Una de las principales llaves a utilizar para abrir las cerraduras de la transformación del país, sin duda es, la ética.
Hans Küng, teólogo y presidente honorario de la Fundación ética Mundial, refrenda el poder de una ética mundial para la economía y la política, más pacífico y justo para el siglo XXI. En México es necesario llenar el vacío de la indiferencia y olvido de la gran hondura de la ética en la administración pública del siglo XX.
Vivimos el momento más delicado de la época moderna en gobernabilidad, con un elevado número histórico de homicidios culposos en el país, la desestimación del valor de la vida y miles de ejecuciones a lo largo y ancho del territorio nacional.
A lo anterior se suman la pobreza de 62 millones de personas y la vulnerabilidad 90 millones de mexicanos endebles de salud, renta, agua potable, servicios médicos y de educación.
Así, con la mano en la cintura, soltamos cifras de 21 millones de niños en inseguridad alimentaria entre nuestras calles, zonas suburbanas y por demás en el campo. Sin romanticismos ni mucho menos purismo populista, electoral o partidario.
En este contexto, la toma de decisiones del Ejecutivo y sus cuerpos de gobierno entre las instituciones debe ser apegada a Derecho, con un peso específico en cada acción, unificando el criterio de no daño patrimonial, no redes particulares en daño de acción privadas-públicas y, sobre todo, una mirada de altura de hombres y mujeres de Estado republicano.
En el pasado reciente fue habitual una participación de interés monetario, fiscal, siempre en beneficio compartido con los comandantes de las instituciones y quizá la iniciativa privada o el interesado en realizar cualquier acción, colaboración o trato con el gobierno para obras de interés público.
El reto entonces se convierte en transformar la columna vertebral de la acción de gobierno y su sistema de gobernanza, con cuentas claras, transparentes y reales, así como medibles en trazabilidad.
Así pues, se debe de echar mano de las más pura de la actividad humana que se llama ética en la administración posmoderna.
¿Cómo incluirla en un sistema moderno mexicano? ¿Cómo lograr que las decisiones, pensamiento, objetivos, índices de evaluación y seguimiento, políticas públicas, planeación estratégica, así como los resultados, sean producto de la inclusión de la ética?
Ahí es precisamente donde se tiene que solventar la educación y formación de las instituciones, a través de la Re-evolución de las personas en el sistema público de la gerencia y administración; dando un giro de 180 grados de pensamiento hacia el bien común, con la salvedad de la solidaridad por el Ser Bien, por el Bien Hacer y por el Ser Correcto.
No es tema menor la intención de sacar a un país adelante de la mayor crisis moderna de derechos humanos, atención a la salud, ejércitos paralelos armados al Estado mexicano, la pérdida del Estado de derecho y sus múltiples consecuencias, como ser el sepulturero de América latina en hombres, mujeres y niños de todo el país.
Así, los mejores hombres y mujeres, entrenados y empapados de conocimiento y valores éticos, deben salir al botepronto, para resarcir la emergencia de gobernabilidad mexicana.
De no hacerlo en esta oportunidad, se perderán el tiempo y la esperanza del país de América latina con mayor expectativa en su posibilidad de transformación.
No es un tema de partidos, tribus o grupos; es de carácter, fortaleza inteligencia y ética. Así de complicado o así tan simple. Una visión de estado republicano emergente.
Gabriel Pérez Corona es médico con especialidad en urología oncológica, trasplantes y donación órganos. Es doctor en Gerencia Pública y Política Social, así como el Economía-Pobreza y Desarrollo Social.
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