“Ellas son las hijas de Madero, unas hijas de su padre y de su madre que salen muy caras. ¿De dónde sacas dinero para mantener con tanto lujo a tus hijas, Gustavo? Qué poca, ¿no?”
Con esta frase concluye la voz en off de un video en YouTube, fechado el 14 de abril. El mismo muestra a las dos hijas menores del líder del Partido Acción Nacional (PAN), Gustavo Madero, de viaje por el mundo.
El video cuenta ya con más de 250 000 visitas y es solo un ejemplo de la guerra sucia que se ha desatado entre partidos y candidatos o en el seno de los propios partidos de cara a las próximas elecciones intermedias.
El Instituto Nacional Electoral (INE) ya ha retirado, en el marco de los comicios de 2015, varios spots de televisión por considerarlos negativos o de ataque. Pero en internet resulta complicado hacer una regulación óptima, por lo que los dardos envenenados entre adversarios políticos continúan volando de forma anónima.
“Cambiemos de rumbo”
El video de Cristina y Sofía Madero se percibe como una oda al mal gusto. Fue realizado por una organización que no está registrada en ningún lado y que juega con el eslogan del PAN, “Cambiemos el rumbo”, modificado por “Cambiemos de rumbo”.
En sus dos cuentas de Twitter, creadas en Monterrey, y que han cambiado de nombre una vez (antes correspondían a una supuesta mujer de apellido Rosas), utilizan el mismo lenguaje burdo y soez para atacar al albiazul, al cual describen así: “El PAN es la misma mierda con un sazón de hipocresía.
¿A poco no?” y “El PAN se ha podrido en manos de Gustavo Madero y Ricardo Anaya. Tenemos que recuperarlo! ¿A poco no?”.
Hace dos años, en un tuit se pudo leer: “@cambiodrumbo: “Expresarse libremente es muy saludable. A menos que expreses algo sobre mi sea bueno o malo ahórrate tu pinche comentario (sic)”. Todos los demás tuits fueron borrados.
Hasta el momento, “Cambiemos de Rumbo” solo ha subido dos videos: uno denunciando la luna de miel millonaria del primogénito de líder panista, Alejandro Madero, y otro donde se muestra a sus hermanas, Sofía y Cristina, viajando por más de veinte países en tres años. En ese periodo, se acusa, las hijas de Madero habrían gastado casi 7 millones de pesos. Las imágenes utilizadas se obtuvieron de las cuentas de Facebook e Instagram de las jóvenes.
Hay que tener en cuenta, como recuerda Rodrigo Salazar Elena, coordinador de la Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos de la Flacso México, que “la persona que participa en la vida política sabe y debe saber que se expone a la luz pública y que su comportamiento va a ser mucho más cercanamente examinado que el comportamiento de cualquier individuo en la sociedad y que no se pueden aplicar los mismos principios que están establecidos en derechos a terceros, cuando se trata de funcionarios o servidores públicos”.
Y es que internet es el ecosistema donde aparecen este tipo de videos o mensajes, ya que pueden ser diseminados de forma anónima. Pero quien les da proyección, según el periodista Alberto Mendoza, “es la prensa, los medios de comunicación tradicionales”. Son ellos los que —asegura el también consultor en comunicación política— suelen hacer la diferencia con estos materiales al recogerlos y referirse a ellos como hecho noticioso. “Probablemente más gente conoció el video de las hijas de Madero por el eco que tuvo en todos los medios tradicionales que porque llegara espontáneamente a su red social”, sostiene en entrevista con Newsweek en Español.
¿Montaje o realidad?
El hecho de que a estos “productos” preelectorales se les considere parte de la llamada “guerra sucia” es debido a que los métodos que utilizan son todo, menos claros. Es decir, hacen uso de información que es difícil corroborar, pero daña directamente reputaciones.
En otras ocasiones han circulado videos subidos por usuarios anónimos en donde uno u otro partido se acusa de comprar votos y de gastar dinero público. O que muestran un tren de vida de lujos y excesos, ya sea de un candidato o de sus familiares. Para un ciudadano común resulta muchas veces difícil saber si se trata de un montaje o de una denuncia veraz.
Tal es el caso de otro video fechado el pasado 13 de abril que replicaron varios usuarios de redes sociales. El mismo muestra a una militante de Morena ofreciendo 200 pesos a cambio de que una ciudadana asista a un mitin en favor de Andrés Manuel López Obrador. No hay forma de confirmar si lo que se observa es cierto o constituye una mentira para desprestigiar a un personaje político.
Pero no es lo mismo hacer uso de spots en radio o televisión (con pautas oficiales) que en el limbo de la red, donde no existe todavía una regulación al respecto. De hecho, algunos spots televisados ya han sido retirados por la Comisión de Quejas y Denuncias del Instituto Nacional Electoral (INE), que pretende no solo distribuir los tiempos oficiales de campaña, sino también regular todos los contenidos y mensajes que se lanzan partidos políticos y candidatos con el fin de aumentar el fair play.
Así, el spot del PAN denominado “relojes casas” —que contenía mensajes calumniosos en contra del dirigente nacional del PRI, César Camacho, y de funcionarios priistas— tuvo que ser retirado al poco tiempo de haberse publicado ya que, según el INE, incurre en la “calumnia” en contra del político.
El pasado 10 de abril el INE también canceló el spot con el que el PRI respondía a la imputación sobre los relojes y en el que se acusa al panista Hermés Chacón de adquirir pornografía infantil y a otros panistas de organizar fiestas con sexoservidoras contratadas con recursos de los impuestos que pagan los ciudadanos. La Comisión ordenó que se retirara por no “respetar la presunción de inocencia”.
“Cállate, chachalaca”
En México, las campañas negativas tomaron relevancia durante la batalla presidencial de 2006. Fue entonces cuando el equipo de campaña del panista Felipe Calderón acuñó el eslogan de que Andrés Manuel López Obrador “es un peligro para México”.
Otros spots que se insertaron son el llamado “Intolerancia”, en el que AMLO aparece gritando “Cállate, chachalaca”, o el conocido como “Ladrillos”, donde se vincula una victoria de la izquierda con crisis, deuda y devaluación.
Desde entonces es habitual ver mensajes negativos en las campañas, aunque con diferentes niveles de intensidad.
Después de esa polémica elección presidencial se incluyeron reformas en el código electoral mexicano (Cofipe), entre las que destaca la que limita el uso “de expresiones que denigren a las instituciones y a los propios partidos, o que calumnien a las personas” en la propaganda electoral.
Pero, ¿es lícito atacar a nuestros adversarios? Para responder a esta pregunta hay que definir qué es una campaña negativa, una positiva y una guerra sucia.
Daniel Eskibel, consultor político y especialista en psicología política, lo desglosa así en la página Maquiavelo y Freud: “La campaña negativa resalta los errores y defectos del adversario, buscando que el público advierta el grave error que supondría votar por ese adversario. Esta puede estar bien o mal hecha. La campaña positiva, por su parte, resalta las virtudes del propio candidato y su partido, ofrece soluciones, qué afirma, qué propone. Por último, la campaña o guerra sucia ataca al adversario, distorsiona la realidad, inventa, atribuye cosas que no son reales. Y lo hace con el único objetivo de dañar al otro sin importar cuál sea el medio utilizado. Para ello atraviesa las fronteras de la ética, de la dignidad, del decoro. No busca ilustrar al público ni prevenirlo. Busca engañarlo”.
Con esta explicación coincide Alberto Mendoza: “Con la guerra sucia hablamos de mensajes sin firma conocida o con autoría falsa. En ellos podemos encontrarnos con información cierta, medias verdades o directamente falsedades o insultos. Este tipo de acciones se salen de las prácticas aceptables en una campaña política, por ello se hacen desde el anonimato”.
Partiendo de estas definiciones, las campañas negativa y positiva se enmarcarían dentro de las reglas del juego político. La campaña o guerra sucia, no.
Obama, experto en campañas negativas
En otros países también existen ejemplos memorables. Mendoza explica que “la polarización y el contraste de opciones son parte fundamental del juego democrático en que varios partidos o candidatos pugnan por ganar el favor de los electores. Estados Unidos siempre es el referente para la comunicación política, y algunos de los más celebres spots de contraste se han producido allí. De hecho, más del 80 por ciento de los anuncios de Barack Obama en 2012 fueron negativos, a pesar de su imagen de político con mensajes positivos”.
El especialista nos recuerda otros spots como el de “Revolving Door”, que lanzó la campaña de George Bush en 1988 contra el demócrata Michael Dukakis. El mismo hizo mucho daño a la credibilidad de este último en políticas de seguridad.
O el legendario “Daisy” en el que, atemorizando al público estadounidense acerca de un Apocalipsis nuclear, se contribuyó a la victoria de Lyndon B. Johnson en 1964.
“Más recientemente hay uno muy divertido de 2004, de George W. Bush contra John Kerry, en el que las convicciones del demócrata aparecen a merced del viento mientras practica windsurf.”
Mendoza agrega que no todo es negativo porque “cada elección es diferente y hay campañas que por la coyuntura están salpicadas por cuestiones como una tragedia sobrevenida, la corrupción u otros escándalos que pueden marcar la contienda. Sin embargo, no hay que olvidar que muchos de los mensajes políticos se basan también en la esperanza, en la paz, en alcanzar un futuro mejor, o en conseguir un cambio positivo”.
Hablando de campañas positivas, el inclasificable video promocional del candidato del PAN a diputado por el primer distrito de Guanajuato, Diego Leyva Merino, es el mejor ejemplo. En él baila y canta música tribal vestido con botas puntiagudas, sombrero ranchero y mucha actitud. No hay duda de que en la contienda política también hay cabida para los mensajes de “amor, alegría y gozo”.