“En el islam hay mujeres luchadoras. Hay guerreras. Hay mujeres árabes fuertes e independientes que no se dejan dominar y luchan por sus derechos fundamentales”, comenta Joumana Haddad, escritora, periodista y activista libanesa al referirse a su reciente libro, La hija de la costurera, en el que retrata cuatro generaciones de mujeres en Oriente Medio y su búsqueda de la libertad.
Para Haddad, contar la historia de cuatro mujeres en una misma línea generacional parte de una necesidad, después de descubrir a su abuela suicida en la cocina, cuando tenía no más de siete años. Hasta ese momento, la también artista y poetisa no sabía nada de su abuela, ni de lo que vivió o sufrió.
“Yo podía intuir, con mi sensibilidad de alma vieja y trayendo en mi inconsciente muchas tragedias heredadas, la intensidad del dolor que la había conducido a elegir la muerte. Y supe, en aquel momento, que un día tendría que contar su historia y la mía, que es la de muchas otras: nosotras, las hijas de guerras externas e internas”, añade la autora en entrevista con Newsweek México.
En La hija de la costurera, Joumana narra la vida de cuatro mujeres enlazadas por la historia personal de cada una conforme se desarrolló la Historia de Oriente Medio. En el libro, la autora no solo retrata la cotidianidad en esas mujeres, sino también las violaciones, agresiones y grandezas de Qayah, Qadar, Qana y Qamar.
Sin limitantes y a pesar de su dote como poetisa, Haddad prefirió ser concisa en esencia con los hechos que narra en el libro. “Quería contar esas historias sin dramatizar lo que ya es un drama y no necesita ninguna forma de blackmail o chantaje emocional a los lectores”, menciona.
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Desde el genocidio armenio, en 1915; la guerra árabe israelí, en 1948; la guerra libanesa, en 1975; la Revolución de los Cedros en Líbano, en 2005; y hasta la cruel guerra civil siria que estalló en 2011 hasta extenderse a la batalla y sitio de Alepo, en 2012, son parte de los eventos históricos que la autora describe en el libro.
La obra también parte de inspirar a otras mujeres que se encuentren oprimidas con el poder increíble de la resiliencia, como lo llama Haddad, de la misma manera en que Qayah, Qadar, Qana y Qamar llevaron su dolor y siguieron con la cabeza en alto, a pesar de todo. “Con su nobleza. Con su perseverancia. Con su rebelión aparente o soterraña”, agrega.
Empero, una máxima entre ellas, entre la opresión y violaciones a las que fueron expuestas estas mujeres, se encuentra la libertad. Una palabra que en estas cuatro historias no tiene otro significado que la meta. “No quisiera decir la meta imposible, aún siempre lo es”, dice la autora.
¿QUÉ FALTA POR APRENDER Y CONOCER DE LA CULTURA ÁRABE?
Con una historia que se desarrolla en Oriente Medio, la autora de La hija de la costurera explica que sería vital, antes de todo, dejar de generalizar y estereotipar a la cultura árabe. Abre la oportunidad de cultivar una curiosidad sana, libre del efecto mediático sensacional.
“La cultura árabe es muy rica y heterogénea, así como la cultura latinoamericana. La gente podría empezar por pensar y decir: culturas árabes… Claro que los países árabes tienen cosas en común, como la lengua, por ejemplo, pero hay muchas diversidades entre un país y otro, un pueblo y otro”, señala.
Entre otras ideas que hay que cambiar, se encuentra el llamar a Oriente Medio países de “tercer mundo”, que si bien fue impuesto por el occidente “civilizado”, tampoco lo vale. Otra cosa por cambiar seria la imagen derogatoria de la mujer árabe como ser sometido y débil.
“Sí, hay opresión de la mujer. Sí, hay patriarcado y discriminación. Pero pienso que esas injusticias siguen existiendo casi en todo el mundo en grados diferentes. Desgraciadamente algunos sistemas árabes utilizan el islam para institucionalizar su discriminación y sus infamias hacia la mujer, así como otros utilizaban el cristianismo para hacer lo mismo desde hace siglos”, apunta.
LUCHAR POR LAS PERSONAS
En el libro, Joumana reflexiona en torno al camino que las personas deben seguir, en si los individuos tejen su destino o si lo siguen conforme a las reglas que la sociedad impone, donde, en muchos de los casos, se trata de una elección propia de asumir la responsabilidad de cómo vivir.
“Si quieres vivir según las expectativas de los otros, sin defender tus propias convicciones, sin hacer confrontaciones ni provocar a nadie, entonces claro que tienes que seguir las costumbres de tu sociedad. Pero sé que hay personas que no tienen ni el lujo de elegir, porque viven en condiciones donde elegir quiere decir morir o ir en prisión o ser torturados”, agrega.
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Hadad, quien también es activista, declara luchar por quienes no tienen la opción de elegir una vida diferente, al tiempo que le enfurece ver cómo hay personas que, aun teniendo la libertad de vivir de un modo diferente, eligen someterse a lo que su sociedad, familia o religión han decidido con normas, aun cuando les hacen sufrir o les insulta.
“Tengo las ganas de sacudirlas y gritar: “¿Por qué? ¿Por qué no defienden su dignidad y sus derechos?”.