Cientos de mujeres, quizá miles, ofrendaron sus vidas y destinos durante la guerra de Independencia de México. La investigadora Celia del Palacio cuenta sus historias en el libro Adictas a la insurgencia.
Cuando realizaba investigaciones para la escritura de una obra sobre Leona Vicario, la Benemérita y Madre de la Patria, la historiadora Celia del Palacio se sorprendió al encontrarse con que un gran número de mujeres había participado en el movimiento de insurgencia, pero no estaban registradas en los libros históricos.
Según sus indagaciones, cientos de mujeres, quizá miles, desempeñaron relevantes papeles durante la guerra de Independencia, pero como sobre ellas se ha escrito muy poco, casi nadie las conoce.
“Como sus historias son tan importantes e interesantes, decidí que valía la pena que todo el mundo conociera lo que esas mujeres hicieron por el movimiento de insurgencia”, revela Del Palacio en charla con Newsweek México.
El resultado de ese trabajo de investigación es el libro Adictas a la insurgencia, el cual recientemente vio la luz bajo el sello editorial Planeta. Novelista y doctora en historia, la autora recupera las vidas y los nombres de las mujeres de armas tomar que son fundamentales para comprender el destino de la causa insurgente, las pasiones y los anhelos que la animaron.
Más allá de Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez y Gertrudis Bocanegra, el libro rescata las historias de heroínas como María Luisa Camba, la Fernandita, concubina de Hidalgo que lo acompañó en su levantamiento vestida de hombre; las Once Mil Vírgenes, habitantes de Tepozán que se ocupaban de seducir a las tropas realistas para convertirlas a la causa rebelde; las mujeres de Miahuatlán, quienes al ver a sus maridos e hijos presos por el ejército imperial los rescataron con piedras y sartenes; y muchas otras que dieron la vida y empeñaron la libertada para alcanzar sus ideales.
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“Muchas de esas mujeres eran muy ricas y, sin embargo, participaron en el movimiento desde sus casas o a veces en el campo de batalla. Otras fueron las esposas, concubinas o madres de los insurgentes, y a veces, simplemente por ser sus mujeres, fueron apresadas y castigadas y las hicieron pasar por un sinnúmero de tortura y angustia para que delataran a sus maridos o hijos”, comenta.
Entre otros, Del Palacio Montiel es autora de libros académicos, novelas y relatos como No me alcanzará la vida, Leona, Las mujeres de la tormenta, Hollywood era el cielo y Pasado y presente. 220 años de prensa veracruzana, 1795-2015. En 2010 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo por los suplementos sobre historia de la prensa en México para la revista Zócalo.
“También había mujeres de armas tomar —continúa—, que son las que encabezaban los movimientos: generalas, capitanas, miembros dentro de la tropa que realizaron acciones muy heroicas. Y las seductoras y conspiradoras, que llevaron a cabo un papel muy importante convenciendo a los realistas de pasarse a lado de los insurgentes”.

Historias complejas y distintas
—¿En qué consiste la historia perdida de las mujeres que lucharon por la libertad de México?
—Es una historia muy compleja y distinta para cada mujer. Son mujeres que no conocemos hoy y cuyos actos heroicos se perdieron porque a nadie le pareció interesante recuperarlos. No conocemos ni sus nombres, pero en realidad fueron mujeres que hicieron muchas cosas, perdieron sus herencias, sus fortunas, su honor de familia, su vida por lanzarse a la guerra.
“Es muy importante que hoy conozcamos sus hechos porque, además, muy pocas mujeres de la historia han sido recuperadas, y no nada más de la guerra de Independencia, sino en la historia en general tenemos muy pocas mujeres rescatadas. Eso es muy importante para las mujeres de hoy, que estamos metidas en muchas batallas y luchas, pues con nuestras abuelas y tatarabuelas tenemos una historia detrás de nosotros de mujeres muy valientes que hicieron cosas muy heroicas”.
—Sí, porque la lucha de las mujeres ha existido siempre, solamente que ahora es más evidente y mediática…
—Ahora tenemos espacios públicos más grandes y mucha mayor capacidad para influir en las decisiones y en la opinión pública. En aquel entonces las mujeres estaban destinadas al hogar, era muy difícil que hicieran actos públicos o que protagonizaran grandes hechos históricos como los hombres. Vaya, ellas no firmaron acuerdos, no ganaron la paz, no declararon la guerra; empero, esos son hechos públicos que ahora una mujer puede realizar.
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“Desde su esfera de acción —prosigue—, desde su hogar, esas mujeres fueron rebeldes, se rebelaron en contra de la situación política del país, incluso muchas investigadoras han demostrado que tenían una conciencia política. Se les ha querido minimizar y hacer creer que fueron a la guerra por imitar al marido o sin saber lo que hacían. Pero no, por supuesto que sabían lo que hacían, hay pruebas de eso, cartas, testimonios, documentos, de que ellas sabían exactamente lo que estaban haciendo y de que convencían a otros de sumarse al movimiento de un país diferente, de una nueva nación, de ideas de libertad y justicia”.
—¿Hasta qué punto esta obra es pionera en el tema de mujeres insurgentes?
—Se han escrito algunas biografías de mujeres de la insurgencia, muy pocas en realidad; desde el siglo XIX, en 1825 [José Joaquín] Fernández de Lizardi empezó a recuperar a estas heroínas de la independencia. Ya en 1910, en el centenario de la insurgencia, algunas personas publicaron pequeñas biografías, pero sobre todo de las mujeres que más conocemos hoy. Pero de las otras nadie ha tenido el interés o curiosidad por ver quiénes eran o qué hicieron. Lo que estoy intentando es hacer accesible al público estas historias, hacerlas atractivas, por eso están un poco noveladas, son como una especie de cuento, pero tienen un sustento histórico y documental lo más cercano que pude a los hechos.
—¿Qué espera dejar en el lector tras la lectura de este libro?
—Espero dejar mucha curiosidad, una inquietud que no se borre, sino que quede viva en los lectores que no sabían que había tantas mujeres que participaron en este movimiento. Que busquen más información sobre las heroínas de la historia de México, que no se queden solo con la historia que siempre nos han contado. Y, sobre todo, quiero dejar a las mujeres el mensaje de que no estamos solas, no somos de generación espontánea, sino que somos las herederas de una larga tradición de mujeres luchadoras.