EL CÁNCER es la segunda causa de muerte en el mundo y uno de cada seis fallecimientos son como consecuencia de esta enfermedad. Los datos actuales registran cerca de diez millones de defunciones al año por esta causa.
Con base en los casos registrados en 2020 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los cánceres más comunes son el de mama (2.26 millones), pulmonar (2.21 millones), colorrectal (1.93 millones) y de próstata (1.41 millones).
No obstante, los que tienen el mayor número de fallecimientos son el pulmonar (1.8 millones), colorrectal (935,000) y hepático (830,000).
El motivo principal para que se origine el cáncer es la sobreproducción de células. Sin embargo, es una enfermedad multifactorial provocada por la combinación de factores ambientales, pero, principalmente, genéticos. Por ello, el cáncer se considera como hereditario y que las causalidades de su herencia son mutaciones germinales en genes específicos que aumentan el riesgo de padecerlo.
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Aunque la susceptibilidad de tener cáncer es hereditaria, eso no significa que obligatoriamente será desarrollado por el heredero. Los factores ambientales que generan esta enfermedad en el cuerpo son de tres tipos: carcinógenos físicos (radiaciones ultravioletas y ionizantes), carcinógenos químicos (amianto, componentes del humo de tabaco, contaminantes de alimentos y de agua) y carcinógenos biológicos (virus, bacterias y parásitos).
Asimismo, existen distintos tipos de cáncer y algunos de ellos no generan masas, a los cuales se les denomina como tumores, como es el caso de la leucemia (cáncer de sangre).
Entre las variaciones de esta enfermedad se encuentran algunas diferencias en cuanto a su tratamiento: existen variantes del cáncer que son tratadas a través de una cirugía, mientras que otras responden mejor al tratamiento con medicinas, también llamado quimioterapia.
La herencia del cáncer es uno de los factores más comunes en las familias que padecen esta enfermedad, ya que en los genes se almacena toda la información que nos conforma como seres humanos. Tiffiney Carter, asesora genética del Hospital Houston Methodist, menciona que, “desafortunadamente, las condiciones de salud pueden ser hereditarias”.
TODO ESTÁ EN LOS GENES
De acuerdo con la experta, “todo está en nuestros genes, y así como heredamos el color de nuestros ojos, también podemos heredar un mayor riesgo de desarrollar ciertas enfermedades, incluido el cáncer”.
Cuando se diagnostica esta enfermedad en un familiar, existen tres tipos de herramientas para mantener informados tanto al paciente como a los relacionados por genética: el primero, la vigilancia médica periódica, lo que evita complicaciones bajo una observación profesional; en segundo lugar, la quimioprevención, usando medicamentos, vitaminas y demás fármacos para evitar el riesgo de contraer la enfermedad; tercero, la cirugía profiláctica, proceso a través del cual se extirpa un órgano o glándula que no muestra signos de cáncer, pero existe una alta posibilidad de contraerlo por medio de este.
Al emplearse estas prácticas puede reducirse la morbilidad del cáncer entre 30 y 50 por ciento en la mayoría de los casos.
“El cáncer es una enfermedad genética causada por cambios que pueden ocurrir en nuestros genes. Los genes proporcionan las instrucciones que guían todo lo que sucede en nuestro cuerpo. Estos cambios genéticos pueden adquirirse a lo largo de nuestras vidas, lo cual es normal, o pueden ser aquellos con los que nacemos, transmitidos por nuestros padres”, argumenta la experta en genética.
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De igual forma, hay otros factores que proyectan el riesgo de contraer la enfermedad de forma hereditaria: antecedentes familiares de cáncer antes de los 50 años y de portar un cambio en los genes BRCA1, BRCA2, MMR, PTEN y TP53, así como el padecimiento de este en parientes cercanos.
Por otra parte, hay distintas prácticas que lo previenen, como el uso de protector solar, evitar hábitos poco saludables en la vida diaria y hacerse chequeos recurrentes para la detección temprana del cáncer.
“Si somos conscientes del riesgo, podemos evaluar a esa persona antes y con más frecuencia o incluso ofrecer opiniones de reducción de riesgo significativas en algunos casos”, concluye la genetista Tiffiney Carter. N