“SER PARTERA significa muchas cosas. Significa que tienes que salvar vidas, que tienes que estar preparada y lista para recibir a un nuevo ser. El primer momento en que lo descubrí fue porque me pidieron auxilio. Una mujer estaba pariendo en un campo. Descubrí que yo no tenía miedo. No me puse nerviosa. No temblé. Acudí con la mamá de la persona y nació el bebé. Le amarramos el ombligo y ahí descubrí mi vocación de partera”, cuenta Rosalinda, partera tradicional de Frontera Comalapa, Chiapas.
Con poco más de cuatro décadas de ejercer la partería tradicional en Chiapas, Rosalinda Pérez, una mujer de 56 años de edad, narra cómo descubrió su don para ser partera cuando apenas tenía 16 años. Es hija y nieta de una generación de parteras, según cuenta en entrevista con Newsweek México.
De acuerdo con Rosalinda, la labor de las parteras en una comunidad es esencial, ya que son el primer vínculo de confianza entre la futura madre y la mujer que elige para acompañarla, cuidarla y aconsejarla antes, durante y después del embarazo.
Según datos del Instituto Nacional de Salud Pública de 2016 (INSP), en México hay más de 15,000 parteras tradicionales, 100 parteras profesionales (PP) egresadas y 16,684 licenciadas en enfermería y obstetricia.
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A pesar de este contexto, estudios publicados sobre las competencias basadas en evidencia exhiben que 80 por ciento de los partos los atiende personal médico en formación, quienes han mostrado menor capacidad para ejercer que el personal de partería.
Sin embargo, la partería en el país enfrenta retos importantes a considerar. Por un lado, la falta de reconocimiento a la labor, tanto de parteras tradicionales como profesionales, así como la discriminación de sus conocimientos milenarios en la atención a la mujer y el bebé antes, durante y después del parto.
A estas demandas, se añade el contemplar la importancia de su trabajo no solo en las comunidades rurales, sino también en las zonas urbanizadas, así como permitirles emitir un certificado de nacimiento autorizado por ellas, con reconocimiento del sector salud después como un derecho de identidad para los recién nacidos.
EL DON DE SER PARTERA
Rafaela Juárez, de Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, inició su carrera como partera profesional en la Escuela de Parteras Profesionales de esa entidad. A los 23 años presenció el primer parto en su carrera, y aunque no estuvo involucrada en él, la experiencia de ese emocionante momento al ver llegar a un nuevo ser vivo reafirmó su don para ser partera.
“La verdad, tenía miedo porque pensaba que no lo iba a lograr y que, después de ver un parto, me iba a desmayar. Recuerdo bien que al salir de ese parto le llamé a mi mamá y le dije: ‘Esto es lo que yo quiero. Aquí me quedo’. A partir de ese momento no solté partería para nada”, narra Rafaela en entrevista con Newsweek México.
Para esta joven partera profesional, el amor a su trabajo rompió la barrera de inseguridades que en algún momento la hicieron sentir que no lograría cumplir el cometido; sin embargo, la ayuda de su tía, quien pertenece a la jurisdicción sanitaria en la región de la montaña de Tlapa de Comonfort, y el apoyo de su mamá fueron claves para enamorarse de cada etapa del embarazo hasta atender un nacimiento.
“Hoy me siento afortunada de poder servir con este don”, cuenta Rafaela. Un don que, como relatan las parteras tradicionales, se nace con él y se ejerce toda la vida para cuidar de la mujer y del recién nacido.
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Este medio entrevistó a cuatro parteras tanto tradicionales como profesionales para conocer más de la cosmovisión de su labor en las comunidades rurales y urbanizadas del país. Desde Chiapas, Morelos, Guerrero y Veracruz cuatro mujeres parteras hablan de su don y su lucha contra la discriminación a sus conocimientos.
Tal y como lo muestra la fotoperiodista y documentalista Janet Jarman en su largometraje Birth Wars, en poblaciones como Tlapa de Comonfort y Acatepec, en el sureste mexicano, por ejemplo, el descuido del sector público de salud alcanza el ámbito de la maternidad.
Cifras presentadas por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) señalan que, en el mundo, únicamente 51 por ciento de las mujeres en los países de bajos ingresos se benefician de la atención calificada durante el parto. Ante eso, contar con el trabajo que desempeñan parteras profesionales y tradicionales bien capacitadas ayudaría a que dos terceras partes de las muertes maternas y neonatales se evitaran.
LA LABOR DE PORTAR LA VOZ
“Una es partera porque tiene el don de ser partera. Mi abuela y mi mamá son parteras y, aparte de eso, soñé ser partera. Antes de ese sueño, desde la comunidad fui nombrada para ser promotora de salud sexual y reproductiva porque en las comunidades, aunque hay parteras tradicionales, solo había promotoras de salud en general, pero no había un espacio exclusivo para las mujeres, para la atención y la salud sexual y reproductiva”, cuenta Ofelia Pérez en entrevista con Newsweek México.
