EN LA HISTORIA se han registrado grandes modificaciones que demuestran la necesidad de cambiar las formas: todos los ismos, la manera en que nos comunicamos e incluso la realización de experiencia para generar economía, mi mejor definición del MICE.
Nuestra industria de reuniones ha tenido un parteaguas frente al coronavirus, un agresivo acontecimiento que puso a prueba a todos. Sería complicado en este momento realizar una numeralia definitoria sobre las consecuencias que tuvo o está teniendo, lo que sí quedó clara es la vulnerabilidad del sector MICE que, aun cuando logró encontrar soluciones digitales que permitieran seguir transfiriendo experiencias, quedó claro y demostrado que no se remplaza el trato presencial entre individuos.
Frente a esta crisis ha habido estrategias paliativas, esfuerzos mitigantes y acciones de contención, pero en el MICE solamente ha habido una solución altamente efectiva para combatir este virus de la prohibición de reuniones: la Santísima Trinidad del MICE.
Este es un concepto meramente técnico, comprobado y efectivo, el cual le da oxígeno y esperanza de vida a los diferentes actores de la cadena de valor, que en algunas regiones han logrado que sea sumamente rápida la reactivación de esta actividad. Pero ¿en qué consiste la Santísima Trinidad del MICE?
También lee: Industria de reuniones: negociar cara a cara es vital
El organizador. Claramente y de manera medular hacen falta los valientes, aquellos que deciden poner en riesgo capitales para lanzar iniciativas que le permitan al usuario final volver a tener la mejor experiencia en las reuniones. Ciertamente los primeros eventos no están teniendo la participación tradicional, pero esta irá in crescendo, pues la segunda reunión tendrá mejores resultados que la primera, la tercera será mejor que la segunda, la cuarta mejor que la tercera, y así hasta lograr llegar a estadísticas de 2019.
Pero, si será entonces hasta después de la segunda o tercera edición que se percibirán los buenos resultados, entonces ¿qué se espera para comenzar? Es entendible que los organizadores decidan esperar mejores tiempos para iniciar, pero claramente cuando lo hagan será “el día cero”.
El destino. Aquí juegan un papel fundamental las autoridades, su comprensión y sensibilidad del potencial de esta industria en la economía en general.
Aquí van de la mano autoridades federales, estatales, las oficinas de convenciones y visitantes y todo organismo con jurisprudencia. Facilitar e incluso incentivar toda actividad en la localidad representa no solo una ventaja, sino una madurez y responsabilidad.
No te pierdas: La incertidumbre como ingrediente en la industria de reuniones
Recintos. Es el actor medular. El lugar donde se lleva a cabo el evento es crítico en su realización. La gran mayoría de los recintos de eventos MICE han implementado una gran cantidad de tecnología y procedimientos para medir aforos, evaluar la salud de los asistentes, brigadas de atención médica con ambulancias en puerta, certificaciones y un largo etcétera que demuestra el alto interés y preocupación por las garantías de los visitantes.
Aunado a estos tres elementos clave podría haber un cuarto, el visitante, que en principio cuestionará el porqué deciden organizar el evento, juzgará a las autoridades por permitirlo e incluso criticará los recintos por ser puntos de encuentro, pero que al acudir y convencerse de cómo se le cuidó será uno de los principales precursores, informantes e incentivadores.
La Santísima Trinidad del MICE plantea una metodología que no solamente permite una aceleración en la recuperación del sector, sino una auténtica oportunidad de superarse a sí misma y su naturaleza.
—∞—
Emmanuel Lamadrid Preciado, MBA, CEM, es director general de Displayart, Creating Exhibitions Experiences.