Las autoridades de Sri Lanka redujeron este jueves en más de un centenar el balance de víctimas fatales de los ataques del domingo de Pascua, y anunciaron que el saldo es de 253 muertos y no de 359 como se había informado anteriormente, debido a que algunos cuerpos de víctimas mutiladas habían sido contados varias veces.
En una declaración difundida el jueves de noche, el Ministerio de Salud informó que al concluir las autopsias, como “varias de las víctimas estaban muy mutiladas” se produjo en algunos casos por error “un doble recuento”.
Así, el balance oficial inicial divulgado por la policía fue reducido en 106 fallecidos tras contrastarse las autopsias y los informes de ADN, explicó el ministerio.
Por otra parte, las iglesias católicas del país permanecerán cerradas hasta que mejore la situación de seguridad tras los atentados de Pascua, cuya “responsabilidad” asumió este jueves el máximo responsable del ministerio de Defensa al presentar su dimisión.
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Esta dimisión se produce después de que el Estado de Sri Lanka reconociera esta semana “fallos” en su misión de garantizar la seguridad nacional, al haber estado en posesión de informaciones previas sobre el riesgo de atentados suicidas.
Hemasiri Fernando entregó su carta de dimisión al presidente Maithripala Sirisena, que es también ministro de Defensa. “Dijo al presidente que aceptaba la responsabilidad” de los atentados, indicó a la AFP una fuente ministerial que requirió el anonimato.
Baño de sangre
Los kamikazes atacaron a la minoría cristiana de la isla de Asia del Sur el domingo por la mañana en tres iglesias que oficiaban la misa de Pascua, provocando un baño de sangre. Paralelamente se produjeron explosiones en tres hoteles de lujo.
“Por consejo de las fuerzas de seguridad, mantendremos todas las iglesias cerradas”, anunció a la AFP un alto responsable de la Iglesia local, que añadió que “no habrá ninguna misa pública hasta nueva orden”. Los funerales de las víctimas pueden realizarse en ceremonias privadas.
Estos atentados, pese a la reducción del balance de víctimas, se encuentran entre los más mortíferos en el mundo desde el 11 de septiembre de 2001.
Las autoridades atribuyen su autoría al grupo extremista local National Thowheeth Jama’ath (NTJ). La organización yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó los ataques en un video.
Colombo emprendió una gigantesca búsqueda de sospechosos. Sri Lanka detuvo a otras 16 personas la madrugada del jueves, elevando a 75 el número de detenidos desde el domingo.
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El ejército desplegó a miles de soldados más para respaldar a la policía en esta búsqueda.
“Tenemos el poder de buscar, confiscar y detener gracias a la legislación del estado de emergencia”, activado desde el lunes a medianoche, declaró a la AFP el general de brigada Sumith Atapattu.
‘Fallo’ del Estado
Colombo reconoció un “fallo” del Estado en materia de seguridad, ya que las autoridades no supieron impedir esta masacre a pesar de que contaban con informaciones previas cruciales.
Una alerta profética hace quince días, que advertía que el NTJ preparaba atentados, no fue comunicada al primer ministro y a ministros de alto rango. La alerta se basaba en elementos transmitidos por “una agencia de inteligencia extranjera” y había sido difundida a los servicios de policía.
“Ha habido claramente un fallo de comunicación de [los servicios] de inteligencia. El gobierno debe asumir sus responsabilidades, ya que si la información hubiese sido transmitida a las personas correctas, habría permitido evitar o minimizar” estos atentados, había reconocido ya el miércoles el viceministro de Defensa, Ruwan Wikewardene.
La policía es competencia del presidente Maithripala Sirisena, que está enemistado con el jefe de gobierno Ranil Wickremesinghe. El primero había destituido al segundo en otoño pero fue obligado a readmitirlo tras siete semanas de caos político.
Los dos hombres, con personalidades antagonistas, sienten una animadversión recíproca y se ponen trabas el uno al otro.
El gobierno esrilanqués anunció el miércoles que “nueve kamikazes” en total habían fallecido en los atentados. Ocho fueron identificados pero sus nombres no han sido revelados.
“La mayoría” de los kamikazes “tienen estudios y son de clase medía o clase media alta, por lo que son bastante independientes económicamente y sus familias son bastante estables, lo que es un factor preocupante”, informó el miércoles el viceministro de Defensa.