Una semana antes de que el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, acusara a China de injerencia electoral en un discurso belicoso ante el grupo de expertos conservadores Instituto Hudson, domiciliado en Washington, este mismo instituto celebró un evento en el que los participantes defendieron el ponerle fin a la guerra comercial entre Washington y Beijing.
“No deberíamos enfocarnos en los aranceles, los ajustes de cuentas y este tupo de narrativa. Deberíamos pensar en cómo podemos beneficiarnos, cómo podemos mantener próspero al mundo y tener otras cuatro décadas de crecimiento continuo entre Estados Unidos y China”, argumentó Huiyao Wang, presidente del Centro para China y la Globalización y asesor del gobierno chino.
El Partido Comunista que gobierna China tiene una red de personas influyentes quienes trabajan por todo Estados Unidos para promover las opiniones favorables a China en los grupos de expertos, las universidades y los medios de comunicación. En su discurso en el Instituto Hudson, Pence señaló que China había “iniciado una acción sin precedentes para influir en la opinión pública estadounidense, las elecciones de 2018 y la atmósfera que llevará a las elecciones presidenciales de 2020”, usando “actores encubiertos, grupos de pantalla y canales de propaganda para cambiar la percepción de los estadounidenses de la política china”.
Pero los expertos dicen que no hay evidencias para sugerir que China actúa vigorosamente para influir en las próximas elecciones de media legislatura como lo hizo Rusia durante la contienda presidencial de 2016. Durante una audiencia el miércoles, Kirstjen Nielsen, la secretaria estadounidense de seguridad nacional, señaló que la administración no había visto algún intento de comprometer la infraestructura electoral. Los expertos en seguridad comparten ese parecer.
“Desde la perspectiva de los ataques cibernéticos ofensivos, [los chinos] se enfocan en los sistemas gubernamentales y tratan de exfiltrar información”, le dijo a Newsweek Priscilla Moriuchi, una experta en seguridad cibernética de la compañía tecnológica Recorded Future. “Pero nunca los hemos visto enfocarse en los sistemas electorales de Estados Unidos a nivel estatal o federal”.
Desde que el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, los analistas y expertos políticos se han preocupado por la injerencia electoral china. Las agencias de inteligencia estadounidenses han concluido que los rusos actuaron para poner a Trump en el cargo y asegurarse de que Hillary Clinton, la némesis del presidente ruso Vladimir Putin, fuera derrotada usando campañas dirigidas en las redes sociales y el hackeo de información política sensible. Funcionarios de seguridad dicen que hackers rusos trataron de sondear los sistemas electorales de más de 20 estados, aunque no cambiaron votos.
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Pero aun cuando Rusia captó los encabezados, algunos funcionarios de seguridad internacional han murmurado tras bambalinas que Rusia no es el enemigo en el que debería enfocarse Washington. Otro oponente, más sigiloso, más rico y más formidable está tratando silenciosamente de influir en la opinión pública estadounidense y persuadir corazones y mentes, según advirtieron algunos.
Luego, el 25 de septiembre, mientras Trump encabezaba la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el presidente dejó caer una bomba.
“Lamentablemente, descubrimos que China ha tratado de injerir en nuestra próxima elección de 2018, programada en noviembre, en contra de mi administración”, le dijo Trump al consejo, a pesar del hecho de que él y su administración no participan en la elección de media legislatura de 2018. “No quieren que yo o nosotros ganemos, porque soy el primer presidente que ha desafiado a China en el comercio. Y estamos ganando en el comercio. Estamos ganando en todos los niveles”, continuó Trump, mientras los funcionarios chinos veían con cara impasible.
Al principio, los observadores estaban incrédulos. ¿El presidente, conocido por sus exageraciones, estaba inventando fantasmas para distraer la atención de la investigación actual del fiscal especial sobre la supuesta colaboración de su campaña con Rusia para influir en las elecciones de 2016?
Pero en una conferencia de prensa al día siguiente, Trump reforzó sus aseveraciones y afirmó que hay mucha evidencia clasificada de injerencia China que pronto sería revelada. En los días siguientes, otros funcionarios de la administración de Trump reiteraron estas aseveraciones. En Hudson, Pence le dijo al público que la injerencia rusa “palidece en comparación” con las acciones chinas.
Y durante una entrevista con 60 Minutes el domingo, Trump dijo que los chinos se inmiscuyeron en las elecciones de 2016, a pesar del hecho de que las agencias de inteligencia nunca han acusado tal cosa.
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Muchos analistas de China argumentan que la amenaza de Beijing es real. Pero al contrario de las acciones rusas, las operaciones de influencia chinas son a largo plazo y sofisticadas. Chin no trata de influir en las elecciones de media legislatura de la manera obvia que lo hizo Rusia en 2016, según argumentan los expertos. Más bien, las operaciones de influencia de Beijing son parte de una acción que durará décadas para cambiar la percepción del público sobre el régimen autoritario.
“A la fecha, tenemos menos evidencia sustancial de mucha menos actividad de Beijing en Estados Unidos en comparación con la evidencia copiosa de la gama amplia de actividades que Rusia ha, y continúa, llevado a cabo”, le dijo a Newsweek Allen Carlson, un profesor asociado de la Universidad de Cornell quien se enfoca en China. “Esto no quiere decir que Beijing esté libre de culpa, sino que China se ha vuelto un blanco más bien conveniente para una administración estadounidense poco dispuesta a admitir el papel que tuvo Rusia en la elección de 2016”.
Robert Manning, un experto en China del Consejo del Atlántico, un grupo de expertos domiciliado en Washington, dijo que la evidencia de injerencia electoral presentada por Trump y Pence, como un anuncio que China publicó en el Des Moines Register de Iowa, no le preocupa.
“Francamente, las cosas que Trump y Pence mencionaron en términos de injerencia electoral son absurdas. ¿Anuncios en periódicos? Han hecho eso por años. Preferiría que Putin publicase anuncios en vez de hackear nuestros sistemas electorales estatales”, le dijo Manning a Newsweek.
Manning comentó que él frecuentemente tiene conversaciones francas y críticas con funcionarios chinos en D.C., y nadie ha tratado de censurar su investigación sobre la política china. Pero China sí trata de canalizar dinero a universidades y grupos de expertos en lo que podrían ser un intento fútil de influir en la opinión pública, dice él.
“Pienso que esta cosa de la influencia es más un intento de crear un poder suave, del cual no tienen mucho porque [el presidente chino] Xi Jinping es un fanático del control quien quiere que todo sea como lo dicta el Partido Comunista”, continuó Manning. “Ellos financian a presidentes y universidades, y hacen muchas cosas para influir en las personas influyentes, por así decirlo, sobre China. Pero todos los países lo hacen. Y dadas las actuales opiniones en Estados Unidos sobre China, sea lo que sea que están tratando de influir, no lo están haciendo muy bien”.
Chris Johnson, el presidente Freeman de estudios sobre China en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, dice que puede decir cuándo está tensa la relación entre Washington y Beijing por la cantidad de visitas que recibe de funcionarios chinos anteriores y actuales.
“Habrá alguna alteración en la relación bipartidista y verás que la gente de los grupos de expertos como yo es contactada, usualmente por algún funcionario o ex funcionario de un ministerio extranjero, y vendrán en oleadas. Eso usualmente te dice que el centro tiene algunas preocupaciones. Acabamos de pasar por eso hace unos meses”, le describió a Newsweek Johnson, quien pasó dos décadas trabajando en relaciones exteriores e inteligencia para el gobierno de Estados Unidos.
Johnson comentó que él cree que China, que todavía es una potencia emergente, apenas empieza a entender cómo funciona el poder suave. Los funcionarios en Beijing a veces se confunden cuando sus acciones de financiar o cooptar un grupo de expertos no dan el resultado inmediato de que la institución siga la línea del partido, dijo él. Johnson tiene como norma no aceptar dinero chino porque “es complicado y puede venir con otras ataduras”. No obstante, él expresó que el CSIS recibirá “recordatorios amistosos” de funcionarios chinos cuando celebren eventos sobre Taiwán.
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“Tienen órdenes de Beijing de entregar los temas de discusión, pero nunca sentí que pusiera en riesgo mi capacidad de ir [a China]”, dijo Johnson a Newsweek. “No debería sorprendernos que un régimen autoritario haga esto. Son muy obvios”, añadió él. “Esto es algo que deberíamos monitorear, pero no necesitamos ponernos como locos”.
Mientras tanto, algunas acciones chinas para influir las narrativas son evidentes. Hay por lo menos cinco docenas de canales mediáticos chinos operando en Estados Unidos, incluidos periódicos pequeños, estaciones de radio y canales de noticias en línea. La mayoría de estas publicaciones están enfocadas en la comunidad sinoestadounidense.
Recientemente, el Departamento de Justicia ordenó que dos canales chinos de propiedad estatal, Xinhua y la Cadena Global de Televisión de China, se registraran bajo la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA). El China Daily, otro canal en idioma inglés vinculado con el gobierno chino, ya estaba registrado bajo la FARA desde 1983.
Trump usó su discurso en la ONU para denunciar al China Daily por supuestamente publicar “propaganda” en periódicos en todo Estados Unidos. De hecho, las divulgaciones a las que está obligado el canal por la FARA revelan que el China Daily gastó casi $16 millones de dólares en actividades para influir en Estados Unidos desde principios de 2017, de los cuales una parte se gastó en publicar anuncios en periódicos estadounidenses como The Wall Street Journal y The Washington Post.
Pero la publicación no oculta su defensa de China. Anuncios recientes publicados en The Wall Street Journal desestimaron las acusaciones de la administración de Trump de una injerencia electoral china y enfatizaron las acciones de Beijing para presionar a Trump para que deje de venderle armas a Taiwán.
Un artículo de opinión publicado en el China Daily el 8 de octubre criticó ferozmente el discurso de Pence en el Instituto Hudson por su tendencia racial y política contra China.
“Presentado de una manera muy desdeñosa, con el tono de un típico misionero cristiano, su discurso estuvo lleno de información falsa y rumorada sobre las acciones de China y cuestionando sus intenciones en su compromiso con el mundo, tales como su Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, medios de comunicación internacionales, estudiantes chinos estudiando en Estados Unidos y demás”, se leía en el artículo de opinión, escrito por Wenshan Jia, un profesor de la Universidad Chapman, una institución privada en California. “Lo más inaceptable de esa forma de pensar a China es que se caracteriza por un hondo prejuicio racial en contra de China y una agenda ideológica en contra de China”.
En una conversación con Newsweek, Jia se describió a sí mismo como un intelectual público bilingüe y bicultural que ha estado en Estados Unidos por dos décadas investigando la comunicación intercultural. Escribe artículos de opinión para el Orange County Register y la Cadena Global de Televisión de China, pero sus intentos de publicar artículos de opinión en The Washington Post y Foreign Affairs Magazine no fueron exitosos, dijo él. Jia afirmó que no tiene conexiones con el Partido Comunista chino y comentó que no siempre está de acuerdo con las posturas editoriales del China Daily.
“Sí escribí a menudo para ellos en los últimos años. Quería escribir, era mi iniciativa. Sí pienso que, en realidad, no estoy intelectualmente alineado con la postura oficial, pero soy solidario con la postura oficial”, dijo a Newsweek Jia sobre su relación con el China Daily.
Jia, quien es miembro del Centro para China y la Globalización, domiciliado en Beijing y afiliado a la Academia Nacional para el Desarrollo y la Estrategia en la Universidad Renmin de China, instituciones que indudablemente están constreñidas por sus lazos políticos con el Partido Comunista, también participó en el panel del Instituto Hudson a finales de septiembre, donde argumentó a favor de lazos más estrechos entre China y Estados Unidos. También promueve que los sinoestadounidenses donen más a la caridad para “convertirse en una voz política”.
Los expertos dicen que a la gente como Jia, incluso si no tienen conexiones directas con el partido, se le permite moverse entre los países con libertad porque actúan como embajadores de facto.
“Se trata de generar voces y afectar la conversación mediante hacer que el panorama se vea de cierta manera. Si puedes influir en las cuestiones en las que está trabajando la gente, le está quitando a la comunidad observadora de China la capacidad de enfocarse en otras cosas”, le dijo a Newsweek Peter Mattis, un ex analista de contraespionaje de la CIA quien se enfoca en China. “Esto es completamente distinto al cabildeo tradicional”.
Conforme aumenta la guerra comercial de Trump con China, las compañías en Beijing también han optado por cabilderos tradicionales para que protejan sus intereses comerciales en Estados Unidos. De acuerdo con documentos entregados al Departamento de Justicia, los actores chinos gubernamentales y no gubernamentales han gastado en conjunto $22 millones de dólares en acciones de cabildeo desde 2017.
La mayoría de ese dinero lo gastaron actores no gubernamentales, y China Daily fue por mucho el que más gastó en ambos años. Otras compañías han tratado de contrarrestar el efecto de la guerra comercial de Trump mediante cabildear su capacidad para hacer negocios en Estados Unidos.
En junio, mientras Beijing y Washington se imponían mutuamente rondas de aranceles en represalia, la compañía china WanKua Chemical contrató a la compañía AUX Initiative para cabildear una exención arancelaria que le facilitaría el abrir una planta química en Luisiana.
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Otra compañía, el China-U.S. Club, que trabaja para el Grupo Industrial China Rilin, una compañía constructora domiciliada en la provincia de Liaoning, en China, señala en sus declaraciones recientes al Departamento de Justicia que planea cabildear al gobierno con respecto a sus intereses comerciales, “los cuales posiblemente incluyan cuestiones de política exterior o local del gobierno de Estados Unidos”.
Sin embargo, ninguna de estas actividades parece constituir una injerencia electoral.
“China está muy enfocada en el desarrollo económico y la recopilación de información, son muy buenos en ellos y cuentan con muchísimos recursos, pero no parecen estar interesados en nuestra política”, le dijo a Newsweek Adam Bookbinder, quien trabajó por casi dos décadas en la fiscalía de Massachusetts para evitar ataques cibernéticos de actores extranjeros.
“Pero ellos también leen las noticias”, añadió él. “Ellos ven que Rusia hizo esto con cierto éxito, y tienen recursos increíbles y sofisticación tecnológica. Dadas todas estas cosas, es razonable pensar que esto es algo que deberíamos vigilar”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek