En poco más de un mes la doctora Claudia Sheinbaum tomará posesión como presidenta de México. Este hecho sin lugar a dudas es inédito en la historia nacional mexicana, ya que después de más de 200 años de vida independiente una mujer llega, por primera vez, a ocupar la jefatura del Estado.
Muchas son las voces, particularmente de las corrientes feministas, que destacan este triunfo, ya que representa el haberse roto el llamado techo de cristal que históricamente ha limitado el acceso de las mujeres a altas esferas de responsabilidad tanto en el sector público como privado.
Este limitado acceso de mujeres en puestos directivos en empresas, universidades y posiciones de alta responsabilidad en la administración pública es ampliamente analizado y documentado por ONU Mujeres, instancia de las Naciones Unidas que promueve el desarrollo de diversos programas, políticas y normas para defender los derechos humanos de las mujeres desde la niñez hasta la vida adulta.
EL TRIUNFO DE LA PRESIDENTA ELECTA CLAUDIA SHEINBAUM ES VISTO COMO EL TRIUNFO DE LAS MUJERES
ONU Mujeres reconoce el fuerte rezago que padecen las mujeres en un gran número de países y señala que la paridad y equidad de género están muy lejos de alcanzarse.
El reconocimiento de la discriminación y condiciones de desigualdad que sufren las mujeres ha empujado el surgimiento de diversos movimientos sociales que promueven la justicia y la equidad de género, así como la inclusión a través de la lucha contra las prácticas opresoras del patriarcado dominante en el mundo.
El triunfo de la presidenta electa Claudia Sheinbaum es visto por diversos colectivos, organizaciones no gubernamentales y otros movimientos y asociaciones feministas como el triunfo de todas las mujeres al representar un paso clave en el proceso de deconstrucción del patriarcado dominante y, con ello, eliminar el yugo de la subordinación femenina.
La propia Claudia Sheinbaum es partícipe de estas posiciones reivindicativas de género al señalar que se le llame presidenta, con A, como ella misma lo expresó durante su discurso ante el Tribunal Electoral en el que se le hizo entrega de la constancia de mayoría que la acredita como presidenta electa.
Si bien es de celebrar el triunfo de una mujer para la presidencia de la república, eso no justifica el imponer una A por fines ideológicos y discursivos. Los próximos seis años seguiremos siendo testigos de una falta gramatical fundamental al idioma español, cada vez más generalizada, cuando sabemos que el participio del verbo ser es “ente” y, en consecuencia, quien preside es presidente como quien canta es cantante o quien gobierna, gobernante, y no cantanta, gobernanta, o incluso ignoranta.
¿PRESIDENTE O PRESIDENTA? LO IMPORTANTE ES TRABAJAR
El verdadero triunfo para las mujeres no está en una letra, sea esta A o E, sino en que Sheinbaum cumpla con todos los compromisos que presentó tanto en campaña como en su discurso al recibir su constancia que la acredita como presidenta electa, entre los que destacan: promover la igualdad, libertad, bienestar, paz, justicia, seguridad; garantizar acceso a educación, salud, vivienda, alimentación saludable, salario digno, pensión suficiente, y que gobierne para toda la población mexicana, sin divisiones.
Una letra no hace políticas inclusivas ni elimina las disparidades y tampoco anticipa un buen gobierno. Son las acciones reales para toda la población con irrestricto apego al Estado de derecho y a la división de poderes lo que realmente marcará la diferencia respecto a los gobiernos conducidos por hombres.
Ahora, Claudia Sheinbaum se suma a la larga lista de mujeres gobernantes en el mundo que ya antes habían roto el “techo de cristal”. Mujeres que desde la más remota antigüedad y en latitudes tan distantes como Nubia, Japón, China, Egipto, el imperio bizantino y otros tantos lugares han conducido el destino de sus pueblos como faraonas, reinas, emperatrices, zarinas y, ya en épocas más recientes, como primeras ministras y presidentas.
Además, Claudia Sheinbaum se une a la lista de las pocas mujeres latinoamericanas que han logrado llegar a esa posición. La lista la encabeza María Estela Martínez de Perón, la primera mujer elegida primero como vicepresidenta de la nación Argentina, en 1973, y luego en 1974 asumió el cargo como presidenta tras la muerte de Juan Domingo Perón.
CUÁL SERÁ EL LEGADO DE LA PRIMERA PRESIDENTA, LA INCÓGNITA
A ella la siguió Lidia Gueiler Tejada en Bolivia, quien fuera presidenta interina, lo mismo que Ertha Pascal-Trouillot en Haití, seguidas por Rosalía Arteaga en Ecuador, Jeanine Añez en Bolivia, Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua, Mireya Moscoso en Panamá, Michelle Bachelet en Chile, Cristina Fernández en Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica, Dilma Rousseff en Brasil, Dina Boluarte en Perú y Xiomara Castro en Honduras.
Cincuenta años tuvieron que pasar desde que la primera mujer en Latinoamérica asumiera la presidencia para que esto ocurriera en México.
La gran incógnita es cuál será el legado de esta primera presidenta mujer en México. La experiencia de las mujeres en el poder en Latinoamérica y en muchas otras partes del mundo no da muestras de mandatos sustancialmente diferentes a lo de sus predecesores hombres.
Pareciera que las prácticas de nepotismo, corrupción, ineficiencia, falta de democracia, entre otros lastres no son propias de un solo género. Gobernar no es cuestión de género, es de vocación, capacidad y compromiso. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.