A los turistas los atrae La Habana debido a sus ruinas: la decadente arquitectura colonial en colores pastel, sus autos de la década de 1950 y los desteñidos rostros de sus revolucionarios fundadores, el Che Guevara y Fidel Castro. Pero cuando el fotógrafo Greg Kahn se encontraba trabajando en la ciudad en 2012, se tropezó con una escena que le dio una mirada hacia una Cuba distinta: una plaza llena de jóvenes cubanos divirtiéndose mientras un DJ ponía música electrónica bailable contemporánea. “Me dijeron que aborrecían la actitud de ‘Quiero ir ahí para ver los edificios en ruinas’”, dice Kahn. “‘Nosotros vivimos aquí. Deseamos que sus edificios se reparen. Somos una generación que quiere cambiar las cosas. Queremos quedarnos aquí. Amamos a Cuba. Y queremos que eso también se muestre’”.
Kahn, finalista del premio Pulitzer en 2011, sabía que necesitaba contar una historia. Tras realizar siete viajes a la ciudad, la historia la cuenta en su libro de próxima aparición, Havana Youth (Juventud de La Habana), el registro esencial de un momento de transformación.
La Habana, una ciudad con 2.1 millones de habitantes, de los cuales cerca de la mitad tiene menos de 35 años, es un epicentro improbable para una revolución cultural. Unos 60 años de gobiernos represivos, embargos económicos y un tira y afloja con superpotencias han convertido a la capital de Cuba en una decadente reliquia. Pero cualquiera que vea la ciudad a través del lente del pasado corre el riesgo de pasar por alto el terremoto juvenil que da una nueva forma a un país que se caracteriza típicamente por la escasez y la uniformidad. Sus millennials están “adoptando lo que podría considerarse materialista”, dice Kahn. “Pero también es una manera de formar parte de una narrativa más general. Se trata del surgimiento de la individualidad en un país construido sobre el colectivismo”.
Kahn fotografió a cubanos nacidos después de 1989, el comienzo del Periodo Especial de ese país, cuando la caída de la Unión Soviética, que era el principal benefactor económico de Cuba, produjo una enorme escasez de alimentos y recursos. A partir de estas dificultades extremas desarrollaron una base de perseverancia e ingenio. Y con las nuevas oportunidades económicas y culturales que siguieron al ascenso de Raúl Castro como presidente en 2008, esta generación ambiciosa, emprendedora y a la moda está hallando su momento. “Los jóvenes cubanos con los que hablé no sienten la carga del pasado”, dice Kahn. “Están redefiniendo lo que significa ser cubano”.
REVOLUCIÓN AMPLIADA
A pesar de la nueva apertura, la amenaza de la represión por parte del gobierno aún está al acecho. Los modelos de Kahn “trabajan en lo que denominan el área gris, haciendo cosas que no son ilegales, pero que tampoco son totalmente legales”. Esto incluye distribuir dispositivos portátiles de memoria con películas, programas de televisión y música estadounidense, conocidos como paquetes, a través de redes subterráneas. Pero los cubanos todavía pueden reunirse para realizar batallas de breakdance, ver a importantes artistas como Usher o Diplo en vivo, o mirar la filmación de Rápidos y furiosos 8 en las calles de La Habana. “Es como un juego”, dice Kahn. “El gobierno concede suficiente libertad para que las personas tengan la sensación de que pueden hacer lo que quieran, pero sin permitirles pensar que pueden cambiar al gobierno”.
TENDENCIAS COMUNES
Miguel Leyva, de 22 años, es el ejemplo perfecto de los jóvenes empresarios que dan una nueva forma a Cuba. El promotor de marca, modelo, propietario de una agencia (This Is This) y escritor sobre moda también tiene una cuenta de Instagram donde comparte apariencias, estilos e imágenes de un estilo de vida que habría sido impensable hace 30 años. “La ropa tiene una fuerte connotación aquí, como un periodista que escribe un artículo contra el gobierno”, le dijo Leyva a Kahn. “Significa ser libre”.
LO QUE QUEDA BAJO LA SUPERFICIE
A diferencia de Londres, Nueva York o Tokio, el estilo urbano de los millennials de La Habana, lo que Kahn denomina “su contrarrevolución”, tiene menos que ver con amplificar las tendencias actuales de la moda que con expresar su personalidad. Se trata de usar cualquier cosa que se vea bien, aun si esto significa que un hombre use una blusa de mujer. “No hay ese tipo de traumas”, dice Kahn.
NO HAY NINGÚN LUGAR COMO LA UTOPÍA
“Solíamos tener los mismos patrones de vida, pero ya no funcionan”, dice Marina Alfonso, de 21 años y graduada de la Universidad de La Habana. “Vivimos en la utopía del momento”. Al igual que otros millennials cubanos a los que Kahn conoció, Alfonso “se da cuenta de que su generación tiene la oportunidad de hacer algo nuevo, y ella la está aprovechando”.
ESTOS SOMOS NOSOTROS
Una de las fotos más impactantes de Kahn: veinteañeros descansando al lado de una piscina, es también la más trivial, al menos desde el punto de vista de un estadounidense. “Pensé: ‘Hombre, podría estar en Miami ahora mismo’”, dice Kahn. “Lo que me pareció interesante fue que no parecía haber sido tomada en Cuba. Miraba a las personas, y no a las personas en el contexto, el cual las eclipsa”.
NACIÓN RÍTMICA
Un grupo de danza baila hip-hop y danzas modernas e interpretativas. Durante décadas, el beisbol fue el deporte favorito de Cuba (y de Fidel Castro), pero el balompié es cada vez más popular. Dos razones: los desertores superestrellas han dejado vacías las ligas locales de beisbol. Y la televisión ahora transmite deportes de Europa y de América del Sur.
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Havana Youth (Juventud de La Habana), el libro de Greg Kahn, será publicado este verano. Es posible ordenarlo antes de que salga a la venta en havanayouth.com.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek