A 52 años de que el Batallón Olimpia y el Ejército Mexicano abrieran fuego en contra de los integrantes del movimiento estudiantil de 1968, la fuerza de la razón parece seguir ausente y la democracia todavía no se hace presente.
1968, el año que la Organización de las Naciones Unidas declaró como el de los derechos humanos, también fue para el mundo el de la Primavera de Praga, el de la Guerra de Vietnam, el del asesinato de Martin Luther King y John F. Kennedy, el del primer asesinato de ETA, el de la invasión soviética a Checoslovaquia, el del golpe de estado en Panamá, el del triunfo republicano de Richard Nixon, y el de la Operación Commando Hunt y sus 3 millones de toneladas de bombas sobre Laos.
También el del Peace & Love contra la guerra, el del decreto de la quinta acta institucional en Brasil, el de la Guerra de Biafra, la autodefensa del pueblo negro por los Black Panthers, el nacimiento del Partido Comunista Revolucionario en Argentina, la caída de un bombardero estadounidense con cuatro bombas atómicas en Groenlandia, el inicio del movimiento que condujo al Mayo Francés y de los XIX Juegos Olímpicos.
Para México, fue el de la matanza de Tlatelolco, una tragedia que a 52 años de haber ocurrido, todavía permanece en la memoria de aquellos que, como los estudiantes que salieron a las calles el 2 de octubre del 68 para manifestarse y fueron reprimidos a balazos en la Plaza de las Tres Culturas, exigen al gobierno de México un país en el que más allá de la democracia formal reine la democracia sustantiva, esa que pone el acento en la búsqueda de la igualdad social, no solo política.
Unas 10,000 personas entre estudiantes, mujeres, hombres, niños y ancianos se reunieron esa tarde en Tlatelolco y fueron víctimas y testigos de la masacre cometida por órdenes del entonces presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz y su secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez, quienes en su intento de aparentar que en la sede de los XIX Juegos Olímpicos reinaba la paz y la igualdad, mancharon de sangre al país.
Pablo Gómez Álvarez, exsenador de México por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Salvador Martínez Della Rocca, asesor personal del exjefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, son dos de los miles de estudiantes que formaron parte del movimiento del 68 y que hoy, a 52 años del 2 de octubre, día en el que fueron interrogados, torturados, privados de su libertad y perdieron a seres queridos, perdonan pero nunca olvidan.
En entrevista con Newsweek en Español, ambos fundadores y militantes del PRD explican el significado del 68 tras décadas de lucha ciudadana y estudiantil por alcanzar las libertades democráticas en México.
Al hablar sobre del miércoles 2 de octubre de 1968 lo primero que se le viene a la mente a Gómez Álvarez es la matanza de Tlatelolco, el reloj marcando las 5:30 de la tarde al tiempo en que la repentina aparición de luces de bengala en el cielo que cobijaba la Plaza de las Tres Culturas daba inicio a la balacera que tornó el mitin de los estudiantes convocado por el Consejo Nacional de Huelga en una tragedia.
Él estaba junto a otros compañeros en el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua dirigiendo un mensaje a la multitud cuando la masacre comenzó y no tuvo otra opción que correr y refugiarse en uno de los departamentos para escaparse de los balazos que no dieron tregua alguna por más de dos horas; “29 fueron los minutos más intensos”, recuerda.
Salvador Martínez en cambio estaba ya preso en la cárcel de Lecumberri desde las 4 de la tarde del 28 de agosto de 1968, día en el que fue a la cárcel de mujeres para a decirles a unos compañeros brigadistas de la Facultad de Ciencias que se regresaran porque había balazos en el Zócalo y la represión había empezado de nuevo. La represión inició al mismo tiempo que nació el movimiento, con la marcha del 26 de julio de 1968.
“Pienso en muchas cosas que de nuevo estamos viviendo en México, un Estado autoritario, represivo, corporativo, verdaderamente perseguidor de todos los movimientos sociales que se le presentaban y resolvía con la fuerza, no con la fuerza de la razón si no con la razón de la fuerza; pero también en que el movimiento fue un motivo de felicidad, de cuestionar a un sistema político autoritario, de luchar por la libertad de expresión, por el derecho a la manifestación, a la agrupación, por el derecho de que todos los mexicanos pudieran tener preferencias políticas, ideológicas, partidarias, religiosas, sexuales, etcétera. y que por ellas nadie pudiera perseguirte, mucho menos encarcelarte y muchísimo menos asesinarte”.
Ambos estudiantes estuvieron en la cárcel, Pablo Gómez Álvarez a los 21 años estuvo encerrado por 2 años y 9 meses, y Salvador Martínez Della Rocca a los 22, por 2 años, 6 meses y 9 días.
¿La cárcel enseña?
Según Gómez Álvarez, la cárcel no enseña por sí misma, enseña lo que uno quiere aprender, a usar el tiempo estudiando, si no no se aprende nada, malas mañas quizás, yo ahí estudié economía y algunos temas sociológicos, de ahí viene mi formación marxista. Sí, estudié pero la cárcel es una privación a la libertad, no ayuda a nadie”.
