EXTRAER, producir, consumir y desperdiciar. Ese es el modelo económico lineal con el que hemos generado crecimiento económico y el consumo constante a lo largo de los años. No obstante, apostar por esta estrategia ha resultado en el deterioro medioambiental y en la generación de contaminantes y residuos que no solo dañan el ecosistema, sino que generan un gasto adicional para el desarrollo sostenible de las organizaciones.
A lo largo de los años, diversas compañías han implementado estrategias para mitigar los daños y afectaciones en las cadenas de producción; sin embargo, no se han conseguido avances destacables porque, típicamente, el enfoque solo ha sido en una parte de la cadena o proceso de elaboración. La buena noticia es que se ha aprendido que, para realizar un cambio verdadero, es necesario ajustar de principio a fin las cadenas de suministro.
Es en este punto donde la economía circular ha demostrado su eficacia, a nivel mundial, para impactar de forma positiva las cadenas de producción y suministro de las compañías, sin importar el tamaño o giro al que pertenezcan. El foco está en aprovechar la mayor parte de los recursos de las empresas y apostar por la reutilización y reciclaje de los productos, dándoles nueva vida al reincorporarlos al ciclo de producción o creando nuevos productos con ellos.
De manera adicional, estudios recientes en América Latina y el Caribe indican que la adopción de la economía circular también podría generar un incremento neto de 4.8 millones de puestos de trabajo en la región para el año 2030. Estos puestos estarían relacionados con la reparación, refabricación, reutilización y reciclaje de materiales como madera, acero, aluminio y metales.
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Entonces, si la economía circular tiene el beneficio de hacer que las prácticas comerciales sean más eficientes y menos costosas, y además genera empleos, ¿qué pueden hacer las empresas para apoyar este tipo de modelo económico? Es un proceso largo, pero para empezar hay algunas opciones:
Diseñar productos sin desperdicio. Los modelos lineales se planearon teniendo en cuenta una cantidad “aceptable” de residuos, dando prioridad a la rentabilidad a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo. Por su parte, los productos de la economía circular, que tienen poco o ningún desperdicio, reducen significativamente los deshechos que dañan el medioambiente; incluso es posible convertir esos productos en otros completamente nuevos.
Según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada ciudadano latinoamericano genera, en promedio, un kilo de basura al día, lo cual suma unas 541,000 toneladas diarias, equivalentes al 10 por ciento de la basura mundial. Empresas y asociaciones nos hemos dado a la tarea de impulsar estrategias cuyo propósito es disminuir la cantidad de residuos que genera el ser humano, pero el consumidor también debe hacer lo suyo.
Imagina que de la mano de Fundación Mitz, desde hace 13 años artesanas mexicanas de comunidades vulnerables transforman toneladas y toneladas de envolturas de dulces y alimentos para mascotas en bolsas, carteras, estuches, canastas y otras artesanías que se venden en tiendas de todo el mundo. Además de evitar que los empaques se conviertan en basura, se crean oportunidades de empleo para esas mujeres, con salarios justos, y se apoya su desarrollo y el de sus familias.
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Otras iniciativas son el procesamiento de envolturas y empaques para convertirlos en biodiésel que pueda usarse en camiones y máquinas, o en materiales didácticos para niños pequeños y en edad preescolar, como ábacos, sonajeros, pinos para boliche y rompecabezas.
La premisa de la economía circular es sencilla: pensar en el ciclo de vida de los materiales desde que se diseñan los productos para emplear menos material y con menor huella de carbono, y reciclar los materiales usados e incorporarlos en nuevos productos. El propósito es que los materiales se mantengan dentro de este círculo durante el mayor tiempo posible, extender su vida útil y reducir al mínimo la generación de residuos.
Mejorar los recursos renovables. Los modelos comerciales circulares buscan eliminar el uso de combustibles fósiles y aumentar el uso de energías renovables, más respetuosas con el medioambiente, pero también se enfocan en renovar y hacer un uso más racional de los recursos. Si para en año 2050 la población mundial alcanzara los 9,600 millones de personas, como se ha pronosticado, se requerirían casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales.
Por esta razón es indispensable que las empresas mejoremos nuestras cadenas de suministro y todos los días trabajemos en lograr una producción sostenible, instrumentando planes de desarrollo agrícola sustentables que incrementen la producción de los cultivos. Por ejemplo, con apoyo de Fundación Cacao México y Agroindustrias Unidas de Cacao (AMCO) se desarrolla Por Amor al Cacao, iniciativa que ha permitido aumentar la productividad de las parcelas de cacao adscritas al proyecto de 100 kilos a más de una tonelada por hectárea.
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Cambiar la forma en que producimos. Las empresas deben hacer cambios radicales en la manera de producir para cumplir con el objetivo central del Acuerdo de París —reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático y el calentamiento global— y con los Objetivos de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas.
Tenemos que transformar nuestra forma de hacer negocios para cumplir con estos mandatos globales y explorar formas de trabajar con gobiernos, ONG y otras partes interesadas para crear soluciones. Estas son algunas acciones:
• Nuevas estrategias de abastecimiento. Tenemos que cambiar la forma en que obtenemos materiales agrícolas clave para ayudar a abordar los principales desafíos de sustentabilidad, incluidas las emisiones de gases de efecto invernadero, la escasez del agua, el uso de la tierra, los derechos humanos y los ingresos. Nuestro enfoque deberá estar en ingredientes clave donde nuestro impacto es mayor, por ejemplo, en nuestras materias primas principales, como el cacao, el pescado, el arroz y la menta.
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• Uso de energías renovables. Uno de los objetivos de la economía circular es acudir a soluciones sostenibles para la producción de energía limpia. Las flotillas vehiculares conformadas por vehículos híbridos y el uso de energía eléctrica renovable (solar, eólica, geotermal, fotovoltaica, entre otras) y de la que se produce directamente del tratamiento de residuos ayudan a disminuir la huella de carbono y a emitir menos gases dañinos.
• Equilibrio hídrico. Necesitamos mitigar nuestro impacto en la disponibilidad de agua en localidades con cuencas hidrográficas estresadas, como México. Debemos asegurarnos de que cada litro de agua utilizado en las plantas, edificios de oficinas y otras instalaciones se reponga mediante el tratamiento y la reutilización de aguas residuales, con programas avanzados de administración de agua para mejorar su eficiencia y lograr su circularidad.
Como podemos ver, la economía circular es un camino necesario para lograr con éxito las metas corporativas y brindar un respaldo al medioambiente y a las comunidades que dependen de manera directa e indirecta de nuestras cadenas de suministro. La evolución de paradigmas ha llevado a que cada vez más organizaciones se sumen y apuesten por acciones sostenibles.
El mundo que queremos mañana empieza con la forma en la que hacemos negocio hoy. Las empresas deben tomarse muy en serio la necesidad de cambio del modelo económico, empezar a explorar los beneficios de la transformación e incorporar la economía circular a sus líneas estratégicas desde el inicio que se plantean. Estamos iniciando, pero la economía circular ya está aquí y vino para quedarse. N
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Gabriel Fernández es director general de Mars Wrigley Latinoamérica Norte. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.