El contraste sobrepasa lo evidente: las vallas, la seguridad, los retenes, las acreditaciones, los cientos de policías que resguardaban las giras presidenciales, los aplausos medidos con exactitud, el telepromter, todos esos aditamentos que se volvieron indispensables en las épocas del priismo y del panismo parecen haber quedado en el pasado.
Este viernes, la fiesta del mandatario federal Andrés Manuel López Obrador se celebró en el Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca, desde donde anunció el Programa Nacional para los Pueblos Indígenas y aprovechó para dar una muestra de lo que será en lo sucesivo una visita de un presidente que viaja en vuelo comercial, con tiempo para realizar anuncios –tres días–, tolerante a las manifestaciones de inconformidad y demandas de justicia, con interlocución directa.
Los vientos de cambio permitieron mantener abiertas las vialidades, sin actos de violencia ni enfrentamientos, y un grupo desorganizado de personas que trataban –sin lograrlo—de evitar empujones en la puerta de acceso.
Horas antes del evento, diputados, autoridades municipales con bastón de mando en lo alto, intentaban ingresar. El caos imperante obligó a muchos a dar “portazo”, los simpatizantes de Morena buscaban acceder lo más cerca a su líder.
El patio del Centro de Convenciones dispuesto para tres mil personas lucía lleno, pero fue posible ocupar los jardines, ahí donde el sol caía a plomo decenas de personas escucharon los anuncios del presidente.
Poco después de la una y media de la tarde, el mandatario federal ingresó al inmueble, observó las pancartas que demandaban justicia, escuchó los primeros abucheos contra el senador Salomón Jara y el gobernador oaxaqueño Alejandro Murat.
El mandatario federal se mantuvo atento al discurso de la presidenta de Santiago Tilantongo, Hilda Santos Pedro y escuchó las rechiflas contra el gobernador oaxaqueño, Alejandro Murat Hinojosa, sin tratar de acallarlas.
Durante 12 minutos el mandatario priista habló sobre los próceres oaxaqueños, la necesidad de entablar acuerdos, elogió al presidente, intentó arengas a su favor pero nada funcionó: los chiflidos y gritos de cientos de personas que se encontraban en el evento, no cesaron hasta que el gobernador concluyó.
“Solo en las dictaduras hay un pensamiento único, pero en una democracia todos podemos disentir”, afirmó el presidente después de largos discursos pronunciados por el titular del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, el oaxaqueño Adelfo Regino Montes y la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores.
López Obrador aprovechó para criticar la eficiencia de Caminos y Aeropistas de Oaxaca (CAO), que “era un caos” y la corrupción de “los que ya se fueron”, frente a uno de los pocos gobernadores priistas del país.
Ya para finalizar, le reconoció al gobernador oaxaqueño su apoyo con la federalización de los servicios médicos en Oaxaca. El mandatario respiró profundamente y sonrió. La primera visita había terminado.
Mañana y el domingo, continuará la agenda, soplan los vientos de cambio.