Michelle Obama reveló al público londinense que debido a su condición como “símbolo de esperanza”, desde hace tiempo que sufre del “síndrome del impostor”.
La BBC informó que la ex primera dama hizo esta confesión durante un evento promocional para su autobiografía, “Becoming”, en el cual habló con la autora Chimamanda Ngozi Adichie, el lunes de esta semana.
“Todavía tengo un poco del síndrome del impostor; nunca desaparece ese sentimiento de que, realmente, están escuchándome”, agregó para el público de Southbank Centre.
“Nunca se desvanece la sensación de que no deben tomarme muy en serio, porque ¿qué puedo saber yo? Les comparto esto ya que todos tenemos dudas de nuestras capacidades, de nuestro poder y de lo que significa el poder”.
“Si doy esperanza a las personas, entonces adquiero una obligación y debo hacerme responsable”.
El término “fenómeno del impostor” fue acuñado en un artículo publicado en 1978 por las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes, quienes observaron que las mujeres exitosas ocasionalmente manifestaban el temor de que sus logros fueran mera casualidad.
Aquel artículo precisaba: “A pesar de sus importantes logros académicos y profesionales, las mujeres que experimentan el fenómeno del impostor siguen creyendo que no son inteligentes y que han engañado a los demás para que piensen lo contrario”.
Investigaciones posteriores han demostrado que el síndrome del impostor no es exclusivo de las mujeres, y que puede afectar a individuos de todos los estratos sociales. De hecho, un artículo publicado en 2011, en la revista International Journal of Behavioral Science, afirma que alrededor de 70 por ciento de las personas puede experimentar este fenómeno.
Algún tiempo después, Clance desarrolló una prueba para determinar la severidad con que el fenómeno del impostor afecta la vida de un individuo.
En entrevista con Newsweek, Valerie Young, autora y experta en el síndrome del impostor, comentó: “Aunque se haya demostrado lo contrario, millones de personas inteligentes y capaces tienen dificultades para interiorizar o reconocer sus logros. En vez de ello, los atribuyen a factores como el momento, la suerte, y la personalidad. Los individuos que experimentan sentimientos de impostor temen que alguien se dé cuenta de que no son tan ‘inteligentes’ ni talentosos como ‘creen’ los demás”.
Young agregó que hay muchas circunstancias que provocan sentimientos de impostor: desde los niños a quienes progenitores y maestros siempre destacan por su inteligencia hasta los empleos que todos los días ponen a prueba el intelecto.
Si bien no es un trastorno psiquiátrico oficial, pues no figura en el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, el sentimiento de inseguridad que ocasiona el síndrome del impostor puede conducir al estrés, la depresión y la ansiedad, informó una publicación previa de Psychology Today.
Young recomienda tres pasos fundamentales para tratar el síndrome del impostor. Para empezar, es importante normalizar el sentimiento de impostor. “Cuando te percatas de que el miedo y la inseguridad son normales, dejas de luchar contra el sentimiento de impostor y te concentras en modificar tu percepción”, explicó.
Después, Young aconseja que “replantees” tus pensamientos. Por ejemplo, si te sorprenden con un proyecto enorme, no digas: “¡Ay, Dios! No tengo la menor idea de lo que estoy haciendo”. Mejor trata de pensar: “¡Caramba! Aprenderé mucho de esto”.
Por último, insistió en la importancia de seguir modificando tus pensamientos, aun cuando, al principio, no logres sentirte mejor. “Con el tiempo, empezarás a creer tus pensamientos nuevos y, poco a poco, tus sentimientos también cambiarán”.
En resumidas cuentas, “la única manera de dejar de sentirte como un impostor es que dejes de pensar como impostor”.
Durante el evento, Obama ofreció consejos parecidos a las jóvenes que experimentan dudas de su capacidad, proponiendo que se esfuercen en expulsar “esos demonios de sus cabezas”.
Así mismo, dijo al público que no todas las personas que ocupan posiciones de poder son tan inteligentes como aparentan. “Me senté a la mesa más poderosa que puedan imaginar, colaboré con organizaciones altruistas, fui miembro de fundaciones, he trabajado en grandes empresas, estuve en varias juntas corporativas, asistí a cumbres G, tuve un cargo en la ONU: en serio, no son tan inteligentes como todos creen”, aseguró.
Este artículo fue actualizado para incluir los comentarios de Valerie Young.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek