Hijos de madres solteras, hijos de padres que trabajan o estudian, incluso hijos que presentan alguna discapacidad, son tan sólo algunos panoramas que se pueden encontrar en una estancia infantil. Diversidad de historias, variedad de familias y de realidades sociales que convergen en un mismo espacio.
El programa de Guarderías y Estancias Infantiles es un programa que inició en 2007 y tuvo como objetivo el apoyo a madres trabajadoras y jefas de familia para que pudieran dejar de forma segura en las estancias y guarderías a sus hijos de entre un año y tres años 11 meses, mientras laboraran.
Posteriormente, el programa se amplió para alinearse a las bases de enseñanza y aprendizaje para la educación preescolar, además de incluir a personal especializado para la atención de niños con alguna discapacidad.
En el último informe de la Secretaría de Bienestar se tienen registradas 9 mil 315 estancias infantiles, de las que 200 se ubican en el estado con una atención aproximada de 6 mil niños.
“Soy madre soltera y necesito trabajar para mantenernos”
Magaly García vive en la comunidad de La Tomatina, rumbo a la salida a Calvillo. Diariamente se traslada en combi hacia la ciudad capital, en donde labora como empleada doméstica.
Además, es madre soltera de un hijo de un año y ocho meses, al que lleva a una estancia infantil que se ubica en el Fracc. Del Valle. Diariamente hace un recorrido de una hora: 30 minutos de ida y 30 minutos de vuelta en combi. Sin embargo, esa estancia es la más cercana de su casa.
“Soy madre soltera y para poder trabajar necesito tenerlo aquí en la guardería. Mi mamá por ejemplo a veces puede cuidármelo, pero otras veces no porque ella también trabaja, por eso no tengo donde dejarlo”.
En caso de no existir el subsidio del gobierno federal sería prácticamente imposible mantener a su hijo en la estancia, ya que representaría casi la mitad de sus ingresos, afirma Magaly.
“Yo antes de meterlo a esta estancia fui a una guardería privada a preguntar y me cobraban casi 3 mil pesos al mes, entonces no podría pagarla, sería trabajar para pagar sólo la guardería”.
De acuerdo a las nuevas reglas de operación de las estancias infantiles, para 2019 se mantendrá el mismo subsidio de 950 pesos por niño inscrito ante la Secretaría del Bienestar –anteriormente Secretaría de Desarrollo Social-, sin embargo la edad del programa se reduce de cuatro a tres años, por lo que miles de niños en Aguascalientes se podrían quedar sin el apoyo del gobierno federal.
Uno de ellos podría ser el hijo de Diana Sánchez, que cumplió los tres años hace tres meses. Para Diana, cambiar a su hijo a una guardería pública o preescolar sería inviable ya que la salida, a las 12:00 p.m., se contrapondría a sus horarios laborales y a los de sus padres, que le apoyan para recoger a su hijo a la salida.
“Por mi trabajo, en el negocio que tenemos, ya llego hasta las 8 de la noche, entonces básicamente todo el día estoy fuera y en mi casa mi mamá es quien viene a recogerlo, pero igual, todos trabajan en la mañana y sólo pueden venir a recogerlo a partir de las 3 de la tarde, entonces aquí es donde se puede quedar el chiquito mientras estamos todos trabajando”, comentó.
“Mi nieto tiene autismo y ha tenido mejorías con las actividades de la estancia”
El hijo de Judith Espinoza tiene un año y medio de edad. Desde que ingresó a la estancia infantil ha recibido terapias que le han ayudado a mejorar sus capacidades sensoriales, al tener secuelas tras haber nacido con menos de siete meses de gestación, lo que derivó en varias afecciones de salud que debían ser tratadas con algunos cuidados en los primeros años de vida para evitar daños más graves.
“Traerlo a la estancia le ha servido mucho en todos los sentidos, en su desarrollo motor, en relacionarse, él era como demasiado cohibido y serio, entonces nosotros sí hemos visto la evolución al traerlo aquí. El niño estuvo tres meses en el hospital después de nacer porque no respiró bien al inicio, tuvo problemas de cerebro y además había que vigilar ojos, oídos, pulmones y corazón”, indicó.
Tras el nacimiento de su hijo, Judith sufrió un derrame cerebral, lo que la ha imposibilitado para hacer trabajos con alta exigencia, por lo que su esposo es la única forma de manutención en el hogar.
“Yo soy originaria de Puebla y mi esposo de Jalisco, pero por motivos de trabajo de él nos tuvimos que venir a vivir a Aguascalientes; por mi problema tuve que dejar de trabajar y todavía sigo con tratamiento, entonces yo fui a pedir el apoyo a la SEDESOL para que nos dieran el subsidio y para nosotros es muy importante”.
Por ello, pagar las terapias de su hijo en una institución privada está fuera de la economía familiar.
“Si nos vamos a instituciones privadas el costo puede ser de hasta 800 pesos por terapia, entonces es muy caro”.
Un caso similar es el de la señora Magdalena Reyes, cuyo nieto de dos años y medio fue inscrito en la misma estancia infantil. Anteriormente era llevado a una institución privada para recibir terapia. No obstante, debido a los altos costos se optó por inscribirlo en la estancia, en donde ha mejorado sus habilidades para relacionarse con los demás y con su entorno.
“En la otra escuela nos cobraban 2 mil 800 pesos al mes y no veíamos mucho avance; desde que está aquí sí le hemos visto cambios, lo vemos más alegre, llega a la casa haciendo mucho ruido, porque no habla todavía, entonces me imagino que la convivencia con los niños le está ayudando para relacionarse mejor”.
Algunas estancias infantiles están incluidas en programas de inclusión a niños con discapacidad, por lo que cuentan con personal especializado para atenderlos, así como protocolos de terapias para fortalecer las habilidades psicosensoriales.