Martínez Della Rocca, antes de ser apresado, estaba cursando las últimas cuatro materias de la carrera de Física Teórica en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para él es indudable que la cárcel enseña.
“Enseña, a que no hay que bajar la guardia y pese a las condiciones seguir luchando por un México democrático, justo, donde haya equidad, empleo, educación para todos, trabajo, salarios dignos, donde no haya rechazados en las instituciones de educación, donde todo mundo tenga derecho a estudiar la carrera que quiera, en el lugar que quiera y cuando quiera”.
¿Y el 68 enseñó mucho más allá de la represión y la cárcel?
Para Martínez Della Rocca enseña muchísimo más, “aprendimos a que la libertad no se olvida, y que el 68 no solo fue la matanza del 2 de octubre, la matanza fue la manera en como el gobierno de Díaz Ordaz decidió resolver el conflicto, pero el movimiento fue una fiesta de la libertad y por la libertad.
“Fue las marchas, las asambleas de todos los días, las brigadas relámpago que hacíamos para hablar con la gente en los mercados, los cines, las unidades habitacionales, en todos lados, nos metíamos a todos los foros del sistema político mexicano a denunciarlo a repartir volantes porque nosotros combatíamos a las televisoras y a la radio que estaban controlados por el gobierno repartiendo volantes y diciendo la verdad, así les ganamos esa pelea, les ganamos ese combate”.
Al tiempo en el que en México surgió el movimiento estudiantil del 68, otros tantos movimientos estudiantiles tuvieron lugar en 65 países del mundo. Mayo del 68 en Francia fue la chispa que prendió la llamarada de movimientos que en el curso del año registraron grandes batallas estudiantiles por las libertades democráticas y por romper los cimientos de sociedades desiguales y corruptas en países como Francia, Alemania, Checoslovaquia, Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, Italia y España.
México fue el único país en el que el movimiento estudiantil tuvo un desenlace sangriento ¿Por qué?
“Por el gobierno mexicano, que no tenía capacidad para poder enfrentar de otra manera al movimiento de los jóvenes, utilizó la violencia como acostumbraba a hacerlo, el Ejército intervenía en el aplastamiento de las luchas no solamente estudiantiles sino también obreras y campesinas que se producían en aquella época”, asegura Gómez Álvarez y agrega que México era un país donde no había libertades de prensa u organización, los sindicatos estaban controlados totalmente por el gobierno, los partidos tenían que pedir permiso al gobierno para existir, las fuerzas represivas, la policía disolvía los actos públicos que el gobierno decidía que no deberían de ocurrir”.
—En ese sentido, ¿qué significado tuvo el 68 para la vida democrática de México?
“Fue el inicio de la lucha por la democracia política en el país”, aseguró Gómez Álvarez, Salvador Martínez dijo que el68 fue la ruptura del México moderno, la referencia básica para el futuro del país, “como dijo Carlos Fuentes, antes, durante y después del 68 no se entiende México si no lo estudiamos”.
—¿El país regresó al silencio después del 2 de octubre del 68, cuando se da por finalizado el movimiento estudiantil?
“Nunca, tan el país alzó la voz después del 68 que en hoy oficialmente se acepta que en 1988 hubo un fraude electoral y que ganó Cuauhtémoc Cárdenas, tan el país grita y habla que en el 2006 también se tuvo que aceptar que Felipe Calderón le hizo un fraude extraordinario a Andrés Manuel López Obrador.
“Tan el país grita y vota y lucha por tener un presidente diferente, gobernadores diferentes, que estamos permanentemente en todas las luchas justas, el país está luchando”, afirma Della Rocca.
En cambio, Pablo Gómez Álvarez, al referirse específicamente al “fin” del movimiento estudiantil asegura que el país sí regresó al silencio , “el movimiento fue fuertemente golpeado, se continuó, se intentó reanimar la acción pero no fue posible, no hubo una reacción, una respuesta popular contra el gobierno; era un gobierno muy odiado pero no había vías de acción y pues todo se tornó muy difícil hasta 1971 cuando el movimiento estudiantil se levantó otra vez y también fue reprimido pero esa vez los medios sí denunciaron y a partir de ahí empezaron a cambiar las cosas y la libertad fue conquistándose muy lentamente”.
—Salvador, ¿cómo está hoy México en relación con el 68?
“Paradójicamente, en aquella época la televisión y la radio callaban y ocultaban la información, hoy es a través de los medios de comunicación que las nuevas generaciones se enteran lo que pasó en el 68.
“Hoy los jóvenes pueden marchar y nadie los reprime, no existe un partido único, sino muchos partidos y grupos políticos y a nadie se le persigue por eso, hoy se pueden manifestar públicamente las opiniones que se tenga sobre el gobierno y el presidente que en aquella época era el Tlatoani, al que no se le podía tocar; hoy el Zócalo es el ágora de esta nación, la plaza pública donde todos van a discutir y donde todos se van a manifestar, y hoy podemos estudiar la carrera que queramos, leer lo que queramos y nadie nos persigue por eso, hoy las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y a nadie se le persigue por su diversidad sexual, claro, todavía tenemos mucho por lo que luchar”.
—Pablo, ¿la tragedia de Tlatelolco dañó más profundamente a México de lo que se lamenta?
“La represión sí, pero el movimiento del 68 le brindó a México una vía de lucha por la democracia, y el rechazo a la represión y a todas las acciones violentas del gobierno, dejaron una herida que no se sana”.
—¿Cambia la relación del pueblo con las autoridades?
“Desde luego, los partidos de izquierda, como por ejemplo el PRD qué esperanzas que en esa época hubieran tenido siquiera un diputado, o un presidente municipal, muchísimo menos un gobernador o que se le ocurriera luchar con muchas posibilidades de triunfar por la presidencia de la república.
“Hoy la izquierda tiene una fracción parlamentaria que es la segunda más grande en la Cámara Federal, tiene presencia en el Senado, varios gobernadores en los estados y una gran presencia política en todo el país”, afirma Martínez Della Rocca.
—¿Qué enseñó el 68?
Para Pablo Gómez Álvarez el movimiento estudiantil del 68 ante la ausencia de libertades elementales y continuas violaciones de los derechos humanos, primero le permitió a los mexicanos ver qué clase de sistema político tenían y cuan necesario era conquistar la democracia, y segundo, le enseñó a México a luchar por las libertades democráticas a través de la fuerza de la razón y la unión.
—¿El movimiento sigue vigente después de 45 años?
Salvador Martínez explica que “Como tal inició el 26 de julio de 1968 y el 2 de octubre podría decir que concluyó, aunque oficialmente levantaron la huelga hasta el 27 de noviembre con el Desplegado a la Nación que firmaron Roberto Escudero y Gerardo Estrada, pero seguimos conquistando libertades democráticas y luchando para que no nos las arrebaten.
“Cada época aparecen nuevas necesidades de libertades democráticas, con el 68 aprendimos a hacer política diferente, a que los problemas y conflictos políticos se resuelven con base en el diálogo, en el debate, no con base en la represión, aprendimos que nosotros también tenemos que tener propuestas económicas, políticas, sociales, culturales, y luchar por ellas, y que hay diferentes formas de hacer política y la mejor manera de hacerla es en masa y democráticamente y tolerante donde la discrepancia se acepte y se respete”.
—¿Qué pueden decir del movimiento estudiantil actual?
Pablo Gómez Álvarez afirma que desde el 68 hasta la fecha no han dejado de haber movimientos estudiantiles que han encabezado luchas con connotaciones diferentes, como por ejemplo el que logró la gratuidad de la enseñanza superior “a través de luchas, huelgas muy largas y acciones brillantes”.
Salvador Martínez Della Roca habla de un movimiento estudiantil actual que está en las aulas, “hay una frase de José Vasconcelos, cuando lo nombraron el primer secretario de Educación, que dice que los próximos combates de la revolución se deberán dar en las aulas; hoy los jóvenes están en las aulas luchando y estudiando, hoy están en la calle marchando y nadie los reprime, antes era represión tras represión, en México ya no pasa eso gracias al 68 y los estudiantes de hoy siempre están atentos ante cualquier injusticia”.
—¿Los jóvenes de hoy son los del 68?
Según Martínez Della Rocca no está de acuerdo con aquella frase que dice que todo pasado fue mejor, “nunca he coincidido en eso, los jóvenes cuando les toca su momento histórico siempre están presentes para jugarlo correctamente. A veces la juventud es la única esperanza que nos queda, para luchar en el futuro nosotros ya vamos a estar muertos”.
—¿Aquellos que participaron en el movimiento del 68 se mantienen en la lucha?
Pablo Gómez Álvarez informa que muchos de ellos sí, otros no, “algunos se dedicaron a su vida fuera de la acción política, otros son miembros de partidos políticos, colaborado con gobiernos de izquierda, son académicos, profesores, investigadores, hay de todo, no hay una generación del 68 en términos políticos que opere como grupo pero la gran mayoría de los que estuvimos ahí luchamos todos los días”.
—¿El 68 nunca se olvida?
“No, nunca vamos a permitir que nos roben la historia, nuestra historia, el 68 no solo explica las libertades democráticas que hemos conquistado sino que nos recuerda las que todavía nos faltan por conquistar.
“A 45 años del 68 aún no se han hecho realidad un México democrático en todo el sentido de la palabra y se debe a que vivimos en un sistema capitalista cuyo principio articulador es la relación capital trabajo y todas las actividades que se hacen son para fortalecer al capital y no a los trabajadores, entonces tenemos que estar permanentemente luchando.
“El 2 de octubre ellos nos ganaron militarmente, perdimos por el uso de las armas política e ideológicamente, pero si vemos al 68 como un proceso histórico, hasta la fecha hemos triunfado”, concluyó Salvador Martínez Della Rocca.