Con 39 años de edad, Ofelia, originaria del municipio de Chenalhó, en la región de Los Altos, Chiapas, es partera tradicional y profesional en San Cristóbal de las Casas. Atiende a las mujeres antes y durante el embarazo, pero también cuando están en labor de parto.
Tras venir de una marcada tradición de parteras en su familia, Ofelia supo que quería este camino de atención a la mujer y el recién nacido después de que su labor le fuera anunciada a través de un sueño, como la mayoría de las parteras tradicionales que son elegidas para desarrollar este don toda la vida.
Según describe Ofelia, en el sueño ella estaba embarazada y una mujer de edad adulta la visitó para tocar su crecido vientre. Durante la sesión, la mujer adulta tomó la mano de Ofelia y la guio para enseñarle a reconocer las posiciones del bebé dentro del vientre.
“Sentía cómo movían a mi bebé. Lo soñé tres veces y solo así lo supe. En los talleres solo lo identificaba como un bultito en la panza. No identificaba dónde estaban los pies o la espalda hasta que soñé, ahí supe y entendí cómo es tocar la panza de una mujer embarazada”, explica.
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Además de ejercer la partería en su estado, Ofelia trabaja de la mano con otras organizaciones en temas de salud reproductiva y sexual para mujeres de todas las edades debido a la poca información con la que cuentan en las comunidades. Es fundadora de Camatí Mujeres “Construyendo desde abajo” y es vocera del Movimiento de Parteras Nich Ixim, tras su formación en el 2017.
El Movimiento Nich Ixim se conforma por 600 parteras tradicionales, profesionales, aprendices y parteros. Para ellas, la apertura tanto de hombres como mujeres para ejercer la partería en su estado es importante, ya que su objetivo es ver por el bien de la madre y el recién nacido. Este movimiento tiene 46 representantes y, dentro de ellos, el nombramiento de 12 voceras, y una de ellas es Ofelia.
“Llevamos la voz del movimiento en donde quiera que hacemos presentaciones. Mi labor es portar la voz de todas”, añade.
Ofelia explica que las parteras en México han sido amenazadas, perseguidas y que han tenido problemas para poder extender el certificado de nacimiento cuando atienden un parto. Como consecuencia, “muchas parteras se desaniman a seguir con su trabajo, pero lo que queremos es que continúe la partería y que haya más jóvenes que sí pueden ser parteras sin importar si son hijas, nietas o nueras”.
“Si muchas mujeres ya han soñado con ser parteras, creo que este es el momento para que reactiven este sueño que han tenido. Aunque muchas sabemos que para ser parteras se nace con ese don, lo único que sí se necesita es cómo activar y practicar lo que traemos de nacimiento”, añade.
Dentro del Movimiento Nich Ixim, las mujeres que se adentran y practican la partería se inician a los 15 años y continúan, aún, cuando tienen 75 años. Esta iniciativa es impulsada por otras organizaciones como Formación y Capacitación AC, Alianza Pediátrica Global y por el Comité por una Maternidad Segura y Voluntaria de Chiapas y México, como parte de sus aliados.
EL APOYO INTERNACIONAL A LAS PARTERAS
Apenas en mayo de 2019, la directora ejecutiva de la UNFPA, Natalia Kanem, tras celebrarse el Día Internacional de la Partera, describió la labor de estas trabajadoras como heroínas de la salud pública, tras asegurarse de resguardar uno de los derechos humanos básicos de salud en la mujer: tener un embarazo saludable, un parto seguro y los cuidados esenciales para su recién nacido.
“Las parteras son un puente entre las comunidades y los establecimientos de salud tradicionales. Brindan servicios vitales de salud materna que son clave para reducir las muertes maternas y hacer que el parto sea más seguro en áreas remotas, marginadas y durante crisis humanitarias. Las parteras no solo salvan vidas, también empoderan a las mujeres y parejas para que tomen decisiones informadas y saludables”, señaló.
Además, hizo hincapié en la importancia de educar y capacitar a las parteras de manera inteligente, económica y sostenible para acercar, aún más, el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva a las mujeres, como parte de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Desde el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) se llevó a cabo el Proyecto Marco: Modelo Integral de Partería, una iniciativa financiada por la Fundación MacArthur con el objetivo de generar evidencia científica, legitimar el modelo de partería en México, sensibilizar a las autoridades sobre el tema, promover la inserción de la partería profesional en los sistemas de salud, empoderar a las mujeres para una toma de decisiones informada, entre otros.
Rosalinda Pérez, partera tradicional en la ciudad de Frontera Comalapa, Chiapas, enfatiza que el interés principal en su labor desde la partería es que ya no haya maltrato a las mujeres y que tengan una buena atención durante el embarazo y el parto. Luchan porque las mujeres tengan la libertad de decidir dónde nacerán sus bebés y que les den la libertad de trabajar con las personas que les tienen confianza.
“No queremos ni muertes de mamá ni de bebé. No somos animales para que nos traten así, por eso luchamos para que nos reconozcan y nos den esa libertad de trabajar con las personas y para que las compañeras y las mujeres que van a los hospitales tengan un buen trato. Eso es lo que estamos luchando”, finaliza. N