LA EMERGENCIA sanitaria a la que está sometido el planeta no solo ha acarreado enfermedades y muertes humanas, sino que, inevitablemente, el daño ha sido contagiado a micros, pequeñas, medianas y grandes empresas que han tenido que, en el mejor de los casos, rediseñar sus modelos de negocio y adaptarse a las nuevas circunstancias que los tiempos exigen.
La reducción de gastos no ha sido suficiente ante la escasa o nula afluencia de clientes. Decenas de establecimientos se han visto obligados a cerrar por la disminución del mercado natural de empresas y grandes corporativos de los sectores turismo, alimentos y bebidas, transporte aéreo, entretenimiento y construcción, entre otros.
La situación no es sencilla en los sectores mencionados. Los pronósticos tienen sustento en las cifras que dio a conocer, en el caso del turismo, la firma auditora Salles Sainz Grant Thornton, que reveló una disminución del 40 por ciento de viajeros durante 2020.
El transporte aéreo tuvo una caída del 65 por ciento, con pérdidas de más de 9,000 millones de pesos, de acuerdo con cifras dadas a conocer por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés).
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En el caso de la industria del entretenimiento, ha habido cierres totales en salas de cines, teatros y cualquier otro espectáculo presencial, al grado de que Cinemex anunció recientemente el cierre definitivo de algunas de sus salas en diversos estados, y CIE reportó una caída exorbitante en sus ingresos al cierre de 2020, pese a la incursión en eventos de pago en línea.
Es necesario mencionar que el panorama sanitario no ha sido el único de los males que aqueja a empresas y sectores. Otro muy grande es el que tiene relación con las decisiones en materia de política pública que se han tomado durante la actual administración federal.
Un claro ejemplo es el de la reforma energética y el cambio al uso de energías tradicionales que, en caso de que el Poder Judicial dé marcha atrás a la suspensión definitiva dictaminada por jueces federales, irremediablemente vendrán procesos de reestructuras financieras y concursos mercantiles como una manera de rescatar las empresas del sector.
Tengamos en cuenta que los parques eólicos, los ciclos combinados y la cogeneración de energía operan con un modelo de negocio basado en una ley que ya cumplió el proceso legislativo con las reformas realizadas y aprobadas por las cámaras del Congreso federal.
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El asunto trasciende las fronteras, pues representantes del sector privado estadounidense solicitaron a las autoridades de ese país que tomen medidas sobre 12 posibles violaciones al acuerdo del T-MEC por parte del gobierno mexicano, entre ellas, la del capítulo 22 del acuerdo, según se publicó en los medios.
En este contexto, la Asociación de Bancos de México informó durante la reciente Convención Nacional Bancaria, que de entrar en vigor la reforma energética aprobada por el Poder Legislativo, el sector tendría afectaciones económicas por 40,000 millones de pesos.
La situación de las empresas entra en un contexto adverso con un desplome del 8.5 por ciento del producto interno bruto, según cifras del INEGI; con el reporte del IMSS de la pérdida de 650,000 empleos; con alrededor de más 200,000 fallecimientos por covid-19 y con más de 2 millones de mexicanos contagiados.
Adicionalmente, llegan al final los apoyos que la banca diseñó para que empresas, personas y deudores en general hicieran frente a los compromisos contraídos antes de la pandemia. Es prácticamente un hecho que los acreedores comenzarán a acercarse a tribunales para resolver los impagos.
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Hasta aquí el panorama negativo. La buena noticia es que las empresas todavía están en posibilidades de hacer uso de recursos legales.
Seamos claros: así como el cáncer no significa muerte, la reestructura financiera o el concurso mercantil no son iguales a la quiebra de una empresa.
Por el contrario, estos instrumentos están muy lejos de eso. Son recursos legales que ponen orden a la complejidad económica de las empresas y es una expresión de querer hacer bien las cosas buscando una solución que deje satisfechas a todas las partes involucradas.
Lo que es un hecho es que el valor nominal de la deuda no se podrá pagar tomando en cuenta todos los factores que ya mencioné. Por ello, será imprescindible ampliar plazos o negociar quitas.
La mejor recomendación para los empresarios que opten por tomar estos caminos legales es acercarse a firmas de abogados con experiencia probada en estos recursos jurídicos. N
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Alfonso Castro es socio fundador de Del Castillo & Castro Abogados. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.