Cuarenta años de porno y escándalos.
Larry Flynt perdió la virginidad con una gallina. Luego la mató, para que no quedara evidencia alguna del acto que recién había llevado a cabo. Eso ocurrió en su pueblo de nacimiento, Lakeville, Condado Magoffin, en Kentucky; un lugar pobre, aciago, prácticamente olvidado por los ojos del señor Jesucristo, a quien, por cierto, muchos años después —y casi frente al pelotón de fusilamiento— Flynt acudiría con desespero en busca de una salvación que nunca llegó.
Fue en este terreno sórdido, caluroso y lleno de penurias que el futuro magnate del sexo y la pornografía se dejó llevar por los intrigantes comentarios de sus amigotes, que le aseguraban que aquello —el coito con una gallina— era “lo más parecido a estar con una mujer”. El joven Larry Claxton Flynt Jr. les creyó: raptó una gallina y consumó el acto. Y luego del placer… el crimen: una gallina menos en el condado Magoffin.
Narrado lo anterior, ciertamente uno podría preguntarse: ¿qué clase de cosa podría sorprender de este personaje? Pues todo (o casi todo) lo que se diría de él en el futuro terminaría en polémica. El hombre de los escándalos. Pornógrafo, activista por la libertad de expresión, empresario; el hombre que quisieron asesinar… toda una montaña rusa de míticos triunfos y horribles caídas; de dolor y desgracia… de tanto sexo y depravación como para aturdir y traumatizar a todas las monjas de este planeta.
“Siempre me he sentido como el Moisés que liberó a los judíos, el Lincoln que liberó a los esclavos… yo quería liberar a todos los neuróticos”, sentencia Larry Flynt.
“Y me doy cuenta de que durante ese proceso he ayudado a millones de personas en su paso por la pubertad. Y eso creo que es un gran logro. De hecho, no solo creo que es un gran logro, sino una mejor contribución. Cuando asisto a eventos, firmas de libros, etcétera, se me acerca gente y me dice: ‘Sr. Flynt, quiero agradecerle por haberme ayudado en mis años de pubertad’. Y yo digo, Dios mío, ¿qué puede ser mejor que eso?”.
En 1964, y apenas con 22 años, Larry Flynt venía de servir seis años en la Marina como operador de radar en el US Enterprise (pero no el del capitán Kirk), y fue dado de baja con honores. Compró por 1800 dólares el pequeño bar que tenía su madre en Ohio. Fue un buen negocio, a pesar de que tenía que trabajar unas 20 horas al día, pero con los 1000 dólares que ganaba semanalmente le alcanzó para abrir otros dos bares. Compartía su tiempo yendo y viniendo entre los establecimientos, tratando de lidiar con borrachos peleones; una suerte de universidad de los negocios. Ahí obtuvo la experiencia, los contactos y las mañas necesarias para su próximo paso: abrir otro bar, pero de striptease y para una clientela más exclusiva, al que llamaría Hustler Club.
Páginas desnudas
—De regreso a los viejos tiempos, ¿alguna vez llegó a imaginar que la industria del entretenimiento para adultos sería lo que es hoy en día? Es decir, es posible tener acceso a la pornografía hasta en el teléfono. Está en todas partes. A medida que fue creciendo la tecnología igualmente creció la industria sexual, ¿está de acuerdo?
—Sí, estoy de acuerdo. La pornografía es más popular que nunca gracias a internet. Ya no tienes que andar metido en tiendas, escondido, sintiéndote apenado. Con un solo clic el mundo está en la punta de tus dedos. Supimos que sería así desde hace tiempo. Por eso es que Hustler fue una de las primeras compañías que lanzó una página web porno.
Pero antes de esto, Hustler no era una revista, sino un panfleto (newsletter) que ofrecía información de los clubes. Y todo iba de maravilla, como un ferrocarril bien engrasado que se desplaza rumbo al horizonte lejano. Fueron días felices para Flynt, su hermano Jimmy y su novia del momento, Althea Leasure. Para muchos es conocida parte de la historia de Larry Flynt (una famosa película de Milos Forman se encargó de ello. En The People vs. Larry Flynt se ilustra, de una manera excelente, dramática y cruda, el viaje de Flynt desde que era, literalmente, un don nadie, pasando por la horrible muerte de quien luego fue su esposa, Althea —interpretada por Courtney Love—, consumida por el uso de drogas y el virus del VIH/sida. Pero que fungió como editora de Hustler durante varios años, incluyendo el tiempo en que Larry Flynt profesaba la fe evangélica —hoy es ateo).
Pero en el año 1973 la economía estadounidense se hundió en un foso profundo y catastrófico. Los clubes Hustler se deslizaban en caída, a través de una espiral de números rojos y pérdidas sobre pérdidas. Y una idea vendría para salvar lo casi perdido y establecer un nuevo imperio: convertir el panfleto de los clubes que imprimían —y que ya iba por 32 páginas— en una revista donde se mostraran las partes del cuerpo femenino que otras publicaciones no se atrevían. Es decir: la vagina….
Y ahí, en la entrepierna de las modelos, Hustler encontró su camino a las ventas. Si una revista pretendía explorar los detalles de esa fracción anatómica, era Hustler. Tras un primer año duro, el siguiente fue mejor y así creció en número de páginas y en publicidad escandalosa que llegó a su máxima explosión en 1975, cuando Larry Flynt “consiguió” (por 18 000 dólares) unas fotografías de Jackie Onassis sin ropa alguna y Hustler se convirtió —¿sorpresa?— en la revista más famosa —y criticada— del país. Vendió más de un millón de ejemplares en pocos días.
Con ese dinero se saldaron cuentas, Flynt se compró una mansión de casi 400 000 dólares y desde ese instante —hasta el presente— los reflectores de la opinión pública se postraron sobre Flynt y su revista, como aves de rapiña que buscan picotear sobre la carroña. Hustler fue la más atrevida de las tres grandes publicaciones de adultos: Playboy de Hugh Hefner y Penthouse, fundada por Bob Guccione. Entonces, tras todo el alboroto creado, llegaron las broncas, los enemigos, juicios y muchos problemas… y hasta balas.
El peor día del resto de su vida
Año 1978; 6 de marzo. En el condado de Gwinnett, en Georgia, se llevaba a cabo un juicio por obscenidad. El acusado era Larry Flynt. Fue tal el circo que montó, que los medios de comunicación de todo el país estaban pendientes, con los colmillos afilados, para lo que ocurriese en las próximas fechas. Pero la noticia mayor fue otra ese día. Uno de esos personajes chiflados que aparecen para colocar drama en ciertos momentos de la historia de la humanidad, hizo acto de presencia aquel 6 de marzo. Joseph Paul Franklin, un asesino en serie, además de supremacista blanco, que recientemente había visto unas fotografías en Hustler de sexo interracial y cuyo efecto en su distorsionado cerebro no fue otro sino dirigirse a la Corte y disparar sin clemencia contra Flynt y su abogado, Gene Reeves Jr.
Desde aquel 6 de marzo, el pornógrafo más famoso quedaría paralizado, con daños permanentes en la espina dorsal y forzado a usar una silla de ruedas hasta que deje de respirar en este mundo. Franklin fue ejecutado en Missouri por inyección letal el 20 de noviembre de 2013. Las lesiones dejaron a Larry tal dolor que se volvió adicto a los calmantes… y una sobredosis de estos le causó un accidente cerebro-vascular, del cual logró recobrarse, pero le dejó dificultades en la pronunciación.
Y todo en el marco de su defensa a la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica: la libertad de expresión terminó costándole sus piernas, su hombría… casi su vida. Pero, como lo dijo en una entrevista con CNN, no se arrepiente de nada:
—Aquí está usted, superrico, tiene esta sorprendente vida… pero de comenzar otra vez, ¿habría estado tentado a tomar caminos totalmente diferentes?
“No, no, no me arrepiento de nada. Yo creo que he hecho muchísimo para expandir los parámetros de la libertad de expresión. Lo cual creo que es extremadamente importante. Yo considero que el derecho más grande que cualquier nación puede respetarle a sus ciudadanos es el derecho a la privacidad, a que te dejen solo y tranquilo. Yo he peleado por la privacidad y los derechos de libertad en los últimos 38 años de mi vida”.
—¿Por qué la libertad de expresión es tan importante para usted? ¿Por qué ese tema ha sido el único por el que ha luchado con tal fuerza y durante tantos años?
“Porque lo tuvimos hace tanto tiempo que perdió su valor. La libertad de expresión no se trata de batallar por aquellos pensamientos que amas, sino por los que odias. Y una democracia no puede existir sin libertad para expresarse… pero eso es algo que los estadounidenses tienden a olvidar. Y muchos han nacido en una cultura donde dan por sentado la existencia de todos esos derechos. Bueno, uno no puede hacer eso porque te los pueden quitar tan fácilmente como los obtuviste”.
—Usted peleó, literalmente, por su derecho a expresarse, a publicar contenido sexual… y eventualmente ganó. Eso lo convierte en un pionero, y lo hizo en tiempos duros, mucho menos liberales que en la actualidad. ¿Qué le aconseja a todos los que quieren romper barreras, que quieren innovar? ¿Qué le dice a los próximos pioneros?
“Que encuentren algo en lo que crean y se aferren a ello. Que descubran las hipocresías de la gente y no dejen que nadie les diga jamás que no tienen derecho a expresar lo que sienten”.
—¿Dónde ve a las empresas Hustler en los próximos 40 años?
“Seguiremos con vigor, convirtiéndonos en una fuerza incluso más grande e importante en la industria de adultos alrededor del mundo. Nuestras tiendas Hustler Hollywood siguen expandiéndose, así como nuestro negocio de casinos. Todavía no hemos terminado nuestra misión. Hay muchísimo por venir”.
—Me pregunto, ¿cómo es un día normal en la vida de Larry Flynt? ¿O acaso existen días normales y comunes en su vida?
“Mi día a día es sorprendentemente normal. A no ser que me encuentre de viaje, típicamente puedes encontrarme metido acá en mi oficina. Sigo con las manos bien metidas en mi compañía y realmente disfruto las operaciones diarias. Además, soy un hombre que conserva sus hábitos. Incluso almuerzo todos los días en el mismo sitio”.
Nuevos caminos, el mismo destino
En sus mejores tiempos, la revista Hustler vendía un promedio de 3 millones de ejemplares cada mes. Sin mencionar las ediciones especiales. Un gigante de papel. Luego llegó el boom online e internet democratizó el consumo de material para adultos. Esto, que tomó a muchos por sorpresa, fue utilizado por Larry Flynt para seguir de la mano las nuevas tecnologías.
Su portal web fue de los precursores de la pornografía en línea. Y la producción original de películas lo llevó, otra vez, a consolidarse como líder en contenido para adultos. Hustler se acomodó en un nicho naciente, lo capturó y lo hizo suyo.
Flynt aprovechó para hacer una jugada maestra y en el año 2000 abrió las puertas del Casino Hustler en Gardena, California. Y en los tiempos en que se establecían los canales de tv por cable pertenecientes a Hustler, el casino fue su máximo centro de negocios y obtención de ganancia. Esto considerando que la revista ya no se aproxima a las enormes ventas del pasado y hoy se conforma con un promedio de 150 000 ejemplares vendidos mensualmente.
—¿Hay algún plan de abrir un casino Hustler en el Caribe o América Latina?
“No por el momento, pero uno nunca sabe a dónde te puede llevar el camino. Tal vez exista la posibilidad de organizar un torneo de póquer Liz Flynt con jugadores de la zona”.
—Cuéntenos un poco sobre la importancia que tiene América Latina, como mercado, para las empresas Hustler…
“América Latina siempre ha sido el próximo paso lógico en nuestro crecimiento. Es una región bellísima, llena de gente hermosa y sorprendente. Ya era hora de que hundiéramos los pies en el mercado latino y desplegáramos nuestro amor patentado de Hustler, ¿no crees?”.
—¿Qué opina de las mujeres latinas?
“Las mujeres latinas no tienen comparación. Son únicas. Ellas exudan una sensualidad y confianza únicas. Adoro a nuestras damas del sur”.
Hace 40 años salió al mundo una revista que cambiaría la percepción del sexo a nivel impreso. También cambió la mentalidad de muchos norteamericanos y, sobre todo, convirtió a su editor, Larry Flynt, en —a pesar de que alguien opine lo contrario— una celebridad mundial.
Hoy, con la ayuda de su hija, Liz, al frente de la compañía, sigue en su faena por liderar todos los mercados de contenido para adultos que pueda, fijando los ojos en América Latina y expandiendo sus canales de cable con contenido realizado en nuestra región.
Desde una silla de ruedas, con problemas de habla y todo un océano de anécdotas buenas, malas y feas, Larry Flynt, a sus 71 años de edad, sigue tan incendiario como siempre. Y ante la pregunta de qué le diría a Dios —a pesar de ser ateo— si llega a encontrárselo al morir, su respuesta, lógicamente, es: “¿Querría usted una subscripción para Hustler?”.
Carlos Flores es periodista venezolano. Ha sido colaborador de diversos medios de comunicación y es autor de La moda del suicidio (EXD, 2000), Temporada caníbal (Random House Mondadori, 2004) y Unisex (Santillana, 2008). Actualmente es editor en jefe del diario Notitarde La Costa y columnista de The Huffington Post. Twitter: @CarlosFloresX