Hablar de progreso y de una sociedad respetuosa es imposible sin contemplar a la población trans. Creer que la inclusión y la diversidad han llegado demasiado lejos en México, el tercer país más peligroso para las personas trans, es una fantasía. Conscientes de la apabullante violencia que viven día con día las personas trans, Emma Landeros y Joel Aguirre. A presentan el libro Transfeminicidio.
Esta obra se gestó después de que ambos periodistas presenciaran actos de discriminación contra mujeres trans, uno en el metrobús y otro en un supermercado. Aquellos dos incidentes bastaron para que Landeros y Aguirre focalizaran su labor e interés en cómo el periodismo aborda las historias de la población transexual.
Si bien en la provincia la cobertura es amarillista y roza la nota roja, en la Ciudad de México los medios esporádicamente publican sobre transfeminicidios, lo que los inclinó a investigar a profundidad el significado y los detalles de este crimen, el cual actualmente solo está tipificado en la capital del país, en Nayarit y en Tamaulipas. Al indagar, Aguirre y Landeros comprendieron la dimensión despreciativa de los transfeminicidios.
“En la investigación nos dimos cuenta de que no solamente es el crimen de matar a balazos o a puñaladas, sino que hay un patrón: todo rasgo de feminidad se les arrebata a las mujeres trans”, detalla Emma Landeros. “Y justamente así descubrimos que el transfeminicidio es uno de los crímenes más infames de México. A partir de esa idea construimos este libro con la intención de explicar este crimen, y describir las humillaciones y las vejaciones que padece la población trans, mediante las voces de las afectadas, las sobrevivientes y de las familias de las chicas asesinadas”.
Además, agrega Joel Aguirre, se dieron cuenta de que, si bien en el ámbito mediático siempre se les ha dado voz a las poblaciones vulnerables, las voces de las personas trans no son suficientemente difundidas para narrar sus historias, hablar de sus problemáticas y expresar sus demandas.
“Tienen voz las poblaciones de la diversidad, pero dentro de esa diversidad quienes no tienen son las personas transexuales”, explica Aguirre. “Por alguna razón siempre han estado relegadas de la base piramidal. Las personas transexuales son las más afectadas, las menos atendidas, las que menos derechos tienen y las que menos son escuchadas”.
Landeros y Aguirre llevaron a cabo un análisis en el que identificaron que, cuando en los medios se presenta un crimen como homicidio o feminicidio, la cobertura suele durar varias semanas o meses, pero cuando se asesina a una persona transexual el caso se difunde muy poco y se le da escaso seguimiento.
“TRANSFEMINICIDIO”: UNA OBRA CRUDA QUE REÚNE LAS VOCES DE MUJERES SOBREVIVIENTES
“Eso nos dio la señal y nos hizo ver que era muy necesario investigar a profundidad el tema de los transfeminicidios”, declara Aguirre. “Nuestra labor como periodistas es darles voz a las víctimas, el nuevo periodismo tiene que voltear a verlas. Las fuentes ya no tienen que ser los funcionarios, las marchas, las manifestaciones, sino las víctimas, y es justamente lo que hicimos en este libro, darles voz a las personas transexuales”.
El resultado es una obra cruda que reúne las voces de mujeres sobrevivientes, familiares y amistades que buscan justicia, así como de activistas, psicólogos, médicos, abogados y defensores de derechos humanos. Más allá de las definiciones y estadísticas, el libro Transfeminicidio (editorial Aguilar, 2025) destaca las historias de las mujeres que le han ganado a la violencia y zozobran las memorias de a quienes la rigidez de una cultura machista que se resiste a cambiar les arrebató la vida.

Convertirse en el conducto de estos testimonios es caminar en una delicada línea entre la ética periodística y la necesidad de que la sociedad despierte ante la atrocidad de los crímenes. En cuanto a las herramientas para tratar los datos y las historias, Emma Landeros destaca los años de experiencia, las equivocaciones previas, la humanidad, la empatía y el respeto que evita que una obra se convierta en una nota roja.
“Además de ser muy cuidadosos, también es muy relevante la comunicación constante con las familias, las amigas, con quienes dieron su testimonio porque hablaron tanto de sus amigas como de sus propios intentos de transfeminicidio y nos pidieron que se publicara lo que sucede de manera explícita”, detalla la periodista.
Algunas de las historias poseen un nivel de brutalidad de la que los autores retrataron solo una parte con la intención de cuidar la humanidad de la víctima y, desde luego, a quien ofrece su testimonio. Sin embargo, la crudeza de los hechos se incluye para construir un texto en el que el lector comprenda qué es el transfeminicidio y, sobre todo, por qué se considera uno de los crímenes de odio más infames de México.
“A la hora de elegir los materiales publicados tuvimos varias discusiones sobre hasta qué grado podíamos escribir tal o cual circunstancia. Porque sí, hay una autocensura nacida de la responsabilidad”, detalla Aguirre. “Como periodista uno siempre debe tener muy claro qué desea comunicar, pero sin dejar de presentar materiales importantes. Y con esto no quiero apostarle al morbo o al amarillismo, pero sí es necesario describir en su justa dimensión lo que es un transfeminicidio”.
UN LLAMADO A LA INFORMACIÓN Y A LA EMPATÍA
Además, añade, cuando se habla del asesinato de una persona transexual, a veces no se alcanza a comprender en su verdadera magnitud lo que significa el odio. Si bien las palabras “odio”, “transodiante”, “transfobia” y muchas otras derivaciones suelen escucharse en diversos contextos, solo cuando alguien se enfrenta cara a cara con los pormenores de la violencia puede tener un panorama más completo de la aversión que enfrentan las personas trans.
“No quisimos quedarnos cortos en la visión porque lo que deseamos es que, cuando el lector lea Transfeminicidio, al final pueda definir el odio contra las comunidades transexuales y que a partir de esa definición pueda emprender sus propios movimientos sociales para cambiar esta realidad”, detalla Joel Aguirre.
La concienciación y sensibilización de la sociedad es fundamental para cambiar la realidad de las personas trans. Aguirre señala que durante la investigación se dieron cuenta de que muchas personas no conocen el término “transexual”, es decir, desconocen que, dentro de la inmensa diversidad sexual, algunas personas son hombres que nacieron en cuerpos de mujer y a la inversa, son mujeres que nacieron en cuerpos de hombre. Y este desconocimiento las lleva a referirse a estas poblaciones de forma errónea, despectiva o con palabras peyorativas.
“Nosotros le apostamos a la información. Cuando una persona trans cuenta su historia, cómo era su niñez, cómo vivió su transición y lo difícil que ha sido ser transexual a lo largo de la vida, está llamando a la empatía. Con el libro nosotros pretendemos que quienes lo lean se ilustren un poco en el tema”, explica el periodista.

En este sentido, Aguirre acuña el término “transfeminicidio social”, con el cual explica que no se tiene que asesinar o quitar la vida a una persona trans para hablar de transfeminicidio, sino que este existe desde el momento en que ella se sube a un vagón del metro y la miran con morbo o rechazo o la discriminan en cualquier momento y espacio.
“El transfeminicidio existe desde el momento en que una persona tras quiere ingresar en un banco y le dicen ‘tú no puedes entrar’ y la llaman señor”, detalla Emma Landeros. “Cuando la sociedad no alza la voz y, al contrario, celebra que haya un transfeminicidio físico, es una sociedad no solamente silente, sino que empuja a la impunidad y a que, si ya de por sí tenemos unas autoridades que no se preocupan por resolver los homicidios que vemos todos los días, pues mucho menos investigarán aquellos cuyas víctimas son las chicas trans”.
En ese sentido, Landeros finalmente rescata una de las declaraciones más contundentes del libro, en donde un defensor de derechos humanos detalla que es más fácil que se tenga compasión por un animal maltratado que por algún miembro de la población trans. “Cuando se habla de maltrato animal se sale a las calles para exigir justicia, pero muy lejos estamos de que las calles sean tomadas tras un transfeminicidio”, concluye la periodista. N
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