¿Quién dice qué, a quién, con qué medios, con qué fines y con qué efectos? Esta estructura parte de varios supuestos: 1) la comunicación es un acto intencional de un emisor; 2) en la comunicación de masas hay una relación asimétrica entre un emisor activo y un público generalmente pasivo en la recepción del mensaje; y 3) el emisor siempre tiene una intencionalidad, ya sea oculta o manifiesta.
¿Cómo interpretar la narrativa del presidente López Obrador y su equipo en este inicio de gobierno, desde una perspectiva tan pragmática como la de Lasswell? En primer lugar, habría que decir respecto del contexto de la opinión publicada, que hay una percepción generalizada en torno a múltiples y continuos errores y contradicciones en la emisión de los mensajes de la Presidencia de la República, entendida sí como los mensajes que directamente emite el titular del Ejecutivo, pero también su Gabinete legal.
Frente a este escenario, cabe plantear, de manera estrictamente lógica, que pudieran estar ocurriendo en realidad dos fenómenos, ambos preocupantes en sí mismos. Para mostrar la dimensión que esto tiene, es relevante ilustrar lo que aquí se dice con algunos ejemplos.
En materia de derechos humanos, la Presidencia ha emitido distintos mensajes en muy breve lapso. Particularmente, en el caso del tema relativo a la interrupción legal del embarazo: el Presidente de la República ha sostenido que pondrá el tema a discusión pública mediante una de sus consultas; por otro lado, la Secretaria de Gobernación, quien debe decirse, es la funcionaria que mayor compromiso con una agenda progresista ha mostrado hasta ahora, ha sostenido que promoverá la despenalización del aborto a nivel nacional, en términos similares a los que hay en la Ciudad de México; y para complejizar aún más el escenario, la senadora Lilly Téllez ha anunciado, como una auténtica provocación en el 8 de marzo, que presentará una iniciativa en sentido totalmente contrario a lo planteado por la secretaria Sánchez Cordero.
¿Cómo explicar estas tres posiciones, excluyentes entre sí? Puede ser que se trate de una auténtica disputa interna; pero con el nivel de poder y control del Presidente, se antoja difícil creerlo; cabe entonces la otra posibilidad, que no se trate de “errores” auténticos, sino de un diseño de comunicación que busca mantener a la opinión pública y publicada, confrontada en el primer caso, y confundida en el segundo.
Un diseño así buscaría “dejar contentos” a todos los públicos adherentes a Morena; por un lado, el ala progresista con la Secretaria de Gobernación; el Presidente se posiciona en un espacio aparentemente neutral; mientras que la senadora aludida deja contentos a los grupos de ultraderecha con los que el Presidente tiene compromisos.
El segundo ejemplo es el relativo a la emisión de mensajes auténticamente impresentables, como el caso del tuit de la Secretaría del Bienestar en el que se fustigaba a quienes “no quieren el bienestar en México”, mismo que después fue retirado de la cuenta oficial de la dependencia. En este caso, el escenario es que no se trata de “errores”, sino que hay personas que auténticamente piensan así en las altas esferas del gobierno, y que, ante la presión pública, tienen que aparentar que se trató de una “indisciplina” de algún funcionario menor.
Si es esto último, el escenario es igual de perverso que el anterior, porque significaría que hay “infiltrados” en el proyecto aparentemente progresista que encabeza el presidente López Obrador, y que están dispuestos a sabotearlo en aras de la defensa de sus propias agendas.
Lo dicho: en este frenético arranque de administración, sobre todo en el nuevo estilo y lógica de comunicar, se perciben demasiados errores como para que no constituyan, ya a estas alturas, un patrón.
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