El uso de pequeña dosis sustancias con el objetivo de combatir padecimientos en los seres humanos, una práctica sin sustento científico conocida como homeopatía, dejó de ser reconocido como un “sistema curativo” en el diccionario de la Real Academia Española (RAE).
Desde que esta palabra llegada del alemán apareció en el diccionario de la RAE y hasta la anterior edición de éste, explica el diario El País, la institución otorgó en su definición un soporte para este tipo de procedimientos:
“Sistema curativo que aplica a las enfermedades, en dosis mínimas, las mismas sustancias que, en mayores cantidades, producirían síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir”.
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Según la nueva definición de la RAE, disponible ya en su sitio web, la homeopatía es una “práctica” que “supuestamente” tiene resultados.
El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral del gobierno de Estados Unidos (NCCIH) explica que los dos pilares de la homeopatía son la noción de que una enfermedad puede curarse con una sustancia que produce síntomas similares y que entre menor es la dosis del medicamento, mayor es su efectividad.
En este sentido, señala que los productos homeopáticos provienen de plantas, minerales o animales, y que normalmente se hacen como gránulos de azúcar que se colocan debajo de la lengua, gotas o sustancias untables.
Los tratamientos son “individualizados” o adaptados a cada persona y “muchos de los productos homeopáticos están tan diluidos que no quedan moléculas de la sustancia original”, afirma el NCCIH.
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La homeopatía es ocasionalmente tomada como complementaria a tratamientos médicos convencionales, aunque su eficacia no ha podido ser comprobada científicamente y se le considera una pseudociencia.
En 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que esta práctica no sirve para tratar ni curar enfermedades como el sida, la tuberculosis, la malaria, la gripe común y la diarrea infantil.
Por su parte, el Consejo Nacional de Salud e Investigación Médica del gobierno australiano concluyó en 2015 que no existe evidencia de que la homeopatía sea efectiva para cualquier afección de salud.
“No es posible explicar en términos científicos cómo un producto que contiene poco o ningún ingrediente activo puede tener algún efecto” ni que “una mezcla extremadamente diluida contenga lo que figura en la etiqueta”, puntualiza el NCCIH.
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Además, el instituto advierte que algunos productos pueden contener cantidades sustanciales de ingredientes activos, lo que puede causar efectos secundarios o interacciones farmacológicas.
Un método reconocido en México
México reconoce a la homeopatía desde 1896 y desde entonces se encuentra integrada al sistema de salud del país. Actualmente está bajo la administración de la Secretaría de Salud –junto con la herbolaria, la quiropráctica y la acupuntura– y mantiene el Hospital Nacional de Homeopatía.
La Ley General de Salud se reconoce desde el 7 de mayo de 1997 la existencia de medicamentos alopáticos, homeopáticos y herbolarios, de acuerdo con un texto de la Secretaría de Salud.
Esta práctica, de acuerdo con la dependencia, “propone una terapéutica basada en el principio hipocrático en que lo semejante se cura con lo semejante, fortaleciendo al cuerpo para que se sane a sí mismo” y hace frente al paradigma terapéutico occidental de “eliminar o luchar contra la enfermedad”.