Cuando pensamos en los seguros, muchos los percibimos como un “mal necesario”: un producto sin gratificación inmediata que adquirimos por obligación o aversión al riesgo, cuya experiencia de compra pocas veces es satisfactoria. Sin embargo, esta visión no siempre ha sido así. Adam Smith, en La riqueza de las naciones, destacó el rol fundamental de los servicios de las aseguradoras:
“El negocio del seguro brinda gran seguridad a los bienes de las personas, y al dividir entre muchos la pérdida que arruinaría a un individuo, esta resulta ligera y fácil de sobrellevar para toda la sociedad”.
Durante años, esta premisa fue incuestionable, pero dos eventos recientes han desatado un debate sobre si las aseguradoras realmente cumplen su función de protección o si priorizan sus intereses afectando la confianza en el sector.
El primero fue el asesinato del CEO de United Health Care, Brian Thompson. En la escena del crimen se encontraron las palabras “Retrasar, rechazar, recabar una declaración” (Deny, Delay, Depose), interpretadas como una crítica a las prácticas de algunas aseguradoras para evitar pagar siniestros.
El segundo fueron los incendios forestales en Los California, Estados Unidos, en un contexto donde, en meses previos, varias aseguradoras habían decidido retirar la cobertura de incendio en el estado. Para muchos esto representó un claro abandono del sector en un momento de necesidad y reforzó la percepción de que las aseguradoras priorizan su estabilidad financiera sobre su función social.
¿QUÉ ROL DEBEN JUGAR LAS ASEGURADORAS EN LA SOCIEDAD?
La situación en California no es un caso aislado y refleja una tendencia global. El cambio climático ha llevado a las aseguradoras a replantear su tolerancia al riesgo ante fenómenos climatológicos cada vez más frecuentes y devastadores. En muchos casos, han reducido o retirado coberturas en zonas vulnerables, dejando a miles de casas y negocios expuestos. México no es excepción, ya que después del huracán Otis las aseguradoras han reducido la suscripción de riesgos en la costa del Pacífico.
Si la “gran seguridad” que describía Adam Smith comienza a debilitarse, es normal que surja la duda: ¿qué rol deben jugar las aseguradoras en la sociedad?
Históricamente, el sector asegurador se ha basado en el principio de buena fe: los asegurados deben declarar con veracidad sus riesgos y las aseguradoras, responder de manera oportuna a las reclamaciones. Sin embargo, el mercado de seguros enfrenta un conflicto inherente debido a lo que George Akerlof describió como el problema de la información asimétrica. Las aseguradoras no siempre tienen acceso a datos precisos sobre los riesgos de sus clientes, mientras que los asegurados pueden omitir información o exagerar reclamaciones. Este desequilibrio provoca selección adversa, eleva el costo de las pólizas y debilita la confianza entre las aseguradoras y los asegurados.
El marco regulatorio en el que operan las aseguradoras es clave para entender el problema, pues busca equilibrar la protección del consumidor y la sostenibilidad del mercado. En el caso de California, el retiro de aseguradoras no se debe solo al tema financiero, sino también a la Proposition 103, una ley estatal que restringe el aumento de primas y el uso de modelos catastróficos para tarificar.
EL SECTOR ASEGURADOR SIGUE REZAGADO TECNOLÓGICAMENTE
Aunque la Proposition 103 buscaba proteger al consumidor, ha limitado la capacidad del mercado para adaptarse al riesgo, colapsando el mercado de seguros en California. Ejemplifica la importancia de tener regulaciones sensatas que fomenten un libre mercado, y donde las tarifas reflejen mejor el riesgo asumido. Esto incentivaría prácticas más responsables, ayudando a prevenir pérdidas y a hacer al mercado más eficiente.
A pesar de algunos avances, el sector asegurador sigue rezagado tecnológicamente frente a otras áreas del sector financiero. La integración de inteligencia artificial, big data e internet de las cosas (IoT) agilizaría los procesos y fortalecería la respuesta ante fenómenos naturales cada vez más erráticos. Además, permitiría transformar el seguro en una herramienta de prevención efectiva, fortaleciendo su papel en la sociedad y mejorando la experiencia del cliente.
El sector asegurador, a pesar de sus imperfecciones, sigue siendo esencial para impulsar la economía y proteger a personas y empresas, y debe reafirmar ese rol. Esto solo será posible si las aseguradoras trabajan junto a los reguladores y asegurados con transparencia e innovación. De esta manera, el sector podrá preservar la “gran seguridad” que Adam Smith describió y cumplir su misión de brindar tranquilidad y respaldo económico en un mundo cada vez más incierto. N
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Alfredo Careaga, actuario con varios años de experiencia en el sector de reaseguro y seguro wholesale, es director de desarrollo de negocio de THB. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.