“EL CAMINO DE GENARO GARCÍA LUNA se torció cuando un abogado convenció a doña Chelito, su mamá, de no declarar en contra de su hijo Genarito, el Chango, por aquel robo a la vivienda de la calle Emiliano Zapata. Ese día, el del arrepentimiento de doña Chelito, Genaro García Luna se echó a perder”, escribe el periodista Francisco Cruz en su más reciente obra: García Luna, el señor de la muerte (Planeta, 2020).
Reservado, cínico, estudioso, con varias identidades de acuerdo con la persona que tiene enfrente, frío, calculador, aprendió a esconder todo. Ese es Genaro García Luna, expresa Francisco Cruz en entrevista con Newsweek México. “Un hombre al que, cuando Gerardo Noroña lo llamó asesino, de frente, no se le movió un solo músculo.
“Ese personaje también es un desconocido y esto le da sentido al señor de la muerte. García Luna nació en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), nada se le conoce hasta antes de eso. Es un hombre sin pasado. Un hombre del que nadie conocía nada”.
La preocupación por conocer quién era García Luna surgió en 2010, comenta el periodista Francisco Cruz, lo que provocó el inicio de la investigación que lo llevó a tener acercamientos con exagentes de inteligencia. Uno de ellos le hizo llegar el acta de nacimiento y esto dio pie para ir a recorrer las calles en las que vivió.
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“Descubrí que su familia sigue viviendo en la misma casa. Sus padres llegaron en los años 60 huyendo de Michoacán. No se sabe de qué huían, pero por un año no salieron y por ello hasta pasado ese tiempo fueron a registrar a Genaro García Luna.
“Otro exagente de inteligencia me entregó una averiguación previa donde por primera vez aparece García Luna y la dirección de su casa involucrada en un asalto”.
A los 12 años de edad, a García Luna en la secundaria lo llamaban el Chango, en referencia a un gorila porque era violento y salvaje. Así creció en la calle Herón Proal, la cual también era conocida como “la bolsa”, pues allí se reunían viejos agentes de lo que alguna vez fue en México el Servicio Secreto —una de las policías más temibles que ha tenido este país, pues sus miembros desaparecían personas, mataban, asaltaban— para repartirse los botines producto de robos.
Cuando Genaro García Luna tenía entre 11 y 12 años fue reclutado para ser informante de estos exagentes. Él era quien identificaba a los comerciantes ricos y los policías se encargaban del resto, es decir, de extorsionar, robar, de asaltar casas, comenta Cruz.
“Tras la muerte del jefe del Servicio Secreto, quien era esquizofrénico, García Luna formó su propia pandilla. Un informante me confirmó que uno de los integrantes de esa pandilla se llama Antonio Chávez y le decían el Soldado, cuñado de García Luna.
SU PRIMER GRAN ROBO
“El primer gran golpe de la pandilla fue el 25 de diciembre de 1987. Se robaron 250 millones de pesos, centenarios y joyería. Se metieron a la casa de un comerciante, asaltaron y se fueron a refugiar a la casa número 6 en la calle Herón Proal, que no es otra que la casa de García Luna”, comenta el periodista.
La averiguación previa también indica que el cuñado de García Luna estuvo detenido varias semanas hasta que lo pudieron sacar y lo enviaron a Michoacán, donde compró un rancho y jamás volvió.
A García Luna también lo protegieron los viejos agentes del Servicio Secreto que ya eran judiciales para entonces. Amenazaron al agente del ministerio público para que no incluyera su nombre en la averiguación.
El expolicía de Felipe Calderón alguna vez contó que llegó al CISEN sin pensarlo y se enamoró, “pero cuando descubres la historia que hay detrás te das cuenta de que fueron los viejos agentes del Servicio Secreto quienes lo protegieron y llevaron hasta ahí.
“Otro dato importante a señalar es que en la oficina de García Luna había una fotografía blanco y negro con seis personajes y con él al centro. Con ellos había armado una especie de hermandad mafiosa que además se trasladó a la Agencia Federal de Investigación (AFI) y, luego, a la Secretaría de Seguridad Pública; después se integraron a ese grupo personajes como Luis Cárdenas Palomino, buscado por Estados Unidos; Maribel González Guerrero, analista del CISEN; Linda Cristina Pereyra Gálvez, analista del CISEN y esposa del exsecretario de Seguridad Pública; y Ramón Pequeño García”.
EL FRACASO COMO ESPÍA
Entre 1993 y 1994, este hombre también tuvo sus primeros fracasos como espía. Fue nombrado comisionado para informar sobre la situación en Chiapas. Todo fue un desastre y no se dieron cuenta de que se preparaba un levantamiento por parte del Ejercito Zapatista, pese a que ellos eran los responsables de detectarlo. “El informe estaba tan mal hecho que nunca se entendió, prácticamente fueron a hacer turismo”.
En 1997, el presidente Zedillo, cansado de las quejas de la comunidad española de que los estaban secuestrando, comisionó a García Luna para formar un grupo de élite y desarticular una banda de secuestradores que se convirtió en la más poderosa de este país, la de Daniel Arizmendi, el Mochaorejas, pero volvió a fracasar.
Entonces Zedillo pidió que se integrara al grupo de élite al comandante de la Policía Judicial del Estado de México, Alberto Pliego Fuentes. Él capturó vivo al Mochaorejas, y “eso no se lo perdonó nunca García Luna, por eso lo convirtió en su primera víctima.
“Tan pronto García Luna estuvo bien colocado en la AFI, ordenó el arresto del comandante Pliego Fuentes, lo acusaron de narcotráfico, fue a la cárcel y ahí se muere. En 2000, estando ya en la Procuraduría General de la República (PGR), apostó todo su capital político por Labastida Ochoa y perdió. Por lo que ordenó destruir todos los expedientes que tenía dentro de las casas de seguridad de espionaje”, relata Francisco Cruz.
SU LLEGADA AL PAN
Aunque García Luna dijo que se encargaría de destruir los archivos centrales, nunca nadie lo vio hacerlo, es decir, se los robó. “Se acercó a Martha Sahagún y a Vicente Fox y les vendió todos los secretos oscuros de los priistas.
“Así llegó a la AFI y fue inventando bandas de secuestradores para ganar la gloria que le fue robada por Pliego Fuentes. Llegan las elecciones de 2006, el hombre hábil y astuto apostó por Calderón y controló las infiltraciones que hubo a la campaña de Andrés Manuel López Obrador”.
El 1 de diciembre de 2006, por primera vez un civil desplazó al Estado Mayor Presidencial. García Luna se hizo cargo de un contingente de aproximadamente 2,600 elementos de la Marina que tomaron prácticamente por asalto el Congreso de la Unión para que Calderón entrara por la puerta trasera, “se autocolocara la banda presidencial y se impusiera como presidente de este país”, explica el periodista.
Francisco Cruz afirma que lo anterior es parte del tipo de acciones que el señor de la muerte realizó. Menciona que los primeros acercamientos con el narcotráfico sucedieron desde el CISEN, donde se encargó de elaborar fichas de capos y policías. “Estados Unidos lo sabía desde antes. Hay evidencias de que desde 2005 ya sabían que estaba metido en el narco.
“Sin embargo, Estados Unidos tiene políticas e intereses y hace su trabajo, y así logró infiltrar en todo el país agentes de inteligencia, gracias a García Luna, quien no solamente fue el gran ganador de la guerra contra el narco, fue el gran negociador. Tengo testimonios que señalan que en 2005 negoció con Arturo Beltrán Leyva para que se quedara con la plaza de Acapulco y se inició una guerra terrible que todavía no termina”.
Dentro de sus negocios con el narcotráfico, explica el periodista, permitió que los cárteles tomaran las zonas mineras, fue así como la Familia Michoacana se apoderó de la exportación de acero.
“Esos son parte de los aspectos desconocidos de la vida del señor de la muerte que pasaron inadvertidos cuando era el superpolicía de Calderón”, asevera Francisco Cruz.
EL “GANDALLA MALDITO”
Pasó de ser un “gandalla maldito”, como lo conocían en su colonia, a llorar frente a una jueza de Estados Unidos, ese fue el proceso de convertirse en un criminal. “Fui descubriendo las redes de un tejedor de la muerte, de un tipo que fue creando un reinado de terror que no ha parado. Fue un tipo que se hizo cínico con la muerte, con la sangre y pillerías.
“García Luna tiene 5 millones de archivos que fue alimentando en el CISEN en la AFI, tiene las fichas de los Calderón, los conoce, pero es negociador, va a aguantar hasta donde pueda, va a negociar. Calderón es su gran protector, sí puede perjudicarlo, lo tiene todo, pero no sé si lo hará”, agrega Francisco Cruz.
El extitular de la Secretaría de Seguridad Pública, de profesión ingeniero mecánico, tuvo la esperanza de regresar al poder con Margarita Zavala, lo que no se logró luego de una fallida campaña. “Pensó que podría ser con México Libre, pero no fue así. Ahora ese hombre frío está frente a los jueces de Estados Unidos”.
Este miércoles 7, frente al juez federal Brian Cogan, García Luna se declaró no culpable de los cargos que afirman que conspiró para importar y distribuir cocaína a Estados Unidos, así como de haber hecho declaraciones falsas a autoridades migratorias en 2018, cuando aseguró no haber cometido delitos.
Genaro García Luna no negoció con el Departamento de Justicia, por lo tanto, no ofrecerá información como para que ese órgano de justicia pueda profundizar en las investigaciones; empero, negar su culpabilidad puede provocar que los fiscales busquen imputarle una pena máxima.
“Comprensible la declaratoria de inocencia de Genaro García Luna”, afirma Francisco Cruz. Esto es entendible si se toma en cuenta que se encuentra entre la espada de la justicia de Estados Unidos y las armas de fuego de los grupos de la delincuencia organizada y otros personajes de los que guarda sus secretos oscuros en sus archivos personales o que, directamente, negoció con ellos, asevera.
De acuerdo con Francisco Cruz, autor de García Luna, el señor de la muerte, el exsecretario prefiere enfrentar una condena a cadena perpetua o más que entregar a la justicia de Estados Unidos parte de esos secretos sucios que tiene en sus archivos personales porque, de hacerlo, sabe que enfrentaría la omertá o ley de leyes del silencio de la mafia y que él autorizó o permitió que, en su momento, se impusiera a comandantes de la Policía Federal o agentes de inteligencia.
Cruz recordó que, como lo documenta en su más reciente libro, el llamado “superpolicía” de Felipe Calderón tuvo acceso irrestricto y garantizado a las bases de datos de Teléfonos de México (Telmex), y tiene expedientes que se encontraban en el desaparecido Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), de la Procuraduría General de la República (PGR), la Policía Federal Preventiva, la Agencia Federal de Investigación y la Secretaría de Seguridad.
Así como García Luna elaboró fichas de criminales de altos vuelos de México —secuestradores, narcotraficantes, asesinos—, de la clase política mexicana que dirigió el país en los gobiernos de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, el libro García Luna, el señor de la muerte, es una ficha de él, concluye Francisco Cruz. N