El lustrador mexicano Patricio Betteo utiliza el sentido para magnificar el lenguaje en el libro Cinco y recientemente colaboró en la serie animada de ciencia ficción para adultos Love, Death & Robots.
EL ILUSTRADOR mexicano Patricio Betteo realizó fondos, vehículos, accesorios, maquinarias, circuitos y robots, en Zima Blue, uno de los 18 cortos de la serie animada de ciencia ficción para adultos Love, Death & Robots, que Netflix estrenó en marzo, un proyecto al que fue invitado por el reconocido artista visual Robert Valley.
Betteo está enfocado en la ilustración editorial, ha trabajado en libros como El inconcebible universo de José Gordon y En busca de Kayla, de la periodista Lydia Cacho y, aunque en general prefiere el soporte impreso, entiende que “uno tiene que subirse a la ola, pues el mundo va cambiando y la manera de consumir imágenes y letras es en una pantalla”.
En entrevista con Newsweek México Betteo cuenta que la producción del cortometraje de Netflix fue multinacional y que gran parte del equipo trabajó desde su casa, como lo hizo él desde Querétaro, comunicados a través de internet.
Zima Blue está basado en un cuento homónimo de Alastair Reynolds y narra la historia de un artista futurista que pasa de la creación de pequeñas pinturas a murales abstractos interplanetarios con detalles en un solo tono de azul, acompañados por una reflexión sobre el sentido de la vida.
—¿Como ilustrador te apasiona este tema?
—Sí, sin duda. Creo que el director sabía que me iba a gustar y desde que leí el cuento por recomendación suya pensé que quedaba como anillo al dedo. Además, cuando salió la antología de cortometrajes, es latente que este, en comparación con los otros, le presta atención a temas menos violentos y exagerados; tiene mucha poesía, hay mucha introspección, la vuelta al origen, el amor por las cosas simples y además el desenlace es magnífico.
“Representa un poco la personalidad de algunos de los que trabajamos ahí: no nos interesa mucho la fama y preferimos hacer lo que nos gusta en un entorno controlado”.
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—¿Qué fue lo que más disfrutaste del proyecto?
—Lo que más me gustaba era combinar mi estilo con el de Valley. Disfrutaba mucho trasladar su idea gráfica hacia la mía, porque eso hacía una especie de híbrido entre nuestros estilos y siempre agradezco las cosas que me sacan de mi zona de confort.
Cinco, una de sus recientes publicaciones, explora los cinco sentidos tradicionales: la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto a través de historias ilustradas con distintas técnicas van de la ingenuidad a lo macabro.
“Son historias en las que todo el tiempo se cambia de técnicas, de estilo. Son decisiones conscientes en Cinco. La realización es muy agradable, muy sencilla, dibujando la orden de la idea, de utilizar el sentido para magnificar el lenguaje”, comenta.
—¿Cinco es un libro para niños?
—No, para nada. La narrativa gráfica como vehículo para contar historias es para cualquier público. No diré que Cinco es un cómic para adultos; dirijo las cosas que hago para mi yo interior, pero en el fondo está enfocado a lectores que tienen la edad que yo tuve cuando lo realicé, bajo el apoyo del Programa del Fondo Nacional de Jóvenes Creadores.
“En todas las historias, salvo en una, los protagonistas se mueren. Está en una especie de limbo extraño. Aunque en mi experiencia siempre está bueno tenerlo en los estantes un poquito más altos de la casa y que los niños lo puedan encontrar cuando tengan ganas de curiosear. A los niños hay que dejarlos solos, explorar y acercarse a las cosas que más les hablen”.
—¿Quiénes son tus héroes de cómics?
—Me voy a ir a mis clásicos, por los que yo decidí que quería dedicarme a esto: Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón, el autor de Mafalda), la revista MAD, Mike Mignola, el creador de Hellboy y Dave McKean, quien colabora con Neil Gaiman.