HACE unas semanas las redes sociales como Twitter se inundaron de una diversidad de comentarios provenientes de escritoras y mujeres que compartieron la portada color negro del nuevo libro de la escritora Rosa Beltrán. Todas recomendaban su lectura. Todas se identificaban con Radicales libres(editorial Alfaguara, 2021), una novela donde los cambios históricos y políticos de México, y el mundo, transitan a partir del cuerpo de tres generaciones de mujeres en un acto de libertad.
Radicales libres, de la escritora y catedrática mexicana Rosa Beltrán, no es una diatriba política y mucho menos un manual de feminismos, pero sí la historia de tres mujeres que conviven a partir de pertenecer a tres generaciones distintas en las que cada una a su manera intenta buscar las estrategias para sobrevivir a su época.
Beltrán consideró importante escribir una novela “de conciliación”, es decir, una historia que diera paso a mediar con el género, “con nosotras”, señala la autora. El objetivo es entender por qué las mujeres que nos anteceden hicieron lo que estuvo a su alcance, así como las estrategias que emplearon, para sobrevivir a los machismos de su época.
“La consigna debe ser uno, dos, tres por mí y por todas mis compañeras. Y ya llegó ese momento. Entender que este camino es largo, que las estrategias son distintas y que, a fin de cuentas, todas somos sobrevivientes”, cuenta en entrevista con Newsweek México.
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Con esta obra Beltrán lleva al público lector a transitar por los movimientos sociales y estudiantiles como el de 1968 en México, la revolución de las faldas y los peinados de las mujeres y lo que significa ser una “señorita” o una “mujer”. Incluso hace hincapié en la diversidad de las familias, en la desnudez del cuerpo femenino, en la autoestima, las maternidades, el machismo, el acoso sexual y la violación.
Todo lo anterior a partir del cuerpo de las mujeres. Radicales libres es una novela contada en primera persona del singular, pero, a decir de la autora, la lectura se convierte en una primera persona del plural, es decir, “en un nosotras y en un nosotros”.
Y añade: “Eso ha sido sorprendente y maravilloso porque, al hablar de un México que se fue, de un mundo que compartimos las infancias y adolescencias, ha sido padrísimo ver que tantas lectoras se identifican, y hombres también”.
HABLAR DE LA INTIMIDAD CON MIRADA FEMINISTA
Como una feliz coincidencia, Rosa Beltrán deja claro en su novela que la intimidad es parte del hilo conductor que se encuentra a lo largo del libro en las tres historias de las tres mujeres.
Para la autora, el que más escritoras hablen de la sexualidad y la maternidad no se debe al azar, sino a que están compartiendo un mundo del que las mujeres ya no se excluyen en los tiempos que viven como agentes de cambio.
“Nos marca el momento histórico en el que vivimos y la historia no es algo que ocurre en el vacío. La historia les sucede a individuos con nombre y apellido y que nos está pasando a nosotras y que, además, por ser mujeres, pertenezcamos a la [generación] que pertenezcamos, tenemos este cuerpo que está sujeto a todo lo que narra la novela”, explica.
Desde la década de 1960, las mujeres, “nuestras ancestras”, como describe la autora, luchaban por hacer un uso más libre de su cuerpo con los anticonceptivos y evitar una maternidad destinada a tener hasta 11 hijos. Además, la incorporación de la mujer a la vida laboral, académica y al activismo con su participaron en los movimientos políticos para llegar a una generación que ya no se calla y nombra las agresiones y los micromachismos para decir: “¡Nunca más! ¡Basta ya!”.
“Nos hicieron ver que, entre más radicales eran los movimientos políticos, más machos eran los hombres que pertenecían a ellos. Decían que iban a cambiar el mundo, pero no pensaban para nada cambiar las políticas domésticas, familiares y de relaciones de pareja”, añade la autora.
—Hablas de la sexualidad y el cuerpo de la mujer…
—Sí, contar este descubrimiento del propio cuerpo en la adolescencia, los encuentros eróticos y sexuales y los mitos que rodean a las mujeres. No digo que se hayan superado, digo que sean otros los que haya.
“Lo que no se ha ido son los estigmas a las mujeres que utilizan libremente su cuerpo y que han decidido ser dueñas de él y eso ocurre desde el día siguiente del encuentro erótico donde los hombres comienzan a divulgar la ‘buena nueva’, porque esto les da mucho poder, desde luego; cuando la noche anterior juraron amor eterno.
“Pero también las mujeres estigmatizan a otras mujeres diciéndoles ‘zorra’. Hay un machismo interiorizado y esto sigue ocurriendo”.
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—¿Cómo apuestas por una novela donde no hay sentimentalismo ni idealismo?
—Eso no es algo que me proponga, es una forma en la que yo vivo. Creo que la vida que tenemos todas, todos, es un tablero de ajedrez donde ciertas fichas ya están movidas, eso es lo que hay y lo que tenemos. De cada una depende hacer un gran juego.
POR QUÉ NO INVENTAR UNA NUEVA MATERNIDAD
“Quizá alguna lucha hubo y no solo en esta novela, sino en lo que he escrito, desde siempre, es que escribo de la vida pública y la vida privada como una sola. Si contra algo tuve que luchar fue contra lo que ya está escrito, y nos ayuda a interpretarnos de cierta forma, por ejemplo, la historia de las maternidades, escrita y difundida en el cine mexicano de los años 40, de la Época de Oro. Esa maternidad no existe, es una construcción cultural.
—Las maternidades es otro de los temas que aparece fuertemente en tu novela, ¿por qué visibilizarla?
—El pensar que las maternidades solo pueden ser narradas desde el psicoanálisis freudiano es otro mandato y otro estigma que hemos heredado las mujeres y es otra construcción patriarcal. Por qué no inventar una nueva maternidad donde lo que queda sea esa herencia que me hace sobrevivir.
“Una madre que se va te enseña también una forma de independencia. Toma muchos años, pero te enseña a que una mujer puede decidir sobre su cuerpo, te enseña a ser autosuficiente, lo quieras o no. La vida es un aprendizaje a la autosuficiencia porque, pensar en definirnos a partir de un hombre que te va a amar por siempre y para siempre, me parece mucho más carente y limitante que tener una vida como la que tiene esta protagonista”.
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—Podríamos resumir que Radicales libres se basa en la libertad de decidir y la rebeldía que vemos en los movimientos sociales a partir del cuerpo de la mujer. ¿Qué opinas de esto?
—Qué entusiasmante para mí es esta lectura. Me gusta mucho porque siento que estamos en sintonía, vibrando por simpatía y haciendo la misma lectura a pesar de pertenecer a generaciones distintas. Sí, en los tres casos de las mujeres protagonistas de estas tres radicales libres hay una decisión que tomar.
“Estamos juntas y aquí estamos. Las tres mujeres de la novela han decidido libremente sobre sus cuerpos, sobre el espacio en el que quieren estar y sobre aquello a lo que se quieren dedicar, y eso no significa una ruptura que haga que ya no tengan un lazo con sus ancestras ni con su progenie, de ninguna manera, es una manera de estar juntas. Es el respeto a la libertad de acción de la otra. N