desarrollar y nutrir la mente.
Según el Center for Wellness and Health Promotion (Centro para el Bienestar y la Promoción de la Salud), de la Universidad de Harvard, los beneficios del bienestar intelectual incluyen:
- Mejor cognición.
- Mejor concentración y memoria.
- Razonamiento más claro.
- Experimentar una vida más estimulante.
- Desarrollar valores y opiniones personales.
- Mentalidad más amplia.
¿QUÉ ES EL BIENESTAR INTELECTUAL?
En resumidas cuentas, bienestar intelectual es “el bienestar de la mente”, responde Michael Ebinger, director de University Center for Innovation (Centro Universitario para la Innovación), en la Universidad Estatal de Washington en Spokane (WSU), quien habló sobre el bienestar intelectual durante una presentación TEDx Talks.
Randy McCoy, ejecutivo para liderazgo de productos en The Little Gym —centro para desarrollo físico y enriquecimiento infantil de Arizona—, indica a Newsweek: “El bienestar intelectual tiene que ver con el deseo y la capacidad de expandir nuestros conocimientos y habilidades mediante el aprendizaje continuo, la curiosidad productiva, el razonamiento creativo y la exploración”.
Ebinger divide el bienestar intelectual en sus elementos esenciales. A saber:
- Aprendizaje activo durante toda la vida (también llamado aprendizaje constante o aprendizaje continuo).
- Apertura a ideas nuevas.
- Participación en actividades creativas (como escritura, fotografía, asistencia comunitaria).
- Leer “de todo”, desde los clásicos hasta obras de autores contemporáneos.
- Estar al día en temas de actualidad.
- Practicar pasatiempos.
- Conectar con las artes.
CÓMO MEJORAR EL BIENESTAR INTELECTUAL
Mejorar el bienestar intelectual es “practicar o sumergirnos” en los elementos antes citados, expone Ebinger.
Por ejemplo, “acostumbro a escuchar música clásica y, además, estudio violín. Sin embargo, disponemos de otras opciones como pintar, escribir poesía, aprender nuevas habilidades y leer distintas fuentes noticiosas para estar bien informados en temas de actualidad”, agrega.
Por su parte, McCoy resalta la importancia de entender la interconexión del bienestar intelectual con el ejercicio y la actividad física.
“Las regiones cerebrales encargadas de la cognición también se activan y desarrollan durante el ejercicio y la actividad física”. Esto significa que “cuando el cuerpo está en movimiento, el cerebro cobra vida”, afirma.
Durante la actividad física, el cerebro “aumenta su ritmo” y se prepara para “entrar en acción”. Dicho estado persiste mucho tiempo después de interrumpir la actividad.
McCoy insiste en que no se trata de un efecto temporal, pues “tiene un impacto positivo y perdurable en la función cerebral y en la neuroplasticidad. Es decir, en la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a las experiencias”, aclara McCoy.
Diversos estudios demuestran que la actividad física regular y cotidiana —sobre todo en niños y adolescentes— mejora el desarrollo de las regiones cerebrales responsables de la “función ejecutiva”, prosigue.
La función ejecutiva es importante para un conjunto de destrezas cognitivas esenciales que permiten las “multitareas mentales”. En otras palabras: trabajar y recordar mentalmente varias cosas a la vez, sin perder la atención, eliminando distracciones e, incluso, haciendo correcciones creativas “sobre la marcha”.
Si tomamos en cuenta todo lo anterior, resulta que la actividad física es la mejor manera de optimizar el bienestar intelectual, ya que “mantiene el cerebro ocupado y feliz”, asegura McCoy.
LECTURA
¿Actividades para el bienestar intelectual? Ebinger asegura que la lectura es una de las actividades más simples. No importa que se trate de obras clásicas, contemporáneas o acontecimientos de actualidad. “El aprendizaje continuo ocurre siempre en quienes trabajan para mejorar su bienestar intelectual”, sentencia.
Su recomendación, combinar distintos elementos del bienestar intelectual. Por ejemplo, “puedo practicar el aprendizaje continuo mientras leo obras de Goethe [poeta Johann Wolfgang von Goethe] e imagino esas palabras como parte de una composición de música clásica”.
Ebinger añade: “Por otra parte, puedo ejercitar mi creatividad interpretando una pieza musical basada en los poemas o en la prosa de Goethe, o incluso en una composición de [Johannes] Brahms”.
También utiliza la imaginación. Ebinger explica: “La imaginación es una buena forma de crear conexiones y aumentar la fluidez del bienestar intelectual”.
SAL A JUGAR
McCoy nos recuerda que la actividad física mantiene el cerebro en forma, pues activa los neurotransmisores cerebrales para “crear y activar conexiones”.
Asimismo, asegura que basta salir a caminar con nuestros hijos para producir un “efecto dramático” en su bienestar intelectual. De hecho, sugiere que estos paseos formen parte de la rutina familiar.
“Camino en la naturaleza casi todos los días. Encuentro que mi mente se relaja cuando el cuerpo está en movimiento. Con esta práctica mi mente se vuelve más creativa y brotan algunas de mis mejores ideas”, confiesa McCoy.
SIESTAS PARA POTENCIAR CEREBRO Y CUERPO
Descansar la mente y el cuerpo puede incrementar el poder de tu cerebro. Si dedicas cinco minutos diarios a sentarte o acostarte, y practicas alguna forma de meditación, “harás maravillas” por tu cuerpo y tu cerebro, asegura.
Quienes ni siquiera disponen de cinco minutos libres, o consideran que ese tiempo es excesivo (percepción común de niños y adolescentes), pueden obtener los mismos beneficios reservando escasos 30 segundos para “sentarse, relajarse y respirar profundamente”.
Apenas cinco respiraciones brindan una buena siesta al cerebro y el cuerpo. “Inhala positividad y felicidad, y exhala ‘deshechos’”, instruye McCoy.
CONVIVE CON AMIGOS
A decir de McCoy, numerosos estudios confirman que la convivencia con amigos y seres queridos no solo aumenta el nivel de felicidad, sino que prolonga la vida. “Sociabilizar, charlar, intercambiar ideas. Todo eso es alimento para el cerebro”, concluye. N
(Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek)