Unos investigadores han identificado criaturas microscópicas antiguas —apodadas “cerdos del moho”— en ámbar de 30 millones de años de antigüedad, las cuales no solo representan una especie nueva, sino toda una familia nueva de invertebrados, animales sin espina dorsal.
George Poinar Jr., de la Universidad Estatal de Oregon, y Diane Nelson, de la Universidad Estatal del Este de Tennessee, descubrieron varios cientos de individuos en ámbar encontrado en la República Dominicana, según un estudio publicado en la revista Invertebrate Biology.
La pareja describió a los animales como “cerdos del moho”, por el hecho de que tienen un parecido con los cerdos verdaderos y consumían moho.
En términos científicos, han sido descritos como Sialomorpha dominicana. La primera parte de su nombre deriva de las palabras griegas para cerdo gordo (“sialos”) y forma (“morfe”), mientras que la segunda parte se refiere al país donde se encontró el ámbar.
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“De vez en cuando hallaremos fósiles de invertebrados pequeños, frágiles y previamente desconocidos en hábitats especializados”, dijo Poinar en una declaración. “Y ocasionalmente, como en el caso presente, un fragmento del hábitat original de hace millones de años también se preservó”.
Los cerdos del moho habrían vivido en hábitats cálidos y húmedos junto con pseudoescorpiones, hongos, ascárides y protozoarios, u organismos unicelulares.
Las criaturas —que son invisibles a simple vista— se ven más o menos similares a los tardígrados modernos, los cuales son conocidos por sus capacidades extremas de supervivencia. Sin embargo, los dos animales no están relacionados.
“Los cerdos del moho no pueden ser ubicados en algún grupo de los invertebrados actualmente existentes; comparten características con los tardígrados, a veces llamados osos de agua o cerdos del musgo, y los ácaros, pero claramente no pertenecen a estos grupos”, explicó él.
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Los cerdos del moho midieron alrededor de 100 micrometros de largo, casi el grosor de un cabello humano. Tenían cabezas flexibles y cuatro pares de patas. La mayor parte del tiempo, comían moho, aun cuando tal vez también hayan cazado a otros vertebrados diminutos. Para crecer, cambiaban su exoesqueleto, según los investigadores.
“No hay garras presentes al final de sus patas, como pasa con los tardígrados y ácaros”, comentó Poinar. “Con base en lo que sabemos sobre microinvertebrados existentes y extintos, S. dominicana parece representar un filo nuevo.
“La estructura y los patrones de desarrollo de estos fósiles ilustran un período de tiempo en el que ciertos rasgos aparecieron entre estos tipos de animales. Pero no sabemos cuándo el linaje Sialomorpha se originó, cuánto duró, o si hay descendientes vivos hoy día”.