Imagínate vivir en un mundo de ideas (la famosa sociedad del conocimiento), pero sin poder alcanzarlas; sin poder llorar por Romeo y Julieta u orar con la Biblia. Una infancia sin Caperucita Roja o Harry Potter. Tus estudios sin un solo libro de texto. Esas son las barreras que enfrentan más de 22 millones de personas en México que viven con una discapacidad, y a quienes la lectura les resulta difícil de alcanzar.
Hace un par de años invité a Bárbara Anderson a escribir un libro con las historias de 24 mexicanos con diferentes discapacidades que hubieran destacado en algún ámbito de la vida. Mientras Enrique Covarrubias les tomaba las fotos, se me acercaron a preguntarme si el libro se publicaría en braille, en lectura fácil, letra grande, en ebook accesible o audiolibro. Me quedé en blanco; sí, (In)visibles saldría en papel, digital y audio, pero no con las características que necesitaban.
Ahí me cayó todo el privilegio encima. Por querer dar voz y visibilidad a una comunidad marginada del mundo editorial estaba obviando sus necesidades: que el formato fuera accesible, al igual que toda la cadena de suministro del libro. De lo contrario, ellos no podrían leer sus propias historias, y tampoco otras personas con discapacidad (PCD) podrían comprar el libro o saber de él.
Pero el panorama es aún más grave: uno de cada dos mexicanos con discapacidad vive en condiciones de pobreza, pues solamente 2 por ciento es económicamente activo debido a que solo uno de cada tres terminó la educación básica porque las escuelas no tienen libros en formatos accesibles. La lectura es una puerta de acceso a la información, la educación, la cultura y, en consecuencia, a otros derechos como el trabajo digno y la calidad de vida.
HACIA LA LECTURA: LOS LIBROS PARA LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD
Lamentablemente, publicar en alguno de estos formatos requiere conocimiento especializado, más procesos de los acostumbrados y características físicas costosas, para finalmente distribuirse de manera gratuita en bibliotecas públicas porque las librerías no suelen comercializar estos libros. De ahí que en México menos de 1 por ciento de todos los títulos que se producen anualmente son accesibles.
Es tal la hambruna de libros para esta comunidad a nivel mundial que en 2013 se firmó el Tratado de Marrakech para facilitar la producción e intercambio transfronterizo de libros en formatos accesibles. Lamentablemente, poco se ha avanzado desde entonces.
Otro de los esfuerzos que buscan garantizar el acceso igualitario a los productos y servicios para las PCD es el European Accessibility Act. Para las editoriales, exige que las publicaciones digitales se produzcan con base en sus estándares de accesibilidad a partir de junio de 2025.

UNA ALTERNATIVA INCLUSIVA, BARATA Y RENTABLE
Esta apuesta por el ebook no es casual. Si bien el EPUB3 es el formato menos querido por los editores y lectores de hueso colorado, es el más universal: un mismo producto da acceso al mayor número de lectores posible. Además, reúne bondades de otros formatos accesibles. Por ejemplo, permite ampliar el tamaño y modificar el tipo de letra, cambiar el color de fondo, leerse en voz alta, conectarse a una línea braille electrónica o traducirse en automático a lengua de señas.
También puedes hacer búsquedas y moverte entre las partes del libro con índices y enlaces sin depender de la vista. Encima, es el más barato y rentable de hacer y es posible venderlo en cualquier librería digital del mundo desde tu computadora. Lo mejor de todo es que la mayoría de las editoriales ya lo producen.
Sí, la brecha digital es un problema pendiente, pero con un smartphone básico con internet una PCD no solo podría leer libros, sino también toda la información accesible de la web. Es más, hoy en día un dispositivo digital sale más barato que Don Quijote en braille.
Entonces, ¿qué es lo que falta para que los ebooks lleguen a las personas con discapacidad? Para que sean considerados accesibles es necesario que tengan una buena estructura semántica, describan el contenido gráfico y multimedia, usen las etiquetas y metadatos adecuados, cuidar el contraste de los colores, entre otras buenas prácticas. Es decir, darles información a los dispositivos para que permitan acceder al libro de diferentes maneras.
NO HAY VUELTA ATRÁS; EL ACCESO A LA LECTURA PARA LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD
También el marketing y las tiendas digitales deben ser accesibles para que se pueda comprar en ellas. Esta “talacha” invisible en las tripas del ebook significa un mundo para las PCD y ofrece una experiencia de lectura digital más robusta para los usuarios estándar, lo que lo posicionará mejor en los motores de búsqueda y aumentará sus ventas. Todos nos beneficiamos.
La clave es dedicar un 1 por ciento de nuestro esfuerzo diario a incorporar la perspectiva de accesibilidad en los flujos de trabajo editoriales hasta que se vuelva una normalidad. El reto no es menor en una industria tan vieja que se resiste al cambio.
Sin embargo, el movimiento a nivel mundial ya está aquí y no hay vuelta atrás; es cuestión de tiempo para que las leyes (o el mercado) nos obliguen a sumarnos en Latinoamérica. Como sector, tenemos la responsabilidad de atender nuestros sesgos que coartan los derechos de más de 22 millones de mexicanos (que también son lectores potenciales), y hacer mejores libros para todos.
Hoy podemos derrumbar las barreras invisibles de los libros y construir ecosistemas accesibles de lectura. ¡Hagámoslo juntos! ¿Te unes? N
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Ana María Bermúdez es editora y una de las voces mexicanas emergentes que luchan en pro de la adopción de la edición universal en el mundo editorial. A través de BookAlly ofrece formación en accesibilidad para editores.