El teatro popular se caracteriza por tener un corte de denuncia y sensibilización hacia las problemáticas sociales en barrios populares, donde más se ha practicado. Actualmente es una herramienta que históricamente ha servido para hacer cambios sociales que de acuerdo con quienes participan en él, se han logrado paulatina pero exitosamente.
El Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano, Entepola, llegó a la ciudad de Aguascalientes hace cinco años: diez años después que Argentina y 31 años después de su nacimiento en Santiago, Chile. Sin embargo, aun cuando Argentina cumplió diez años como una de las sedes oficiales de la Fundación, fue Aguascalientes el primero en firmar el convenio, convirtiéndose en la primera sede oficial fuera de Chile que tuvo Entepola, según comenta el director del Instituto Municipal de Aguascalientes para la Cultura (IMAC), Alejandro Zúñiga.
“Entepola llegó a Aguascalientes porque hace 11 años tuvimos la oportunidad de ir a una pequeña delegación del estado, para hacer una gira por Sudamérica. Recuerdo que estábamos ahí y nos tocó ver un modelo muy parecido al Entepola, como si intentaran replicar lo que en Chile sucedía”, platica.
Tras descubrir una posibilidad de convivencia y diálogo, se generó la idea de armar grandes cosas. En ese momento el principal aliado fue Germán Romano de la compañía La Rosa Teatro de Argentina, con quien estuvo trabajando e intercambiando actores y productores durante 11 años.
“Tiempo después cuando me invitaron a formar parte de la institución como gestión, sabíamos que había una posibilidad de formalizarlo. Comenzamos cinco años después que Argentina, no obstante, los trámites y el convenio los firmamos primero nosotros, convirtiéndonos en la primera sede oficial del Entepola, Chile”.
Agrega que durante los últimos cinco años, Aguascalientes ha recibido a 400 artistas, entre ellos nacionales y extranjeros. El flujo de personas que se tuvo en el primer año fue de 2 mil, en el 2017 se recibieron poco más de 6 mil. En este año se esperan 150 artistas de siete países diferentes y a 200 personas por función aproximadamente.
De la misma manera, se replantea la idea de llevar las obras a las comunidades donde normalmente no se tiene acceso a los teatros, como escuelas, primarias y preparatorias, e incluso centros de reinserción social, orfanatos y casas culturales en otros municipios.
También se contará con el apoyo de autobuses para traer a la gente del oriente de la ciudad a las sedes más céntricas como el Teatro Morelos.
“Nos parece importante recordarle a la gente que Aguascalientes no es (nada más) el centro, ya que más de la mitad de la población vive al oriente de la ciudad”, agrega.
La Fundación Entepola nació hace 31 años cuando la dictadura chilena de Augusto Pinochet comenzaba a desfallecer, a hombres y mujeres les tocó convivir con la dictadura y crecer dentro del golpe de estado.
Tras el 11 de septiembre del 73, en Chile se generó una época de supremacía no solo de poder, sino una donde se pretendía que las ideas también estuvieran controladas por una sola persona. Las posibilidades de disentir con el gobierno eran complicadas y era difícil cualquier cosa que pareciera una crítica directa al gobierno.
Si bien, de manera anónima el teatro comenzó a realizar caravanas, también permitió que la gente se reuniera en casas, salones, patios, plazas y jardines para hacer obras que generaban una crítica y conciencia.
En las postrimerías de la dictadura cuando estaba prohibida la crítica social, se encontró la forma de generar discursos y obras de teatro donde había esta nueva política social.
Con el cambio de la dictadura, se generó la formalización de la Fundación como bandera de resistencia hasta hoy en día, pues el Entepola Chile sigue encontrándose ahí, en una de las comunidades más pobres, Pudahuel en Santiago, lugar en el que durante 10 días una población de tres mil personas va a ver las obras de teatro.
Desde sus inicios, la Fundación ha procurado despertar conciencias que relataran las problemáticas históricas que ha tenido Latinoamérica. Llevando consigo el ejercicio de la teatralidad, se logra reflejar el dolor por la injusticia social, el machismo, clasismo, corrupción o la prepotencia de los gobiernos.
“Tenemos la posibilidad de mandar este mensaje sobre las deudas históricas que tenemos, y que una forma importante de pagar esa deuda es primero aceptar que históricamente hemos tenido problemas, que como ciudadanos tienen derecho a exigir y a no ser excluidos de la dinámica social”, finaliza el director del IMAC.