Las autoridades llevan una década en busca de revertir las cifras de un fenómeno que se ha constituido como la principal causa de muerte entre jóvenes menores de 25 años… sin éxito.
Por: Carlos Díaz Reyes
Guanajuato es una ciudad de mochilas. Las de los miles de turistas que la visitan a diario y la de los estudiantes de su máxima casa de estudios. Ambos conviven en armonía recorriendo sus estrechos callejones y empinadas calles de piedra con siglos de antigüedad. Los primeros toman fotografías de su exuberante belleza. Muchos de los segundos lo hacen con una idea inquietante: ¿cuál es la mejor forma de quitarse la vida?
La capital es el centro neurálgico de un mal indescifrable en esa entidad. Al menos es lo que dictan las cifras oficiales. Guanajuato encabeza el listado mexicano de suicidios entre la población de 15 a 29 años. Desde 2007 se han implementado una serie de campañas y métodos para revertirlo, pero la batalla parece que pierde terreno cada día.
En agosto de 2017 una joven se arrojó desde lo alto del Observatorio Astronómico del edificio central de la Universidad de Guanajuato, una de las estructuras más fotografiadas por los viajeros. La estudiante llegó alrededor de las 21:30 horas, una antes de que concluyera el horario de servicio. Se dirigió sin que la vieran a la azotea del aula, un área restringida. Cayó de una altura de 29 metros. En su mochila se halló una nota en la que se despedía y daba explicaciones del suicidio.
Sus razones no fueron divulgadas.
Días después de aquella muerte, a principios de septiembre, el gobierno realizó un evento por el Día Mundial de la Prevención del Suicidio con una sentencia alarmante del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI): era el número uno en suicidios de jóvenes en México. De 13.5 suicidios por cada 100 mil habitantes pasó a 15.9. Esta es la segunda causa de muerte en jóvenes. 10 años antes, Guanajuato implementó el Centro de Atención Telefónico para Crisis Psicológica y creó la Dirección de Salud Mental, pues de 2006 a 2007 sufrió un aumento considerable, pasó de 187 a 270 casos. Desde entonces la cifra ha ido creciendo.
FACTORES INDOMABLES
¿Qué decía la carta de la estudiante de la UG? No se dijo. Pero los especialistas del estado han enumerado factores en otros suicidios, como problemas de pareja, violencia intrafamiliar, o una vida solitaria. Estos son también los perfiles más comunes de quienes visitan el Centro de Atención Integral de Servicios Esenciales de la Salud (CAISES), cerca de la UG, donde se trata el primer nivel de atención de personas con problemas emocionales.
El psicólogo clínico Marco Mendoza Cuauhtli, quien tiene cuatro años trabajando ahí, desarrolla una tesis que podría responder al por qué los jóvenes se suicidan. Le ha puesto un título tentativo: “Etiologías o factores desencadenantes en pacientes suicidas en Guanajuato”.
“Tengo un enfoque psicoanalítico”, explica. “Eso empuja mucho a ver la subjetividad de cada paciente. Habría que ver a lo mejor qué factores pudieran estar provocando la ideación. Tenemos un formatito de autopsias psicológicas, donde hacemos la recolección de datos de personas que se suicidaron y visitamos a los familiares, recabamos información y a nivel estatal se analizan los datos. De ahí es de donde salen las estadísticas”.
A grandes rasgos, se conocen cinco tipos de factores que pueden orillar a una persona a quitarse la vida: biológicos, psicológicos, sociales, ambientales y culturales. ¿Pero qué hace diferente a Guanajuato? La doctora Ana María Chávez, miembro fundador de la Asociación Mexicana de Suicidología, ubicada en León, explica que los factores en el estado son similares a los del resto del país y el mundo. Sin embargo, una particularidad es el constate flujo migratorio hacia Estados Unidos y de regreso.
Chávez considera que esto genera una ruptura de las costumbres previas: “Hay pocos estudios relacionando suicidio y migración. Sin embargo, en algunos que hemos adquirido en el estado, hace algunos años, nos percatamos que uno de los factores diferentes es que algunas personas que están en el flujo migratorio han tenido una perturbación y llegan con un consumo más elevado de medicamentos psiquiátricos o de uso de drogas o incluso con armas de fuego”.
Adicionalmente, Chávez asegura que la inseguridad y la violencia también impactan. “El comportamiento suicida tiene correlación con otros factores de riesgo: ambientales, familiares, sociales, etcétera. Unos factores socio-ambientales que tenemos en este momento son la situación de la inseguridad y la violencia social. Esto impacta en muchos sentidos y ámbitos y definitivamente también en la estructuración de la personalidad”, explica.
Esto provoca lo que Marco Mendoza, el psicólogo del CAISES, considera una epidemia. “Desde artistas o cantantes que lo están haciendo y se ha notado un factor epidemiológico, afecta no como una gripe, pero tiene algún efecto como tal. Sí me ha tocado, en ese sentido, personas en las que se ha activado, por así decirlo, la ideación suicida por escucharlo de algún compañero, algún vecino”, dice.
Mendoza encara cada problema como particular. Le llegan al centro y ahí evalúan al paciente por medio de estrategias cognitivo-conductuales. Se trabaja para reprimir esas ideas, y en casos mucho más graves se asignan a otras áreas de la psicología como el Centro Integral de Salud Mental (CISAME) o, en el peor de los casos, a internarlos en un hospital psiquiátrico.
“En Secretaría de Salud, lo cognitivo-conductual digamos que es el enfoque al que más se inclinan. El cambiarle esas ideas, encontrar a lo mejor un factor que lo esté desencadenando y darle otra forma de pensamiento. Abrir el panorama, porque usualmente las personas con estas ideaciones traen una visión de túnel, nada más ven esa salida. Este enfoque te ayuda a darle la vuelta, iluminar el túnel y tratar de ver algunas otras opciones”, explica el psicólogo.
LÍNEA CRÍTICA
Con esta idea también se intenta salvar personas por teléfono. Gisela Martínez Ordaz, Coordinadora del Centro de Atención Telefónico para Crisis Psicológica de la Secretaría de Salud, quien ha permanecido en el puesto por una década, trabaja junto con 10 psicólogos distribuidos en 24 horas, todos los días del año. Todos ellos están ahí casi desde que inició el programa y atienden en promedio de 10 a 12 llamadas diarias.
“La mayoría de las llamadas que nosotros atendemos son de trastornos de ansiedad. Nosotros hacemos una clasificación por llamada, donde mi gente identifica los síntomas principales que tienen. La mayor cantidad de llamadas que nosotros hemos atendido han sido por trastornos de ansiedad. Después va depresión, situaciones que tienen que ver con violencia, adicciones, suicidio, [todos] van de la mano. Si hablamos en específico de suicidio, se trata de una situación multifactorial. No es exclusivo, podemos hablar de suicidio porque tiene indicadores de depresión, problemas interfamiliares, violencia, adicciones, son detonantes que llevan a la persona a pensar en lastimarse y entonces viene un intento”, dice Gisela Martínez.
De acuerdo con ella misma, la mayor parte de las llamadas que atienden son de adultos jóvenes de entre 33 y 34 años, casi todas mujeres. Aunque el número de hombres se incrementó con los años. En cuanto a los adolescentes de entre 12 o 19 años, considera que representan 30 por ciento de los casos.
La función final de los especialistas es salvar vidas. Reciben la llamada y al instante buscan saber las razones por las que se ha llamado en busca de ayuda. Si la persona corre peligro, se trata de obtener la ubicación y mandar ayuda inmediata, sin colgar en ningún momento.
En 2010, esta línea se volvió internacional. Luego de un convenio binacional en Estados Unidos con Kenneth, Pennsylvania, se creó un número gratuito con enlace directo a la línea de Guanajuato para atender a mexicanos.
La más reciente adición a este medio es Dinámicamente, una página de internet y Facebook con un chat atendido por los mismos psicólogos las 24 horas. En esa plataforma se pueden comunicar para recibir orientación psicológica. La idea es difundir contenidos sobre temas de salud mental y llegar a más jóvenes. La red está por cumplir un año.
PERO LOS NÚMEROS NO BAJAN…
En 2017 la línea recibió cerca de 3,600 llamadas, según Rosaelda Villalobos Ugalde, Directora de Salud Mental de Guanajuato. Siendo un tema social multifactorial, la prevención no se puede detener en el tratamiento psicológico. “La primera estrategia de prevención es sí hablar de la conducta suicida”, explica. “La conducta suicida es un continuum, que va desde la ideación hasta el acto. Entonces nosotros estamos diciéndole hoy a la población cuáles son los signos y síntomas de alarma que nos permiten identificar de manera muy específica”.
Pero dadas las variantes características de su posible origen, la fundadora de la Asociación Mexicana de Suicidología, considera que la estrategia para erradicar este mal de una vez por todas debería involucrar muchos más ámbitos.
“Combatir el suicidio de forma efectiva tendría que ver con una estrategia global para poder combatir también la violencia, la inseguridad, el estrés familiar que se vive y el estrés psico-social que tenemos a nivel general”, asegura la Dra. Ana María. “En ese sentido, en las estrategias tendríamos que implementarlas tanto en gobierno como en organismos privados, así como en la ciudadanía en general. Porque están ya implicadas todas las células de lo social en una producción de este tipo de violencia que se refleja en la vida y en la muerte”.
El gobierno de Guanajuato intenta trabajar con diversas dependencias para realizar una estrategia semejante, que abarque varios ángulos para evitar se llegue a una ideación suicida. Se trabaja con Educación, Salud, Desarrollo Social, Desarrollo Económico y el Instituto de las Mujeres Guanajuatenses, explica Rosaelda.
Sin embargo, la difusión de este tipo de programas parece ser poca o insuficiente. La Directora de Salud Mental menciona solamente la campaña “Yo Me Comprometo”, encabezada por el actor y cantante Christian Chávez y lanzada en 2017, la cual pretendía valerse del “hashtag” #YoMeComprometo para hablar sobre el tema y reportar casos de posible riesgo suicida.
Villalobos declara que en 2017 identificaron a 27,500 pacientes que hoy están siendo atendidos por sus diversos problemas. La mitad de ellos tienen entre 15 y 24 años. Agrega que de 2016 al siguiente año, los casos de muerte por suicidio se mantuvieron igual: 452 defunciones. Con todo y que no hubo un aumento, sigue siendo un número mucho mayor a los 270 de 2007, cuando se implementó la Secretaría de Salud Mental, la Comisión Estatal de Prevención de la Conducta Suicida y el Centro de Atención Telefónico.
LA ESPERANZA FINAL
Tierra de leyendas al fin, en Guanajuato también se cuenta una explicación sobrenatural a este fenómeno en el Puente Tepetapa. Construido entre 1830 y 1835 para conectar a la ciudad con la antigua mina de Real de Tepetapa y otras minas de la región oeste, pasa por encima de la calle Padre Hidalgo y tiene 19 metros de altura. Así se lee en un letrero grafiteado, sucio y carcomido por el sol que se encuentra en el lugar. Se podría decir que hoy conecta la parte turística del Centro Histórico con barrios menos frecuentados por visitantes. Se cuenta sobre una mujer llamada Luisa, quien al verse alejada de su amado por su familia y encontrarlo luego ya casado, decide tirarse del puente, donde conoció al hombre.
Según la leyenda, diversos suicidios inexplicables se han registrado en el lugar. El más reciente, un hombre mayor que se tiró de ahí a principios de enero. Curiosamente, de un lado del puente se encuentran las famosas cantinas Guanajuato Libre y Aquí Me Quedo y del otro el CAISES. Dos lugares para atender las penas de dos formas diferentes. En medio la opción de muchos, si las otras fallan.
En la idea de Marco Mendoza, un factor esencial en el tratamiento del suicidio es no menospreciar ningún caso. “Algunos textos indican que en el momento en que pasa el pensamiento de muerte, la ideación, hay que darle la misma atención que si hubiera un intento. Se hace la valoración, afortunadamente ninguno de los pacientes que me ha tocado tener se ha suicidado. Yo sí trato de darle la misma importancia, aunque a lo mejor en formatos o en administrativo procede alguna otra cosa, trato de darle la misma importancia”, sentencia.
Buscar a un psicólogo o hacer una llamada al teléfono de prevención, ya es dar un paso en busca de la salvación. Cuando alguien habla al respecto ya está pidiendo ayuda de alguna manera, incluso de forma inconsciente. Cuando se lastiman pero alcanzan a marcar, cuando las heridas no son profundas y dejan que los encuentren. Ahí entra la labor del psicólogo, pues quien no quiere salvación, ni siquiera acude a uno.
Marco concluye: “Usualmente estas personas, cuando llegan al consultorio, cuando uno las detecta, quieren ser escuchadas. Por ahí hay una estadística que dice que de cada 10 suicidios 9 pudieron evitarse. Entonces también es como un grito de ayuda, el relacionarte, el que ha intentado pero, de un modo inconsciente, haber alcanzado a llamar o haber dejado alguna nota. Es encuéntrame o ayúdame. Entonces viene como un sufrimiento emocional bastante fuerte. A nosotros nos toca entender esa parte. ¿Qué en tu historia ha provocado tanto dolor para que decidas o intentes quitarte la vida? Una persona que utiliza métodos letales, realmente no quería que la salvaran”.