El daño financiero del coronavirus se ha hecho presente en el mundo del espectáculo, y nadie sabe cuánto aún empeorará.
El deterioro de la industria del entretenimiento empezó el 13 de marzo, después de que el presidente Trump declarara la emergencia nacional por el coronavirus. Por ejemplo, esa misma mañana estalló una “minirevuelta” en el set del programa de telerrealidad Judge Judy. La razón: los productores exigieron que todos se presentaran a trabajar, pese a que la dirección de CBS había enviado un correo electrónico pidiendo que se quedaran en casa. “Fue un lío tremendo”, recuerda un empleado que presenció el incidente. “Todos se hablaban a gritos”. Tres días más tarde, el programa de la jueza se convirtió en otra de las numerosas producciones hollywoodenses que quedaron en suspenso. El portavoz de CBS se negó a hacer comentarios.
Días antes, en una broma macabra, Howie Mandel —jurado de America’s Got Talent y autoproclamado “germófobo”— apareció con una máscara antigás y un uniforme hazmat [para materiales peligrosos]. Desde entonces, varios famosos han resultado positivos al coronavirus (entre ellos, Tom Hanks y su esposa, Rita Wilson; ambos, ya en recuperación) y el 19 de marzo, un técnico de audio de NBC News murió a los 61 años de edad tras desarrollar COVID-19.
La industria ha respondido cerrando más de 6,000 salas de cine de Estados Unidos. La NBA, MLB y NHL han cancelado o postergado sus temporadas. Los parques temáticos cerraron sus puertas, mientras que orquestas y teatros de Broadway han suspendido sus presentaciones. Varias películas han aplazado estrenos mundiales, y más de cien programas televisivos han dejado de rodar nuevos episodios. En suma, hay una crisis inédita en la industria que floreciera durante la Gran Depresión brindando entretenimiento asequible a una nación afligida. Si bien los efectos varían mucho, las repercusiones para el mundo del espectáculo son innegables.
“El entretenimiento es una de las industrias que resultarán más afectadas, pues requiere de la colaboración simultánea de muchas personas”, explica la economista Eileen Appelbaum, codirectora del Centro de Investigación en Economía y Política, grupo de expertos de Washington, D. C. “Muchas compañías registrarán pérdidas a fines del invierno y principios de la primavera, pero si el coronavirus reemerge en el verano, habrá un desastre financiero”.
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El golpe ha sido enorme. Por ejemplo, las acciones de las cadenas de cine han recibido una paliza. AMC Theatres cayó 50 por ciento en lo que va del año, y Cinemark USA ha perdido alrededor de 70 por ciento. Lo mismo ha ocurrido en National CineMedia, la empresa que pone los comerciales en las pantallas de cine y cuyas acciones se desplomaron 60 por ciento, mientras que el valor de los títulos de IMAX, la operadora de pantallas grandes, se ha reducido aproximadamente 50 por ciento. En un comentario sobre estas compañías, Michael Pachter, analista de Wedbush Securities, señala: “Estamos muy preocupados en este momento, aunque sin duda habrá supervivientes”. Por lo pronto, opina que AMC no será uno de ellos, pues no tiene “clara” su salud financiera a largo plazo.
Es un hecho que la industria del entretenimiento sufrirá pérdidas. Lo que nadie puede precisar son la magnitud y los nombres de los afectados. Según proyecciones de PricewaterhouseCoopers, durante el primer semestre de 2020, el sector de medios y entretenimiento generará 2,320 millones de dólares en la escala global —apenas 1 por ciento por arriba del año anterior—, en tanto que S&P Global ha reducido las calificaciones de deuda de más de 20 nombres de la industria, incluidos AMC, Cinemark, Live Nation Entertainment, Disney, y National Amusements, compañía matriz de ViacomCBS. Por su parte, diversos analistas anticipan una pérdida de taquilla de 10 millones de dólares, equivalentes a 24 por ciento del ingreso anual total esperado en todo el mundo.
“No se sabe cuál será el impacto”, apunta una fuente de la industria cinematográfica. “Disney está pasando por un periodo muy preocupante, igual que los propietarios de teatros. Es una crisis sin precedentes, un tanto parecida a la del 11 de septiembre. El entretenimiento en casa podría salir a flote, pero la parálisis de producción causará problemas”. Al respecto, Tuna Amobi, analista de la industria para la asesora financiera CFRA, comenta: “Es casi imposible cuantificar el daño para las empresas de entretenimiento. Es demasiado pronto”.
Amobi añade que los “teatros y parques temáticos son los más vulnerables, y el impacto será extremadamente significativo. Disney es la empresa con mayor exposición en China, pues opera parques en Hong Kong y Shanghái”. El valor de las acciones de Disney —que también enfrenta la amenaza del coronavirus en sus cruceros y eventos en vivo— ha caído casi a la mitad en lo que va del año. Gregory Williams, analista de la asesora financiera Cowen, considera que los parques temáticos requerirán de varios años para recuperarse, por lo que sus cálculos para las utilidades de la división de parques de NBCUniversal se han reducido en 31 por ciento para el año fiscal 2020; 27 por ciento para 2021; y 25 por ciento para 2022.
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Sin embargo, Pachter opina que el negocio del cine podría experimentar un “efecto de recuperación” una vez que podamos cerrar las distancias sociales sin peligro. “Es fácil postergar una película”, asegura, “pero la situación será mucho más difícil para los parques temáticos y los eventos en vivo”. Hasta ahora, los estrenos más importantes que han debido ser postergados incluyen F9, la entrega más reciente de la franquicia Rápidos y furiosos, de Universal (que llegará a las salas en abril de 2021 en vez de mayo de 2020); No time to Die, la nueva película de James Bond producida por MGM (aplazada hasta noviembre); y Black Widow, de Marvel, programada para mayo, pero retrasada de manera indefinida. Y entre las decenas de producciones canceladas temporalmente se cuentan las nueva versiones Disney de La Sirenita, Peter Pan y Mi pobre angelito, así como Jurassic World: Dominion, de Universal.
Algunos analistas advierten que, aunque los estudios que forman parte de grandes compañías podrían capear el temporal, los cineastas más pequeños corren el riesgo de quedar en bancarrota. Algunos han reaccionado con prontitud. El 10 de marzo, Veritas Arts —pequeña productora y propietaria de varios teatros— anunció que reduciría drásticamente la cantidad de salas que proyectarán su nueva cinta, Shooting Heroin, a estrenarse el 3 de abril. Y no solo eso, Veritas ha decidido lanzar su producción simultáneamente en home streaming y en pantalla. Esta medida ha inspirado a los estudios más importantes a estrenar películas “colapsando las ventanas”, expresión de la industria que se refiere a ofrecer producciones en línea mucho antes de lo programado.
Es indiscutible que algunos han resultado beneficiados con la pandemia, sobre todo en el segmento televisivo. Por ejemplo, Netflix tiene ahora tantos usuarios que empieza a experimentar problemas de capacidad. El 19 de marzo, el CEO Reed Hastings anunció que, a petición del comisionado europeo Thierry Breton, su compañía “empezaría a reducir la tasa de bits de todas las transmisiones europeas durante 30 días”. Por su parte, VidAngel —servicio cristiano de streaming— ha dicho que la pandemia ha incrementado su tasa de crecimiento en 50 por ciento, incluso antes de ofrecer toda su programación de forma gratuita y por tiempo indefinido, para “ayudar a las familias”.
El coronavirus también ha dado impulso a los telenoticieros. La semana después de que el presidente Trump declarara la emergencia nacional, CNN triplicó su audiencia de horario estelar en el grupo demográfico más importante de la industria (25 a 54 años), en tanto que MSNBC aumentó la suya en 56 por ciento. Y según Nielsen Media Research, Fox News —que persiste como la más popular de las tres cadenas de noticias— registró un incremento de teleauditorio de 89 por ciento.
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Aun así, se espera que la publicidad televisiva se vea muy afectada, sobre todo por la cancelación o el aplazamiento de los eventos deportivos más importantes, como el torneo de baloncesto masculino de la NCAA. Otro ejemplo: este año, NBCUniveral esperaba vender más de 1,200 millones de dólares en publicidad para los Juegos Olímpicos de Tokio, los cuales han sido postergados hasta 2021.
En diciembre, el gigante GroupM predijo que el mercado publicitario de Estados Unidos —que incluye televisión, radio, medios digitales y más— crecería 4 por ciento durante 2020, a cerca de 254,000 millones de dólares. Pero ahora, Brian Wieser, presidente mundial de inteligencia empresarial en dicha compañía, reconoce que sería “tristemente optimista” confiar en los pronósticos económicos previos a la pandemia. “Las cifras serán más bajas; lo que no sabemos es cuánto”, lamenta. Algunos analistas temen que las cifras bajas puedan convertirse en la nueva normalidad. El 23 de marzo, Doug Creutz, analista de Cowen, redujo en casi 20 por ciento sus cálculos para los ingresos que generarán más de una decena de empresas, a partir de ahora y hasta 2022, con el argumento de que la recesión causada por el coronavirus representará un “retroceso permanente en la publicidad televisiva”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek