El cantante de la popular banda de los años 90 y un exfuncionario del Pentágono se han unido para demostrar que los ovnis sí existen. ¿Acaso la verdad está en las estrellas?
“SÉ LO QUE VI”. Era finales de julio, y Teresa Tindal, administradora de 39 años de una consultoría, describía el incidente que la volvió creyente: un objeto redondo y dorado que flotaba en el cielo nocturno de Tucson, Arizona. ¿Una sonda meteorológica? Imposible. Solo pudo ser una cosa: un ovni.
Esa certeza la condujo —junto con otras 400 personas— al hotel Crowne Plaza de Cherry Hill, Nueva Jersey, para asistir al simposio de Mutual UFO Network (MUFON), “el mayor evento ovni del año”, según aseguraba el folleto. Se habían dado cita para hablar de extraterrestres, ovnis, y de la manera de evitar el secuestro de una madre nodriza alienígena (pista: de nada sirve gritar). “Mucha gente ha visto esas cosas”, afirmó Christine Thisse, madre de voz suave de 44 años de edad oriunda de Michigan, en entrevista con Newsweek.
Acudieron los oradores invitados de siempre, dictando conferencias con títulos como “Desapariciones inexplicables en áreas rurales” e “Informe desde Marte”, en la que un físico describió su teoría de una guerra nuclear intergaláctica que aniquiló a la civilización marciana hace 75,000 años. Por supuesto, también llegaron los abducidos famosos, como Travis Walton, un exleñador cuyo relato de cautiverio alienígena fue llevado a la pantalla grande en “Fuego en el cielo”, película de 1993.
Sin embargo, este año hubo otra atracción: Luis Elizondo, una superestrella flamante y de lo más inesperada. Hacía unos siete meses, The New York Times publicó un reportaje en primera plana sobre el Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas, una “sombría” iniciativa del Pentágono que “investigaba informes de objetos voladores no identificados”. Robusto nativo de Miami, con barba de chivo y coloridos tatuajes, Elizondo fue el oficial de inteligencia militar que estuvo a cargo del programa desde su formación, en 2007 y hasta 2012, año en que —según la oficina de prensa del Pentágono— la iniciativa fue suspendida (el floridano asegura que el programa sigue vigente). Elizondo renunció al Pentágono el año pasado, en protesta por lo que consideraba un apoyo mediocre y un secretismo innecesario: carne jugosa para el grupo X-Files. “¿Por qué no invertimos más tiempo y esfuerzo en este asunto?”, escribió en su carta de renuncia dirigida al secretario de Defensa, James Mattis.
A poco de ingresar en el sector privado, Elizondo encontró un aliado, igualmente inesperado, en su búsqueda de la verdad: Tom DeLonge, exvocalista de la banda pop/punk Blink-182, grupo que compuso la canción “Aliens Exist”. Y resulta que DeLonge realmente creía. En 2017, fundó la organización To the Stars Academy of Arts and Science y, muy pronto, Elizondo se convirtió en su imagen pública. La misión: promover investigaciones ovni, producir entretenimiento temático sobre ovnis y, con suerte, obtener información sobre la tecnología súper avanzada que exhiben los ovnis (por ejemplo, naves espaciales que parecen desafiar la gravedad, asunto que el Pentágono persiste en ignorar).
La academia asegura que cuenta con más de 2,000 inversionistas que han aportado cerca de 2.5 millones de dólares. Por su parte, Elizondo halló una multitud de lo más entusiasta en Cherry Hill. “Puede ser que los hayan asociado con un movimiento marginal”, dijo a los asistentes de MUFON, durante una cena. “Y, no obstante, siempre han tenido la razón”. No todos se dejaron convencer. Algunos dijeron que su presentación carecía de pruebas; y Tindal sospechaba de una relación con el Pentágono. “Podría ser pantalla de otra cosa”, conjeturó.
Si Elizondo pretendía dar credibilidad a la investigación sobre avistamientos inexplicables, ¿por qué se había asociado con un tipo cuya banda lanzó un exitoso álbum titulado “Enema of the State”? ¿Y por qué eligió el foro de una conferencia sobre ovnis, plagada con teóricos de conspiraciones?
“Debemos empezar en alguna parte”, explicó Elizondo, en entrevista con Newsweek. “Tampoco es que me inviten a Stanford o al MIT”.
SUPER HORNETS Y TIC TACS
Cada año, miles de personas informan de avistamientos ovni a las autoridades: policía, Pentágono, presentadores de programas de radio. Un cálculo sugiere que, desde 1905, se han notificado más de 100,000 avistamientos. Si bien la mayor parte puede explicarse como nubes, meteoros, aves, sondas meteorológicas o algún otro fenómeno ordinario, los esfuerzos de desacreditación racional solo han fortalecido la convicción de los verdaderos creyentes, quienes aseguran que hay documentos militares secretos (Archivos X auténticos) que ocultan las abundantes pruebas de visitas extraterrestres, y que el llamado “Estado profundo” los mantiene bajo llave.
La teoría de conspiración “Archivos X” es la esencia de la comunidad ovni: un dogma de los entusiastas y el fundamento de casi todos los llamados a la acción en redes sociales (#Disclosure). También la fomentan algunos personajes destacados, como John Podesta, quien, hace unos años, lamentó en Twitter no haber logrado la divulgación de los archivos ovni, “a pesar de ser el jefe de la oficina de Presidencia de Bill Clinton”.
Cuando Elizondo salió al público, confirió un aura de credibilidad a los fieles de la conspiración. Su historial es el típico de un oficial militar recto, con una carrera distinguida. Hijo de un exiliado cubano que intervino en Bahía de Cochinos —el esfuerzo de la CIA para derrocar a Fidel Castro, en 1961—, Elizondo fue garrotero en una discoteca cuando estudiaba en la Universidad de Miami. Al graduarse, en 1995, ingresó en el Ejército y recibió entrenamiento de espía militar. Más adelante, trabajando en el Pentágono, nunca dio señal alguna de ser un empleado descontento ni un loco, y pasó gran parte de su carrera en las sombras, persiguiendo militantes en América del Sur y Oriente Medio.
En 2010, estuvo a la cabeza de un pequeño grupo que investigaba informes de “fenómenos aéreos inexplicables”, el término menos controvertido para designar a los ovnis. Era una iniciativa desconocida, de bajo presupuesto, creada unos años antes a instancias de Harry Reid, el entonces senador por Nevada. Se desconocen los detalles, pero parece que Elizondo dirigía el programa de 22 millones de dólares conjuntamente con Bigelow Aerospace, un contratista de la Defensa que radica en Nevada, y cuyo propietario —el multimillonario Robert Bigelow— es un ferviente creyente de los ovnis.
Dos meses antes de que el Times publicara el reportaje en primera plana, Elizondo abandonó el Pentágono. Durante la entrevista, muestra a Newsweek lo que afirma es una copia de su carta de renuncia, fechada el 4 de octubre de 2017 y dirigida a Mattis. La misiva manifiesta cierta frustración por la escasa atención que recibía su programa; y también sugiere que un descubrimiento que hizo en el Pentágono lo convirtió en creyente. “A pesar de las evidencias abrumadoras en los niveles clasificado y no clasificado, ciertos individuos del Departamento se oponen firmemente a emprender investigaciones ulteriores de lo que podría ser una amenaza táctica para nuestros pilotos, marineros y soldados; y tal vez, hasta una amenaza existencial para la seguridad nacional”, escribió.
¿A qué se refería Elizondo? Con cierta cautela, describe una “evidencia” (un corto de audio y video hecho en 2004) que parece el tipo de amenaza potencial que menciona en su carta de renuncia. La grabación se filtró al Times —Elizondo insiste en que no fue él— y, desde entonces, ha sido un argumento crítico de la tradición ovni: durante una misión rutinaria de entrenamiento, frente a la costa de San Diego, dos Super Hornets F/A—18F recibieron la orden de investigar lo que, más tarde, un informe confidencial identificaría como “múltiples vehículos aéreos anómalos”. Los pilotos explicaron que, en un instante, dichos “vehículos” descendieron de unos 18,000 metros a solo 15 metros. Y uno de los pilotos agregó que los vehículos parecían “Tic Tacs blancos” [pequeños caramelos alargados].
Elizondo no es el único experto militar de alto nivel que participa en la academia. Otro miembro de la organización es Chris Mellon, quien, durante las presidencias Clinton y George W. Bush, fue subsecretario de Defensa adjunto para Inteligencia. En esa función, supervisó los programas del Pentágono para el acceso especial súper secreto, una de las “operaciones negras” en compartimentos de máxima clasificación. En febrero pasado, Mellon publicó en The Washington Post un artículo de opinión titulado “El Ejército sigue encontrando ovnis. ¿Por qué al Pentágono no le interesa?”
Jim Semivan es un colega con 25 años de experiencia en el Servicio Nacional Clandestino, división encubierta de la CIA. Semivan se jubiló de la agencia en 2007 e, igual que Elizondo y Mellon, se unió a To the Stars Academy el año pasado. “Mi socio, Jim Semivan, es espía”, reveló DeLonge en noviembre pasado, vía Twitter. Y Hal Puthoff, cofundador de la academia, es otro compañero muy peculiar: ingeniero eléctrico, emprendió investigaciones controvertidas para la CIA y la Agencia de Inteligencia de la Defensa en el tema de capacidades psíquicas, y también fue contratista para el Pentágono.
CONTROL DE TIERRA AL MAYOR TOM
Pocas semanas después de que lanzara su academia, en octubre pasado, DeLonge se entrevistó con el podcaster Joe Rogan e informó que demoró dos años en gestar su nueva empresa durante reuniones clandestinas con diversos individuos de alto nivel en seguridad nacional y en la industria de la defensa (DeLonge se negó a una entrevista para este artículo. “En este momento, no está haciendo declaraciones para la prensa”, dijo su portavoz). Según el músico, esas personas le revelaron varios secretos E.T.; entre ellos, que el gobierno tenía un cuerpo alienígena. Debido a su fama y compromiso con el sector demográfico joven, eligieron a DeLonge para divulgar gradualmente la verdad, con relatos de fantasía y ciencia ficción.
“¿Por qué tú?”, preguntó Rogan. “Porque [la revelación] debe hacerse de cierta manera para que la gente entienda”, respondió DeLonge.
Además de presentarse como el mensajero ovni designado ante el gobierno de Estados Unidos, DeLonge habló de la Atlántida (el continente perdido), sobre “diferentes razas alienígenas que vienen aquí para extraer recursos”, y las modificaciones genéticas que los extraterrestres introducen, de manera periódica, para acerar la evolución humana.
Elizondo asegura que DeLonge tiene el don para reunir a personas talentosas. “Ve el rompecabezas y lo arma como pocos pueden hacerlo”. No obstante, algunos miembros de la comunidad ovni son recelosos de las motivaciones de la estrella de rock, y opinan que solo quiere explotar su afición —con sitios Web, artículos novedosos y promoviendo libros sobre ovnis—, por lo que sus excentricidades son parte del modelo de negocios.
Sin duda hay un gran mercado para lo que vende DeLonge. Pseudocumentales de televisión por cable —como “Alienígenas ancestrales” (ya en su 13ª temporada) y “Cazadores de ovnis”— tienen un auditorio cautivo. Y este otoño, History Channel estrenará una nueva serie de dramatización ovni basada en el “Proyecto Libro Azul”, un auténtico programa ultra secreto del Pentágono que data de las décadas de 1950 y 1960, y que investigó avistamientos e informes de ovnis. El director de dicho programa era un científico escéptico de los ovnis, hasta que se convenció de que había que tomar en serio el tema. Desde la clausura del proyecto, en 1968, el gobierno estadounidense siempre ha negado la búsqueda de ovnis; pero eso cambió el año pasado, cuando Elizondo salió de las sombras.
En cuanto al asunto de la autenticidad de los encuentros ovni, Elizondo ha afirmado muchas veces —incluso en su discurso de MUFON— que “a final de cuentas, los datos hablarán por sí solos”. Al preguntarle en dónde estaban esos datos, Elizondo respondió con su versión del ocultamiento en el “Estado profundo”. Agregó que el Pentágono ordenó “grandes volúmenes” de estudios y datos académicos, pero gran parte está “exento de FOIA” (solicitudes de acceso a la información, por sus siglas en inglés), de modo que las peticiones bajo la Ley de Libertad de Información aportan muy poca información (el día previo a la conferencia, un programa televisivo de Las Vegas obtuvo una lista de lo que, afirmó, eran varias decenas de dichos estudios, incluidos uno referente a la “capacidad de invisibilidad” y otro sobre “interfaces cerebro-máquina”).
Su argumento desmiente la afirmación que Reid hiciera en marzo, durante una entrevista con la revista New York, cuando reveló que “tenemos cientos y cientos de documentos, páginas de papel, los cuales han estado disponibles desde que concluyeron [las investigaciones]. Al menos 80 por ciento es información pública”. Y también cuestiona lo que escribiera Mellon en febrero pasado, en el artículo de opinión de The Washington Post, donde se refiere a un “creciente volumen de datos empíricos”.
Mellon habla, específicamente, de los datos obtenidos con radares militares que detectan fenómenos aéreos no identificados, así como de los videos de cabina y las grabaciones de audio de pilotos de combate de la Armada que, presuntamente, han observado este fenómeno. Mellon asegura que el avistamiento de 2004 no fue el único en que los pilotos militares avistaron un Tic Tac. Por lo menos hubo otro incidente en que los pilotos vieron un ovni similar, el cual se sumergió en el agua y se desplazó bajo la superficie. Además, “en los últimos años se han notificado de decenas de casos que no implicaron Tic Tacs, sino al personal de la Armada y los buques de guerra. De ninguna manera es un evento aislado”, sentencia Mellon.
En su opinión, el video del Tic Tac es convincente, aunque no para los expertos ajenos al círculo de creyentes. “Todos los avistamientos inusuales pueden explicarse con fenómenos naturales o provocados por el hombre”, señala Avi Loeb, presidente del Departamento de Astronomía de Harvard. Es decir, los pilotos pudieron haber experimentado ilusiones ópticas que generaron sus instrumentos o vieron un efecto del sol, un ave, las nubes o —como ocurrió en un caso— un avión experimental que hacía pruebas de vuelo en la zona.
El año pasado, CNN mostró el video del Tic Tac al astrónomo y escritor Neil deGrasse—Tyson: “Llámenme cuando un alienígena los invite a cenar”, bromeó.
Los escépticos también apuntan a la propia teoría de la conspiración. Si las naves alienígenas fueran tan numerosas, ¿por qué no son detectadas por los miles de satélites de observación orbital, casi todos dirigidos a la Tierra? “Puedes argumentar que el gobierno de Estados Unidos oculta los hechos, pero lo mismo estarían haciendo todos los gobiernos, no solo el nuestro”, comenta Seth Shostak, astrónomo principal del Instituto SETI. “Me resulta increíble”.
Si Elizondo quería que el Pentágono y los demás lo tomaran en serio, ¿por qué asistió a esa conferencia marginal? Más aun, ¿por qué él, Mellon y sus colegas, altamente acreditados, se sumarían a la estafa de una estrella de rock como DeLonge?
Elizondo ha escuchado los murmullos y leído las teorías de conspiración de Reddit. “No soy parte de una campaña de desinformación gubernamental”, protesta, exasperado. “Corrí un gran riesgo al renunciar a un empleo seguro para hacer esto. Y si no resulta, terminaré trabajando en Walmart”.
“NO TE ASOMBRES, PERO TENEMOS INTERESES EXTRANJEROS”
Elizondo asegura que los próximos seis o siete meses serán cruciales para el éxito de To the Stars Academy porque, para entonces, espera presentar más datos sobre avistamientos ovni. Como director de Seguridad Global y Programas Especiales en la academia, actúa como enlace con el gobierno de Estados Unidos, incluidos el Congreso, el Pentágono y los servicios de inteligencia.
Por supuesto, aún hay más preguntas que respuestas. ¿Acaso opera entre bastidores para obtener algo de la información desclasificada que conoció durante su carrera en el Pentágono? No quiso aclarar. ¿Cuándo accederá el público a esa información? “Estamos trabajando en eso”, responde. Durante el verano, el Comité de Servicios Armados del Senado solicitó que, al menos a uno de los pilotos de Super Hornets, informara sobre el encuentro con el Tic Tac.
“En última instancia, no me preocupa la credibilidad”, dice Elizondo. “Me preocupan los hechos”. Al recordarle que los únicos hechos disponibles al público son unos borrosos videos, insiste: “Hay datos. Aún no se han liberado”.
Elizondo señala que los creyentes ovni no fueron los únicos asistentes a la conferencia MUFON. “Te daré una sorpresa. Hubo gente de ONU y ucranianos. ¿Por qué estuvieron allí la ONU y los ucranianos, quienes seguramente están vinculados con Rusia?”. Agrega que se inscribieron “después de enterarse que yo estaría presente. Inteligencia extranjera. Eso indica que toman en serio el asunto. Tal vez tienen un programa o quieren un programa, o pretenden averiguar si son solo tonterías. Como sea, no te asombres, pero tenemos intereses extranjeros”.
Elizondo comprende el recelo de muchas personas. “No puedes aceptar las cosas por lo que aparentan. Lo entiendo. Soy un espía profesional. Pero al final, por más descabellado que parezca, los alienígenas existen”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek