La Organización Mundial de la Salud ha declarado la nueva epidemia de coronavirus como una emergencia global. La alarma tiene sentido, pues el poder de contagio es muy alto. Los casos en la ciudad de Wuhan, que es donde se originó, pasaron de 41 a 10,000 en menos de 20 días, eso significa que, de no tomarse medidas, en 20 días más los casos hubieran pasado de 10,000 a 2 millones y medio de pacientes infectados.
Afortunadamente, las autoridades chinas, aunque tarde, respondieron a la emergencia y lograron contenerla parcialmente.
Pero ¿esta crisis cómo nos afecta y que debemos hacer? Comencemos por hacer una línea de tiempo para, en principio, dimensionar el problema.
El primer brote de enfermedad respiratoria por 2019-nCoV se detectó el 8 de diciembre en Wuhan. Siete pacientes estaban internados en el hospital con una enfermedad respiratoria con características de neumonía atípica. El Dr. Li Wenliang reportó en un chat el problema a sus alumnos y las autoridades de salud de Wuhan lo reprimieron por compartir la información y lo obligaron a firmar una declaración en la que admitía que su advertencia constituía un comportamiento ilegal.
La infección continuó expandiéndose sin control. Conforme los casos se multiplicaban, las autoridades comenzaron a buscar la causa, y el 31 de diciembre de 2019 la dimensión los llevó a avisar a la oficina de la OMS local y reportar 44 casos.
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El 10 de enero se reportó que los científicos chinos habían logrado aislar el virus, el cual se identificaba como un coronavirus.
Este tipo de virus es muy común en la medicina veterinaria y produce enfermedades respiratorias en los animales. El antecedente más cercano que tenemos de un coronavirus transmitido a humanos es el que se presentó cuando se tuvo la epidemia de SARS, que en castellano se conoce como síndrome agudo respiratorio grave.
El 11 de enero de este año se subió la secuencia a las bases de datos públicas de internet.
A partir de ese momento, el virus se convirtió en información cibernética, secuencias de ceros y unos que por la red mundial de información comenzó a viajar a todos los laboratorios del mundo en los que, mediante máquinas especiales llamadas secuenciadores, comenzaron a transformar la información cibernética en virus artificiales1.
El 31 de enero se reportaron 10,000 casos. En un lapso de 19 días el contagio había crecido en una proporción exponencial. Eso justifica la declaración de la OMS de emergencia mundial.
Hoy la ciudad de Wuhan está en un punto muerto. Las calles no muestran tránsito de autos y son pocos los peatones que se aventuran a ellas, pero esto no impidió que el virus saliera de China.
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Las enfermedades infecciosas antes permanecían por largo tiempo confinadas en una región geográfica. Ahora todo es diferente, pues la comunicación aérea trae a los agentes patógenos desde los rincones más apartados del globo. Esto ha llevado a la Organización Mundial de la Saluda a montar protocolos de contención para evitar una pandemia mundial. La emergencia global que acaba de declararse es un protocolo de este tipo. Sin embargo, la enfermedad ya se diseminó por el mundo: Estados Unidos, Australia, Alemania, Japón…
Lo mejor es prevenir
En México, corresponde a las autoridades implementar un protocolo de contención, y al Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE), monitorear el progreso de esta enfermedad, pero nuestro sistema de salud no está pasando por su mejor momento.
Ante ello es importante primero conocer los cuidados preventivos, los síntomas de la infección y los cuidados para los pacientes infectados, así como saber quiénes presentan un mayor riesgo.
Lo primero que hay que decir es que la tasa de mortandad de la enfermedad se ha calculado en 3 por ciento, es decir, de cada 100 que se infectan mueren 3. En el primer brote aislado en China, los pacientes que murieron eran mayores de 60 años, uno de ellos era fumador y el otro tenía un tumor canceroso en proceso. Una tasa de mortandad como esta se considera moderada.
El Dr. Jorge Galván me ha informado que los síntomas son: fiebre, tos, dificultad para respirar, dolor muscular, confusión, dolor de cabeza, dolor de garganta. El cuadro comienza como un catarro que rápidamente se convierte en una neumonía y el paciente presenta dificultad para respirar.
Si a usted le da catarro de inmediato consulte a su médico y lleve un cubreboca para no repartir el virus en caso de que lo haya contraído.
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El paciente debe ser aislado, se le debe proporcionar oxígeno, tenerlo bien hidratado, es decir, darle muchos líquidos, y se le debe tener en observación. No hay antivirales que funcionen para los coronavirus.
La capacidad hospitalaria del sector salud en este momento no es suficiente para atender una emergencia, de modo que es imperioso que se monten los protocolos de contención de la enfermedad y preparar la respuesta en hospitales y clínicas.
La vacuna contra la influenza podría servir como paliativo, pues las vacunas tienen un efecto específico, establecer la respuesta del sistema inmune contra el virus, y un efecto inespecífico al que le llaman efecto cruzado; este consiste en alertar al sistema inmune para responder a un agente infeccioso similar. Empero, el coronavirus no es similar al de la influenza, y de darse este efecto solo se trata de un paliativo, esto quiere decir que la respuesta del organismo pueda darse más rápido.
Los virus tienen un ciclo de vida en el cuerpo y este no es la excepción. Si bien desconocemos cual será el comportamiento del virus en nuestra población, podemos esperar algo parecido a lo que sucedió en Wuhan, aunque la respuesta organizada en China, después de subestimar el problema al principio, ha sido muy eficiente: se cancelaron vuelos, se cerraron los espectáculos públicos, se confinó a la población y se monitorea e investiga los brotes de la epidemia.
Consecuentemente, si usted puede evitar los viajes en avión, las salas de cine y teatros, así como los espectáculos públicos, evítelos.
En México ya tuvimos el brote de una epidemia en el año 2009, la del H1N1, y salimos de ella sin muchos problemas. Las fatalidades fueron similares a las de las influenzas estacionales.
Los vaticinios de los expertos van desde un problema infeccioso grande, pero con pocas fatalidades, hasta un problema infeccioso grande con muchísimas fatalidades. Yo me inclino por el primer caso: problema grande con pocas fatalidades.
Sin embargo, extreme sus precauciones. Tome vitamina C —hay estudios que sugieren que esta vitamina ayuda al sistema inmune a responder a las infecciones respiratorias—, recuerde que en las enfermedades virales respiratorias es importante una buena alimentación, tomar muchos líquidos, estar en reposo, bien abrigado y seguir cuidadosamente las indicaciones del médico.
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1. En el libro La vida a la velocidad de la luz, Craig Venter describe cómo en 2014, ante el brote del virus de Influenza H7N9, los científicos de su laboratorio bajaron de internet la secuencia del virus, lo replicaron e hicieron copias funcionales, manipularon su estructura para eliminar su potencial de enfermar a los humanos y, una vez que lo lograron, lo inocularon primero en animales para ver la respuesta de los sistemas inmunes y luego en humanos. Las pruebas en humanos fueron satisfactorias. Este proceso llevó algo más de tres meses. En ese momento se tuvo una vacuna para la infección viral H7N9. Con el actual coronavirus podemos esperar algo similar.
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El autor es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias.