¿EN MÉXICO sabemos leer en realidad la estadística de las inversiones que realiza el mundo y la forma como debería ser conceptualizada la utilización de las energías primarias? ¿O simplemente estamos siguiendo la tendencia mundial, sin comprender en realidad qué tenemos en nuestro país y qué tomamos de la naturaleza para su transformación en portadores de energía?
En primer lugar, debemos entender cuánto tomaremos de la energía primaria, cómo la utilizaremos y cuánto aprovecharemos para cada mercado que existe, como el doméstico, comercial, industrial y transporte. Definido lo anterior, determinar las condiciones y el lugar a donde se pretende colocar el proceso de la trasformación de portadores de energía (plantas). Establecido lo anterior, sigue cómo será transportado, transmitido, distribuido, almacenado y mantener un nivel continuo para el mercado.
De acuerdo con información de la Agencia Internacional de Energía, se observa una tendencia a la baja de la inversión proyectada en 2020, según datos del mes de octubre sobre proyecciones.
El mundo en el rubro de uso final empezará a aumentar ante el nuevo modelo de negocios que se implementará a partir del 2021, y será en evitar el mayor desperdicio de la energía primaria. Para el 2030, en la generación de transportadores de energía como los combustibles habrá una disminución de la inversión que indica desde su extracción y conversión para utilizar en el transporte, ante el adelanto en países desarrollados de crear empresas manufactureras con una mayor proporción en carros de una primera fase de híbridos, para continuar a eléctricos y terminar en la generación de electricidad con hidrogeno.
El futuro no está en las energías renovables, limpias o la continuidad de usar materias primas fósil (gas natural) para generar la electricidad requerida en cada mercado de una nación o región. Dependerá de un plan para poder realizar el correcto, “mix eléctrico”, y eso está en función de tener políticas públicas en coordinación con la demanda del mercado en el futuro.
Todo esto dependerá del acceso del dinero por parte de la inversión pública o privada. El nuevo modelo que ha empezado a surgir es una relación del dinero entre ambas partes, y en función de que algunas de las partes no lo tiene, alguna de ellas entraría a poder complementar.
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La energía no es de ocurrencias, amparos, litigios; es un negocio que requiere de todo lo anterior, pero en armonía. El primero que tiene que dar el primer paso debe ser la administración en turno dentro de un país, alineada a la necesidad del crecimiento dentro de los hogares, industria, comercio y transporte, que son los cuatro ejes que demandan la energía.
En la vox populi se indica que México cae en solo dos años del lugar 8 al 51 en el ranking sobre una transición a las energías limpias, de acuerdo con el reporte Climatescope 2020 de BloombergNEF.
Hay que dejar claro algo que en México están confundiendo: energía limpia no es igual a energía renovable.
GENERAR UN PLAN DE TRANSICIÓN ENERGÉTICA
Energía limpia considera para México toda aquella que produce electricidad y, al transformar la energía primaria, emite menos de 100 kg de CO2 por cada MW producido, al utilizar combustibles, biomasa, residuos orgánicos, aire, (eólica), ríos (hidroeléctricas), radiación solar (panales) y uranio (nuclear), entre otras.
En México, según la información de Climatescope 2020, de 2008 a 2019 se ha invertido alrededor de 14.86 mil millones de dólares, de los cuales tres países tienen el 67 por ciento del total de esta inversión en nuestro país: España (29 por ciento), Italia (20) y Estados Unidos (18).
Muchos proyectos en México han llegado hasta este punto de 2015 a la fecha; los cuales han tenido que ser adaptados a los cambios ocurridos en las normas, leyes, permisos y tiempos para poder hacerlo en forma legal. Pero estos continuos cambios han dado a lugar que, de diez proyectos, siete han dejado continuar o están en espera de mejores condiciones. Esto es confirmado con datos de la inversión extranjera directa al tercer trimestre de 2020, donde, de tener una participación la energía del 25 por ciento en 2018, pasó a 14 por ciento, siendo el más afectado el mercado de la electricidad, que se contrajo en un 11 por ciento.
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Entonces, somos un ignaro energético, ¿sí o no?
Por qué discutir en lo evidente. Mejor ponernos de acuerdo en conceptualizar una transición energética real con base en las capacidades tecnológicas, financieras, normativas, legales o de armonía con el mercado. No seamos incautos, el mercado actual solo tiene cinco años desde su concepción actual. Perder el tiempo y dejar de ser atractivos nos destinará a que, en algún momento, tantas ideologías ilusas nos lleven al colapso de una desconfianza de los mercados financieros.
El futuro no pertenece al hoy, es para la gente del hoy para el mañana: nuestros niños y jóvenes. Dejemos de perder el tiempo discutiendo como púberes y maduremos con el único fin de generar un plan de transición energética con base en las energías primarias. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.